El incesante traqueteo de las ruedas de las maletas sobre el empedrado de las calles del corazón de Ávila fue el sonido de la mañana de Jueves Santo en el centro de una Ciudad Patrimonio de la Humanidad que, transcurridos ya tres años desde la pandemia, puede decir que ha recuperado el pulso de las semanas santas anteriores a la covid-19, favorecido por dos factores principalmente: el buen tiempo que se espera para estos días y «la recuperación por completo del turismo organizado que el pasado año todavía no estaba al cien por cien», revela Piedad Sánchez, hotelera abulense y presidenta de la Asociación de Hoteles de Castilla y León. En la Semana Santa anterior, los hoteles más pequeños sí completaron sus habitaciones con clientes individuales, pero «los más grandes tuvieron una ocupación más floja porque faltaba el turismo de grupos, que este año sin embargo está ya a pleno rendimiento», añade.
El resultado es que la ocupación hotelera en Ávila entre el Jueves y el Sábado Santo se aproxime al 100% y, por tanto, en prácticamente todos los alojamientos de la capital se cuelgue el cartel de completo, augura Sánchez. «Las reservas principalmente son para el viernes y el sábado, pero el jueves también se acaban completando», apunta.
Y aquí la previsión meteorológica, que anuncia sol y tiempo estable para estos días fuertes de Semana Santa, tiene una poderosa influencia: «Invita a todo el mundo a viajar y a disfrutar, a salir a la calle, a ver procesiones, al final el buen tiempo acaba dando el empujón final a los indecisos, los que igual en el último momento es cuando se deciden a pasar unos días fuera de su lugar habitual, aunque sean solo uno o dos días», señala la presidenta de la Asociación de Hoteles de Castilla y León.
No obstante, para destinos de turismo de interior como es el caso de Ávila, Ciudad Patrimonio de la Humanidad a la que el visitante acude en busca de un destino cultural y patrimonial, el buen tiempo en estas fechas constituye también un hándicap a la hora de atraer turistas: «Si hace muy bueno, como es el caso, la gente tiende a buscar más destinos de costa», revela Piedad Sánchez. El hecho, sin embargo, de que en estos días de Semana Santa las salidas sean masivas propicia que haya visitantes para todo tipo de destinos: los de playa, los de montaña y los culturales, como es el caso de Ávila.
Precisamente quienes habitualmente residen en zonas de costa suelen decantarse en estos días por destinos de interior como Ávila. «Tenemos muchos visitantes de la Comunidad Valenciana», revela, pero el grueso del turismo que recibe la ciudad en cualquier época del año, también en Semana Santa, sigue siendo el procedente de Madrid.
Hasta la capital abulense suelen acercarse también en estos días personas que están alojadas en pueblos del entorno de Ávila, principalmente en casas rurales, pero que «en un 99%» hacen una escapada a la ciudad, atraídos por su patrimonio y también por «una Semana Santa que es de Interés Turístico Internacional», de ahí que suelan acudir a contemplar algunas de sus procesiones, nos cuentan desde la Asociación de Casas Rurales de Gredos, central de reservas que gestiona más de 150 alojamientos en todas las comarcas de la provincia.
Y aunque el turismo que recibe Ávila en estos días es mayoritariamente de procedencia nacional, otra tendencia que empieza a recuperarse tres años después de la pandemia es la llegada de visitantes extranjeros en viajes particulares. «Todavía en pequeñas cantidades, pero sí se van viendo ya turistas extranjeros que viajan por su cuenta en estas fechas», adelanta Piedad Sánchez.
En familia, en pareja o en grupos de amigos son las distintas fórmulas que eligen los visitantes que se decantan por Ávila para visitar estos días, en los que es habitual ver colas en la calle San Segundo para subir el adarve de la Muralla a través de la Casa de las Carnicerías. Otra estampa típica es la del lienzo norte repleto de turistas sentados o tumbados al sol, inmortalizando ese momento de relax haciéndose fotos con el principal monumento de Ávila de fondo.