Mami, mamá, madre, mamita... como las queramos llamar. Dice el calendario que hoy, el primer domingo de mayo, es su día. El día en el que los más pequeños se levantan emocionados para dedicar a su madre las poesías aprendidas en clase. Versos sencillos, declamados con amor y con el orgullo de demostrar que ya son mayores, tanto que no solo saben leer y memorizar sino que cuando se trata de declamar lo hacen con el mayor sentimiento del mundo. Poesías como 'La canción tonta' en la que Federico García Lorca escribió algunos de los versos más repetidos por los hijos a sus madres en este primer domingo de mayo, esos que dicen: Mamá, yo quiero ser de plata/Hijo, tendrás mucho frío/ Mamá, yo quiero ser de agua./Hijo, tendrás mucho frío/Mamá, bórdame en tu almohada/ ¡Eso sí!
Da igual que no le lleguemos a mamá a la cintura, o que sea ella la que apenas llega ya a nuestros hombros. Da igual que los hijos ya hayan volado del nido o que esa mamá sea también abuela. Y lo mismo da si ahora somos nosotros, los que no hace tanto fuimos niños y queríamos ser bordados en su almohada, los que tenemos que cuidar a mamá. Este domingo es su día, el día de todas las madres que son muchas y muy distintas. Las hay que lo son de un solo hijo o hijos que tienen dos madres. Las hay también que no los gestaron, otras que siendo abuelas se hicieron cargo de sus nietos como un hijo o que lo fueron de varios a la vez. También están las que lo han sido tantas veces que han oído la palabra mamá, una de las bonitas del mundo, de diferentes voces y en todas ellas siempre han sentido la misma emoción. A ellas, a todas las mamás, ¡Feliz día!
Maite Pérez y Carol Martínez, futuras mamás de Gabriel
Para Maite y Carol este 7 de mayo será un día especial; no tanto seguramente como el de 2024 pero sin duda diferente a los que ambas han vivido hasta ahora. Será su primer Día de la Madre esperando a Gabriel, que es como se va a llamar su hijo, cuya llegada está prevista para finales de julio. Este embarazo, cuenta Maite, es «un sueño hecho realidad» y cumple el deseo que desde hace años tenía esta pareja de ampliar la familia. Y es que aunque ambas tenían claro que querían ser madres su deseo ha tardado en cumplirse, en concreto cuatro años que es el tiempo que Maite se ha sometido a diferentes tratamientos de fertilidad. Un proceso largo y emocionalmente muy duro para ambas que sin embargo estas futuras mamás prácticamente olvidaron cuando supieron que Gabriel estaba en camino. «Siempre he tenido claro que quería ser madre», afirma con ilusión al hablar no solo de las 28 semanas de embarazo que ya han pasado sino de la cada vez más inminente llegada de un hijo que colmará los deseos de esta pareja que se casó hace cinco años. Tanto Maite como Carol son conscientes de que cuando llegue el pequeño Gabriel no todo va a ser un camino de rosas. «Yo no tengo idealizada la maternidad porque sé que un hijo es un 24/7 y que va a haber momentos duros y exigentes», reconoce Maite que sin embargo tiene claro que su deseo de ser madre se fundamenta en «esa capacidad de poder darte al otro, de poder entregarte a los demás». «Sé que la maternidad tiene muchas caras y que a nivel personal esto nos va a hacer crecer», apunta esta futura mamá que recibe muchos consejos de otras mujeres que ya tienen experiencia. «Ahora todas me cuentan como fue su parto», dice riendo para justo después reconocer que el momento del alumbramiento no le da ningún miedo porque está muy preparada para ello y además es muchísima la ilusión que ella y Carol tienen por tener a su hijo en brazos y que les llame «mamá».
Mi mamá es la mejor del mundo - Foto: David CastroMaría Eugenia Aguado, madre de familia numerosa
Mamá es, sin duda, una de las palabras más bonitas que se le pueden dedicar a una mujer. A María Eugenia Aguado se lo han llamado mucho, muchísimo. Porque en su caso son siete los hijos que le llaman mamá cuando quieren contarle algo, cuando necesitan su consejo, que les cure una herida, que les ayude con los deberes o al darle las buenas noches o los buenos días. María Eugenia es una mamá de familia numerosa, de esas que cada vez son menos habituales. El primero en convertirla en mamá, cuando tenía 26 años, fue Alejandro, que hoy tiene 28. La pequeña de la casa, Teresa, de 13 y que, junto con Miguel, el segundo más pequeños, fue una maravillosa sorpresa, como reconoce su madre. Entre medias, Nicolás, Javi, Mar y Miriam. Cuatro chicos y cuatro chicas que han llegado de felicidad absoluta a esta mamá de familia numerosa especial. «Siempre supe que quería tener hijos», se remonta María Eugenia a su infancia y juventud en un hogar también de familia numerosa y donde ella era la mayor de las niñas. «Es verdad que la libertad total desaparece desde que nace el primero», precisa esta mamá que habla de la maternidad como de una experiencia muy espiritual. «Con cada nacimiento de mis hijos me sentía profundamente unida a Dios», afirma esta vecina de Ávila que tiene el día que nacieron sus siete hijos y el de su boda con Agustín como «los más felices de mi vida». A ser más generosa y querer más es, afirma María Eugenia, algo que ha aprendido de la maternidad y eso a pesar de que cuando nació su primer hijo pensó que no podría querer «a nadie igual». Sin embargo, con la llegada del segundo y sucesivos se dio cuenta de que se había equivocado porque «el amor aunque se comparta no se acaba nunca; es al revés, cada vez es mayor. Es el amor que para mí más se parece al amor de Dios». «Las personas que más me han enseñado en la vida han sido mis hijos», asegura sin ninguna duda al hablar de un experiencia que aunque es cierto que implica renuncias ella «no cambiaría por nada en el mundo».
