El maestre de campo Sancho Dávila es «una víctima más de la leyenda negra y, sin embargo, no vemos el gran servicio que hizo a la monarquía española, pues gracias a él permanecieron Felipe III y Felipe IV en Flandes». Son palabras del doctor en Derecho y miembro de número de la Institución Gran Duque de Alba, Eduardo Duque, que este viernes ofreció una visión genealógica de Sancho Dávila en el marco de las jornadas que organiza la Diputación en el 500 aniversario de su nacimiento.
Para Duque, el hecho de que en Ávila sea «un personaje completamente olvidado y denostado», que únicamente cuenta con una calle con su nombre, pero «sin un solo monumento que lo recuerde, mientras en la Plaza Mayor de Salamanca tiene un medallón», responde a «algo muy típico en España, no agradecer a las personas que han contribuido enormemente a nuestra historia». También contribuyeron a ello, según expuso, «las circunstancias de la época, pues fue un gran siervo y colaborador del Duque de Alba y en la corte de Felipe II estaban los 'albistas' y los contrarios a esa figura, que hacían que los colaboradores del Duque siempre tuvieran mala prensa».
Respecto a la genealogía de Sancho Dávila, Eduardo Duque habló primero de su ascendencia, marcada por sus linajes de los Dávila, descendiente de los señores de San Román y de los señores de Duruelo, posteriormente marqueses de San Román, y de los Orejón y los Daza, destacando el arcediano y canónigo de la Catedral, Pedro Daza, del que conservamos la capilla de la Piedad o de las Cuevas en el claustro de la Catedral y que da a esa bonita calle de la Cruz Vieja que nos da esa crestería famosa de la muerte y la vida; y también del linaje de los Espinar.
En cuanto a su mujer, Catalina López Gallo, Eduardo Duque destacó que «sus antepasados tienen un interesantes parientes con el señor de Fuentepelayo, luego marqués de Fuentepelayo.
Y respecto a sus descendientes, el conferenciante destacó la «interesantísima labor del hijo de Sancho de Ávila, Hernando, en la iglesia de San Juan de nuestra ciudad. y a partir de ahí, los marqueses de Miraflores, que emparentan con los marqueses de Casa Pontejos. Ahí encontramos personas que han sido presidentes del Consejo de Ministros, caballeros del Toisón de Oro y personas que han influido mucho en la historia de España».
Según Eduardo Duque, Sancho Davila «viene de familias más bien segundonas de la nobleza abulense, porque el señor de San Román se separa muy por encima de él y ya desciende de una rama menor que es la del señor de Duruelo, de la que viene su padre, Antón Vázquez Dávila, que intervino en la Guerra de las Comunidades y tuvo luego problemas con el perdón real de Carlos I. Eso sí, a través de los Daza, al ser Pedro Daza canónigo de la Catedral, tenía más posibles».
Eduardo Duque también explicó que el título de capital general de la costa de Granada de Sancho Dávila era «más bien honorífico y debía patrullar la costa granadina y mantener las fortalezas de la costa». Y es que, como indicó, «él llegó a ser maestre de campo general -coronel en la actualidad- y ya en los últimos momentos de su vida le nombraron maestre de campo general de Portugal, país en el que fue enterrado, aunque sus restos mortales fueron luego trasladados a la iglesia de San Juan de Ávila».