'Ávila en dos pinceladas' no defrauda

I.Camarero Jiménez
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Casi 200 pequeños de entre 8 y 11 años se dieron cita en el Atrio de San Vicente para participar en un certamen de lo más artístico

'Ávila, en dos pinceladas' no defrauda - Foto: David Castro

Es un clásico que se abre hueco desde hace tiempo en el programa de fiestas de la Santa y pese a ello sigue triunfando con el respaldo del público infantil y ante el entusiasmo de sus progenitores. Es el concurso de pintura 'Avila en dos pinceladas'.Tiene premio, pero es (casi) lo de mennos, porque lo importante es que todo aquel que quiere dar rienda suelta a sus ganas de dibujar lo haga. Hay dos modalidades, de 8 a 9 años y de 10 a 11. ¿El premio? Una táblet para el mejor de cada categoría que se entregará al colegio al que pertenece. Todo por obra y gracia de la alianza entre el Ayuntamiento y la Asociación de Vecinos Puerta del Alcázar, un tándem muy bien avenido que piensa en los pequeños pintores que este sábado sumaron casi los 200 inscritos. Ambientazo por tanto el que aportaron los chavales a la causa que, si bien comenzaba a las 11 horas, ya desde poco después de las 10 registraba una buena afluencia.

Muchos se inscribieron en los colegios, otros minutos antes de que empezara el concurso y hubo quien pese a no poder inscribirse porque no tenía la edad recibió su cartulina para poder pintar como el resto de los niños. 

De inspiración, como es habitual, sirvió el patrimonio abulense que luce en todo su esplendor en el atrio de San Vicente, que es el lugar que se elige últimamente para el desarrollo del certamen. Paloma del Nogal, concejal responsable de área explicaba que los pequeños debían dibujar lo que tenían ante sus ojos, pero lógicamente cada uno desde su perspectiva y con los útiles que habían llevado de casa. Los hay que en la mochila metieron ceras; otros, rotuladores; otros, pinturas de palo, plastidecor, acuarelas... Lo que quisieran podían llevar. En muchos casos los pequeños eran repetidores, en otros se estrenaban en el certamen pero todos estaban deseando que se diera el pistoletazo de salida, con el que también se sacaba a los padres del recinto y quedar en manos de los voluntarios que tan bien cuidaron de ellos en una jornada especialmente iluminada, sin apenas nubes y quizá con demasiado calor para la época en la que estamos.