Laura Díaz Gutiérrez, mamá de Mateo y Vega
Mi mamá es la mejor del mundo - Foto: David CastroLaura Díaz se estrenó en la maternidad hace siete años y por partida doble con la llegada de los mellizos Mateo y Vega. «Era un embarazo muy deseado pero cuando vimos que eran dos fue una sorpresa, tanto que estuve en shock unos cuantos meses», reconoce al recordar aquella ecografía en la que Roberto, su marido, y ella vieron latir dos corazones. «El primer año fue muy duro», recuerda al hablar de los primeros meses de vida de sus dos hijos en los que destaca el tándem que ella y el papá, ambos primerizos, hicieron para atender las demandas de dos bebés. Pese a aquellos meses más complicados, en los que las atenciones tenían que darse por dos, Laura no daría marcha atrás y está encantada con su faceta de madre. «Para mí, la maternidad es una experiencia única, maravillosa y que creo que te completa la vida», asegura al hablar de la llegada de sus hijos que en su caso ha supuesto «un antes y un después». «Cuando eres madre, o padre, tu forma de ver la vida cambia y también tus prioridades», asegura antes de apuntar que desde que sus hijos nacieron el bienestar y la felicidad de Vega y Mateo, que han heredado la amplía y sincera sonrisa de su mamá, es su prioridad, tanto que la mayoría de las decisiones que ella y su marido toman las adoptan pensando en los hijos. Y aunque reconoce que la maternidad es «maravillosa», al menos en su caso, no obvia esta maestra que ser madre también tiene sus dificultades, en este caso la «preocupación» que a los progenitores les acompaña siempre porque sus hijos sean felices o estén sanos. «Si están tristes, malos o tienen un problema...todo lo que les afecta a ellos te preocupa mucho más que si te pasara a ti», afirma esta mamá que destaca lo «cariñosos» que son sus hijos. «Cada vez que me voy de casa, me besan y me abrazan», dice con orgullo antes de apuntar que el día que se hagan mayores y no lo hagan le dará pena por mucho que entienda que es ley de vida. El Día de la Madre, reconoce, es especial para ellos y lo más le gusta de esta jornada es las manualidades o poemas con los que la obsequian. «Mateo lleva días haciéndome un collar», dice sonriendo.
Cristina Galán Berlana, mamá de Álvaro
Mi mamá es la mejor del mundoÁlvaro llegó al mundo un 29 de diciembre de 2016, con prisa, mes y medio antes de lo previsto. No quería perderse nada. Su llegada, pese a lo inesperado, fue uno de los momentos más felices de la vida de su madre, Cristina, que después de dos años hacía realidad el sueño de ser madre. «Ser madre era mi mayor deseo; mi sueño», reconoce esta abulense al hablar de la llegada de Álvaro que nació de forma prematura y después de un embarazo de riesgo que le obligó a pasar prácticamente nueve meses en reposo. «Me ha cambiado la vida a mejor», asegura esta mamá que, eso sí, no oculta la dificultad que existe para conciliar trabajo y cuidado de hijos sobre todo cuando, como es su caso, se trabaja por cuenta propia ya que regenta una oficina de Mapfre en la capital. «En esta sociedad, es complicado ser madre siendo autónoma», afirma poniendo como ejemplo los meses que por embarazo de riesgo pasó en reposo y en los que no tuvo «ningún tipo de ayuda para mantener tu negocio mientras los gastos fijos son los mismos». Pese a todo, ella lo tiene claro y ha apostado por dedicar todo el tiempo que puede a su hijo al menos mientras éste sea pequeño, consciente de que «estos años no van a volver». «Trabajo menos para estar más con él», afirma al hablar de una decisión personal que para nada entiende como un sacrificio porque para ella ahora la prioridad es «disfrutar de Álvaro lo máximo posible y no perderme nada». «Los regalos que me hace él son los que más me gustan», reconoce Cristina al hablar de como ella y su marido, Alberto, celebran el Día de la Madre. «Álvaro es un niño súper divertido y alegre, y me río muchísimo con él», apunta para referirse a este 'rubito' que siempre está cantando y bailando y que además no escatima a la hora de echar piropos a su madre. «La primera vez que me vio con un vestido largo me dijo:mamá, pareces Blancanieves», cuenta divertida al recordar alguna de las muchas anécdotas de su hijo. «Tu vida gira en torno a él, pero no lo cambio por nada en el mundo», responde esta mamá cuando le preguntamos qué es lo malo, si es que lo hay, de ser madre.