Los números cantan y la melodía que irradian, cuando se habla de lo que gastan los diputados y senadores españoles en viajes, lleva primero al pasmo y después al cabreo comparativo. Durante el pasado ejercicio, sus señorías se pulieron la nada despreciable cifra de casi 10 millones de euros en sus múltiples desplazamientos por tierra, mar y aire.
Sigamos con las cifras, que pueden ser frías (en este caso más bien volcánicas) pero también muy ilustrativas. En el Parlamento español hay 349 diputados y 265 senadores. En total suman 614 representantes de la patria. Si dividimos esos casi 10 millones entre todos ellos, la operación matemática refleja que el gasto anual correspondiente a cada uno supera los 16.286 euros. Según las webs especializadas en viajes, dar la vuelta al mundo tiene un coste aproximado por persona de entre 10.000 y 12.000 euros.
Parece evidente que nuestros parlamentarios se sienten como Willy Fog, aunque, eso sí, disparando con pólvora del rey como recoge el dicho popular al definir la alegría con que se utilizan los recursos que no salen del bolsillo propio.
A tenor de los últimos datos oficiales, el Congreso gastó 6.883.697 euros en sufragar viajes de los diputados tanto fuera como dentro de España durante 2022. Esta cifra supone un 18 por cientos menos que en el año anterior, que fue especial porque supuso la vuelta a la normalidad una vez eliminadas la mayor parte de las restricciones por la pandemia y porque incluyó los gastos de acoger la asamblea de la Unión Parlamentaria.
En concreto, en los 12 meses de 2021, el coste total en desplazamientos alcanzó los 8,1 millones, frente a los 2,8 de 2020, cuando estalló la crisis del coronavirus, se suspendieron los movimientos internacionales y se redujo el aforo en las sesiones plenarias.
Los cargos sumados por las actividades internacionales ascendieron a 2.741.319 euros. Frente a los 45 viajes al extranjero de 2021, el año pasado se hicieron 135 desplazamientos fuera del país, volviendo ya a las cifras de antes de la pandemia. Como es habitual, las más costosas fueron las de la delegación española en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que se reúne cuatro veces al año en Estrasburgo (Francia) y que es una de las representaciones más numerosa de las Cortes, que incluye también a senadores. Solo en idas y venidas a esas citas se invirtieron casi 260.000 euros. La facturación de desplazamientos por territorio nacional ascendió a 4.142.377 millones de euros durante el pasado año, frente a los 3.563.941 euros del año anterior. Es decir, el gasto en viajes dentro de España se incrementó en más de medio millón de euros, un 14 por ciento superior con respecto a 2021.
De esta cifra total, 2,85 millones se emplearon para pagar viajes de los diputados entre Madrid y sus circunscripciones, los conocidos como desplazamientos para la actividad parlamentaria. A ello se suman los 364.266,26 euros invertidos en asistencia a actos políticos y otros 10.629,98 euros para viajes oficiales.
En total, representan 3.230.550 euros, que es el coste que incluye los billetes de avión, tren y autobús, así como la indemnización por kilometraje en vehículo privado, pero a esa cantidad hay que añadir los 911.827,24 euros a los que la Cámara Baja tuvo que hacer frente en concepto de gastos de gestión, cancelaciones y cambios de billetes.
En lo tocante al Senado, el gasto de los desplazamientos de los parlamentarios con cargo al Presupuesto de la Cámara Alta ascendió a 2.915.300 euros durante 2022, lo que representa un añadido de 635.000 euros, un 21,7 por ciento más que el año anterior.
El Senado corre con los gastos de los viajes de sus representantes en los medios de transporte colectivo (avión, tren, autobús o barco) para el desempeño de su actividad.
Asimismo, les entrega una Tarjeta-Taxi con un crédito máximo anual de 3.000 euros, válida para cubrir sus desplazamientos en la Comunidad de Madrid, y, en caso del uso del propio automóvil, se abonan 0,25 euros por kilómetro, así como, en su caso, los importes de los peajes de autopistas.
Comparaciones odiosas
Don Quijote ya dijo que las comparaciones son siempre odiosas. Y este caso no es una excepción. Un vistazo breve a los Presupuestos Generales del año pasado revela que ante la factura de 10 millones de euros de los políticos para pagar sus viajes a la protección del patrimonio histórico se destinaron nueve.
Y hay más. En el capítulo de Sanidad, para la donación y trasplante de órganos, tejidos y células la partida fue de 6,46 millones de euros. En otras áreas la comparativa también resulta lacerante. La investigación y el desarrollo tecnológico-industrial se dotó con dos millones y el fomento de la investigación científica y técnica con 2,8.