"No existe nada que te pueda hacer inmune ante tanto dolor"

D. Casillas
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Con muchos años de experiencia en labores humanitarias en muchos países del mundo, de la mano de Cruz Roja, la cooperante abulense Sara Escudero lleva ayudando a los ucranianos que huyen a Polonia desde que hace 561 días comenzó la invasión rusa

"No existe nada que te pueda hacer inmune ante tanto dolor" - Foto: Lola Ortiz

Delegada internacional y cooperante especialmente activa en Cruz Roja Española es la abulense Sara Escudero, una voluntaria destacada que tras haber desarrollado su labor solidaria en lugares como Bangladesh, Sierra Leona, Mozambique, Irán, Indonesia o Haití lo está haciendo ahora en Polonia, ayudando a la población ucraniana que huye a aquel país de la barbarie que sufre el suyo tras la invasión rusa.

Hoy es 'vuestro' día, el del Cooperante, una jornada que imagino que os sirve para reivindicar vuestra labor en muchos lugares del mundo.

Sí, hoy es 'nuestro día', y creo que es bueno tenerlo porque nos sirve para hablar de nuestras actividades y también, y sobre todo, para poner en valor una acción que se realiza fuera de nuestro país y que siempre tiene como fin ayudar a las personas más vulnerables.

Parece que el mundo sigue evolucionando, pero por desgracia vuestra ayuda no deja de seguir siendo muy necesaria en demasiados países.

No deja de haber desgracias, guerras, hambrunas… Es cierto que las situaciones de emergencia se van incrementando, muchas también derivadas del cambio climático o de la seguridad alimentaria, pero otras muchas, como en este caso en la que me encuentro yo, en Polonia, no son una situación de emergencia por una catástrofe natural, sino que es una situación de crisis humanitaria per se, una suma de realidades que hacen que al final el mundo cada vez sea un poco más vulnerable, por unas razones o por otras, y que este trabajo nuestro sea muy necesario.

También vuestra labor es cada vez más visible.

Sí, seguramente también es más visible que a lo mejor hace unos años, cuando quizás no nos dábamos cuenta de todo lo que ocurría. No quiere decir eso que vayamos a peor, pero es verdad que ahora nuestro trabajo es más visible gracias a los medios de comunicación, a que estamos más comunicados y también a que tenemos más interés por conocer, y eso creo que es bueno en todos los sentidos.

¿Nos cuentas la labor que estás desarrollando ahora en Polonia?

Llevo en Polonia desde el inicio de la invasión de Ucrania, el 24 febrero del 2022, y nuestra tarea aquí es acompañar a la Cruz Roja polaca y a los proyectos que estamos realizando con Cruz Roja Española para la mejora de la calidad de vida de las personas ucranianas que han huido a este país, a través de diferentes proyectos. Lo que empezó como una emergencia, que era la atención y la parte de ayuda a las necesidades más básicas y prioritarias de las personas que cruzaban la frontera, ha ido derivando en otros proyectos que sirven para atender a casi un millón de personas procedentes de Ucrania que ahora mismo residen en Polonia.

Después de trabajar en tantos países en los que has visto cómo las acciones de unas personas causan tanto daño a otras, ¿dejas de sorprenderte, de escandalizarte ante esa realidad?

Yo creo que no existe medicina para dejar de sufrir por ver tanto sufrimiento, no existe nada que te pueda hacer inmune ante tanto dolor, y considero que si llega un momento en el que te puedes hacer algo inmune a ello sería la ocasión de cambiar de tarea. Hay realidades muy difíciles a las que nunca nos tenemos que acostumbrar, y el drama o las necesidades más básicas de las personas son situaciones ante las que no podemos pasar de largo.

He tenido la suerte, digámoslo así, de poder participar en muchas operaciones de emergencia, cada una es diferente, cada una tiene sus peculiaridades, esto sí que es cierto, pero en este caso de Ucrania ha sido un drama que nos ha tocado muy de cerca porque estamos aquí mismo, a las puertas de Europa, y nunca te esperas que algo así vaya a ocurrir tan cerca. Cada uno de esos dramas es diferente, pero todos tienen algo en común, la necesidad de ayudar a quienes sufren.

Viviendo tan de cerca esas situaciones tan dramáticas, ¿cuesta cada vez más seguir creyendo en el ser humano como tal? 

No, nosotros seguimos creyendo en el ser humano, y ojalá que nunca perdamos la fe en él porque hay en la humanidad un montón de aspectos positivos. En cada una de las emergencias en las que he participado existe el dolor pero también está el acompañamiento de las personas voluntarias que participan, la movilización de la sociedad, el comportamiento de cómo la sociedad vive una crisis humanitaria. Quizás podamos llegar a creer que cada día es más difícil creer en el ser humano, pero hay que seguir haciéndolo, porque hablamos de situaciones muy complicadas que tenemos que llevar en el día a día. 

Aunque parece que la situación se ha estabilizado un poco en Ucrania, yo todos los días lo primero que hago por la mañana es contar en qué día de la crisis humanitaria estamos, para no perder el norte, porque es verdad que te metes en el día a día de cualquier operación y pierdes esa noción de cuántos días llevamos, cuántas cosas han pasado durante este tiempo. Hoy (ayer) es el día 561, y a mí no se me olvida que son 561 días de gente que está en la lucha y en una necesidad diaria, y que está fuera de su país y que se ha tenido que movilizar. Y como esta, hay miles de emergencias, porque sigue habiendo otros conflictos armados en Yemen, en Siria, en otros muchos sitios, y tenemos que ser capaces de visibilizar a todos ellos, que no se queden en el olvido.

¿En una experiencia tan dura como la que vivís hay también lugar para el enriquecimiento personal por el trato con la gente a la que ayudáis?

Sin duda, y yo creo que eso es la fortuna de lo que tenemos. Cada emergencia, cada día, cada experiencia, te va conduciendo a estar mejor preparado para otras situaciones, pero también te llevas de ellas el regalo de esa gente a la que ayudas, que comparte contigo la experiencia de lo que ha vivido, de lo que ha sentido, y eso es muy bonito, muy enriquecedor.

¿Cómo podemos ayudar a Cruz Roja desde esta sociedad del bienestar en la que estamos instalados?

La verdad es que hay muchísimos canales para poder ayudar. Es cierto que a lo mejor no todas las personas tienen la suerte de poder estar, como yo, en el día a día, al pie de una emergencia o de una situación de cooperación al desarrollo, pero también hay muchas acciones que se pueden hacer en España, por ejemplo siendo voluntarios de la Cruz Roja de Ávila o de cualquier municipio donde nos encontramos. También son muy importantes las aportaciones económicas, que a nosotros es lo que más nos ayuda a poder continuar en esta labor. Y es también importante hacer de altavoz de sensibilización, siendo portavoces del drama que viven otras personas.

Es cierto que no podemos acabar con la guerra en el mundo o con el hambre, por mucho que queramos, pero sí que es verdad que entre todos y todas podemos hacer que las cosas sean mucho más sencillas para las personas más vulnerables.