Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Dios ¿dónde estabas?

21/02/2023

Nos estremecen las noticias que nos llegan sobre tantas desgracias que ocurren en este mundo, una de las últimas, el terremoto que ha producido tantos muertos y heridos en Turquía y en Siria ¿Por qué ocurre esto, aquí y ahora? ¿Por qué mueren tantos inocentes en tantos acontecimientos, no solo producidos por los hombres, como la guerra de Ucrania, sino también de catástrofes naturales, donde se podría suponer que la mano del hombre no interviene? ¿Por qué ocurre esto, Dios, y no haces nada? Son miles de muertos, heridos, desplazados, así como tantos edificios donde vivian, totalmente destruidos; otras veces puede ser uno solo caso, pero que duele por ser mas próximo, y hubiésemos querido que aquello no hubiera sucedido ¿Por qué?
Pregunta, mas bien queja, que viene repitiéndose desde todos los tiempos, tanto por creyentes, como por no creyentes. Si Dios tiene entre sus atributos, al máximo, la felicidad, la bondad, la justicia ¿Por qué no ha intervenido? ¿Por qué lo permite? Pero ¿Dios existe, es, está? Esta pregunta, por ser eterna, ya ha sido contestada, admitida y creída por muchos, e igualmente no creída ni admitida por otros muchos. Si Dios actuase aquí, sería injusto por no actuar en otros sitios, en otras circunstancias, en cualquier tiempo
Desde la Antigüedad, y ahora en pleno desarrollo por el avance de las tecnologías, el hombre desde que se conoce su existencia en este planeta, ha mirado al cielo levantando los ojos y haciéndose preguntas, preguntas que no tenían respuesta, de cosas que escapaban a su voluntad, incomprensibles, extraordinarias. Fue el fuego, el agua, la tierra, el sol, la luna, algún animal, o cualquier otra cosa que se escapaba al poder limitado del ser humano. Mas tarde se humanizaron las divinidades, y hubo dioses para todos los gustos y tendencias y en todas partes, en la historia mas antigua conocida y hasta nuestros días, y se les colocó, es un decir, allí arriba, en el cielo, o allá abajo, en el infierno, arribas y abajos que no existen en el universo. Yo soy creyente cristiano, y creo en la existencia de un Dios, que no sé ni como es ni donde está, creador de todo, incluso creador de la evolución de todas las cosas, que están sometidas a unas leyes y matemáticas divinas. Nada es casual, y todos los efectos tienen su causa. El no creyente, el ateo, se ríe del creyente porque no puede demostrar científicamente la existencia de algo por encima del ser humano y de su razón, a la diviniza. Para sacarnos de esta duda, surgió en un momento determinado, en un lugar concreto de este planeta, dentro de una estructura religiosa ya existente, una figura con todas las características de un ser humano normal, que no solo dijo ser Dios, que dio las pautas al hombre para creer en la existencia de un ser supremo, dando las bases inundadas por el amor, para la formación de una iglesia y una religión, con sus componentes bien definidos de una doctrina, unos ritos y una moral, Jesucristo, nacido y muerto como hombre y resucitado como Dios. Este hecho por si solo, ya seria suficiente para creer en algo sobrenatural.
Dios está presente de forma consciente, inconsciente o subconsciente, en todas partes y en nuestra vida cotidiana. Aquí utilizamos la palabra ¡adiós!, como despedida o en un cruce casual, simplificación de lo que algún tiempo se decía, ¡vaya con Dios! Mas aquellas otras como: ¡gracias a Dios! ¡Allí estaba todo dios! ¡A la buena de Dios! ¡Si Dios lo quiere! Estar endiosado. Como Dios le trajo al mundo. ¡Como Dios manda! ¡Vaya por Dios! ¡Que Dios te lo pague!  ¿Por qué metemos a Dios en el lenguaje normal? ¿es algo mas que una palabra?
La ciencia, la razón, no esta reñida con la fe, con las creencias. Los estudiosos del Universo DESCUBREN su inmensidad, y pueden llegar a contarnos que hay miles de millones de galaxias, llenas de miles de millones de estrellas como nuestro sol con sus planetas, en un espacio infinito, cosa distinta a ser eterno. Y llegan a aventurar, solo teóricamente, que pudiera haber otros planetas con vida como la nuestra, que es una posibilidad dentro de esa inmensidad, pero tan lejos en el espacio y en el tiempo, que nunca jamás podríamos tener contacto. Aquí cerquita, apenas hemos llegado a la luna, y se pretende llegar a Marte, ambas inhabitables, por lo que poder trasladar una probable humanidad en extinción, es inviable. El fin de los tiempos llegará en algún momento, en lo que están de acuerdo la fe y la razón, la ciencia.
Lo ocurrido en Turquía y Siria, con el movimiento de unas placas tectónicas, que la ciencia descubrió, y causantes de esas destrucciones de ciudades, con edificios sin ninguna protección sismo-resistente, son el resultado de una matemática divina aplastante. El ser humano esta dotado, por voluntad de su creador, de algo que le hace único y responsable: la libertad. LIBERTAD para ser una cosa u otra, para creer o no creer, para amar y para odiar, para descubrir y avanzar en el conocimiento. Las leyes humanas no llenan el sentir profundo del ser humano.