Francisco I. Pérez de Pablo

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Francisco I. Pérez de Pablo


Ávila, la cápsula del tiempo

28/03/2023

El Poema de Gilgamesh –primera obra literaria de la humanidad– empieza con instrucciones para encontrar una caja de cobre entre los cimientos de las murallas de Uruk. Hace unas semanas se depositó –enterró– en los cimientos de lo que será el nuevo pabellón polideportivo Arturo Duperier lo que se denomina la «cápsula del tiempo». 
En esta ocasión una caja rectangular de metacrilato y vidrio plástico transparente donde alumnos, profesores, miembros del Ampa del colegio público que le dará nombre y el alcalde de la ciudad, acompañado de hasta tres de sus concejales, en clara imagen de recolecta electoral, introdujeron diferentes recuerdos (dibujos, libros de lectura, «al Arturín», fotos de la historia de la muralla, el escudo, la bandera de la ciudad y un ejemplar del día de este periódico…). No se añadió un diccionario. 
La cápsula del tiempo se ha popularizado en nuestros días primordialmente cuando una nueva infraestructura u obra pública comienza a construirse. Ese acto sirve más para la imagen instantánea y el rédito del dirigente político, que con ello quiere dar a entender que en su mandato se inició la construcción, que por el verdadero valor de la caja en sí misma. Estas cajas del tiempo, todas ellas intencionadas, no están pensadas para ser recuperadas en alguna fecha y no llegarán a convertirse en vestigios arqueológicos. 
Las ruinas de la primera piscina cubierta que tuvo esta Capital, sobre las que se asienta este nuevo pabellón, no ha permitido encontrar, si la hubo, su cápsula del tiempo cuando fue construida allá por el último cuarto del pasado siglo XX. La mayoría de estas cápsulas se rellenan de elementos poco útiles social e históricamente y si un día fuera descubierta (enterradas se pierden o son destruidas por cualquier causa) aportaría poco o nada de información de los abulenses que vivimos en esta época (solo la gastronomía del menú del comedor escolar introducido en la urna podría dar una pista).
La cápsula del tiempo tiene un significado para una comunidad, un grupo de personas, y en este caso su mayor sentido se centra en ver cómo se hará realidad la petición de los vecinos de esa barriada y profesores del centro. Si la ciudad tuviera más dinamismo, esta cápsula del tiempo sólo sería una mera anécdota y no todo un acontecimiento a falta de planes y proyectos más emblemáticos, donde la misma trascendería al tiempo en sí mismo. Es pronto para saber si el equipamiento será la referencia social y deportiva del barrio o si por sí solo lo transformará.
Ávila, siendo una ciudad patrimonial, debe tener depositadas en sus monumentos y palacios cápsulas del tiempo, aunque como en la época medieval y en la renacentista –de mayor esplendor– no había medios de comunicación social que reprodujeran el magno momento de aquella primera piedra no se han descubierto tantas como se pudiera pensar. De hecho, no han aparecido esas cajas del tiempo cuando estos inmuebles han sido rehabilitados –algunos íntegramente– (más cajas necesita Ávila para recuperar la ruina que pende en cientos de edificios privados intra muros), por lo que no podemos saber mucho más de aquellos antepasados que construyeron una ciudad que en si misma es toda ella una cápsula del tiempo que sigue oculta en algún lugar. 
Los problemas contemporáneos de Ávila, ya eternos, lo son porque nadie se ha atrevido a colocar las oportunas cápsulas del tiempo en lugar adecuado, y si por una vez, se puso alguna, no fue lo suficientemente efectiva o se enterró tanto que su buen propósito se ha esfumado.