Una novela negra enmarcada en la singularidad rural

D. Casillas
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Raquel Fabián presentó en Ávila, tierra natal de su madre, la obra de intriga 'La Jindama de las hienas', en la que narra las difíciles labores de investigación de un asesinato situado en la Siberia extremeña

Una novela negra enmarcada en la singularidad rural - Foto: Isabel García

Raquel Fabián Sánchez, escritora de madre abulense –de la localidad de San Martín de la Vega del Alberche, por más señas– protagonizó la cita de este jueves del ciclo literario 'El Episcopio presenta...', foro al que llegó para hablar de su segunda obra publicada, La Jindama de las hienas, una obra que definió como «novela negra, policiaca, pero que quienes ya la han leído han calificado también de novela rural».

En esa mezcla de novela de intriga (la trama gira en torno a la resolución de un asesinato en un pequeño pueblo) y novela rural pesa en algunos momentos más la segunda opción que la primera, ya que «quería que todo lo que contase del campo, de sus costumbres y sus peculiaridades, fuese lo más exacto posible a la realidad, para que el lector que lo conozca lo recuerde y que quien no lo conozca tome conciencia de esa forma de vida que se está perdiendo», pero sin perder nunca de vista el «fondo de ese crimen que se intenta aclarar».

Porque un asesinato como tal, comentó Raquel Fabián, «no es muy diferente en el mundo rural y en el mundo urbano, porque en el fondo responde a cuestiones de intereses o de rencillas de hace años», Y «aunque su resonancia social pase un poco más desapercibida en una ciudad que en un pueblo, al ser este un sitio mucho más pequeño en donde impacta más, en el fondo todas las personas afectadas por esa tragedia se comportan de la misma manera, sea en un mundo rural o sea en urbano, aunque sí que es cierto que en una pequeña población el clima que se vive es más opresivo».

Además de intentar retratar la idiosincracia del mundo rural, el otro gran reto que ha tenido la escritora en esta novela ha sido «mantener la tensión de principio a fin, conseguir que la atención del lector no decayera hasta el final para que se enganchara hasta saber quién es el asesino, es decir, que la persona quisiera todos los días leer un poquito más hasta llegar al final». Y ese fin, añadió, «creo que lo he conseguido, porque quienes han leído la novela me han dicho que perciben la tensión en todo momento».

Para lograr ese «objetivo fundamental para el éxito de la novela», añadió, «por un lado intento entretener al lector, para que se evada un poquito de la realidad y se meta en ese mundo que yo describo, y lo hago dosificando muy bien la tensión, dando la información justa en cada momento, sin pasarse y sin quedarse corto, sobre todo trabajando para que en cada capítulo pase algo, para que el lector quiera seguir leyendo y para que no se le haga aburrida la lectura, sino que sea una lectura amena y que vea que en todos hay movimiento».

También hay un cierto juego psicológico en esa labor de investigación del asesinato, ya que «se va descubriendo que casi todos los personajes, los principales y los secundarios, tienen algo que ocultar, que casi todo el mundo tiene algún 'delito' moral o legal que tiene que ocultar, y ese silencio, ese miedo, hace más compleja la trama».