'Los caprichos' de Goya se despiden de Ávila

D.C
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Hoy es el último día para visitar en la Biblioteca Pública de la Junta los 80 grabados con los que el genial artista denunció algunos de los principales problemas de su tiempo... y de siempre

‘Los caprichos’ de Goya se despiden de Ávila

Se clausura este sábado en la Biblioteca Pública de la Junta de Castilla y León en Ávila la exposición de grabados pertenecientes a la colección 'Los Caprichos' de Goya, una muestra singular por muchos motivos (por la grandeza de su creador, por su calidad per se, por ser ejemplo de innovación, por la inteligencia con la que denunció problemas de su tiempo… que en ocasiones siguen vivos…) que tanto organizadores de citas culturales como amantes de la cultura en cualquiera de sus campos coinciden en señalar que ha sido una de las citas expositivas más importantes e interesantes de cuantas se han celebrado en nuestra capital en los últimos años.

Es decir, que hoy es el último día para visitar (o revisitar) esta inolvidable colección de grabados, contemplación que puede hacerse entre las 9,00 y las 14,00 horas.

La directora de la Biblioteca Pública de Ávila, Blanca Asenjo, comentó que aunque no tienen forma de contabilizar cuántas personas se han acercado a ver esta exposición, porque sólo se tiene constancia del número de personas que acceden a la entrada general, y por eso es «difícil hacer comparativas»,  sí han notado «más interés del habitual entre los usuarios por la exposición, más gente que a la entrada preguntaba por ella, y creemos que ha despertado ese interés porque Goya es el artista más prestigioso que hemos tenido aquí».

impresión positiva. Además, añadió, «los comentarios que hemos oído a quienes visitaban la exposición han sido muy satisfactorios, la impresión que nos han dejado ha sido positiva; creemos que la gente ha agradecido tener esta oportunidad de tener tan cerca una colección de arte tan interesante, exposición que contó el viernes pasado con el valor añadido de la presentación de un libro, de Clara Martín, que tenía relación con los grabados de Goya, y que se aprovechó también para ver esa muestra».

Durante el mes largo que esta exposición ha llenado la sala de la Biblioteca de la Junta, donde se inauguró el 16 de diciembre, los amantes del arte han podido disfrutar en esa recogido espacio de 80 pequeñas obras maestras que forman un conjunto de grandísimo valor, tanto por la calidad y 'revolución' en su ejecución como por la grandeza y valentía de su significado.

Además, y eso también ha sido importante, las reproducciones de esa colección de grabados de Goya no han sido 'cualquiera', sino que son una 'serie oficial' de ese trabajo –de las que solamente hay 14 en todo el mundo, y de ahí su singularidad–, realizada en el año 1929 y cedida para la ocasión por un coleccionista particular.

Esta colección, en la que Goya demuestra no solo su genio creativo sino también su valentía y su compromiso con una sociedad de la que era consciente que necesitaba un revulsivo para progresar, la publicó en 1799 con el objetivo de criticar excesos, defectos y supersticiones que dominaban en nuestro país (fue especialmente mordaz con la nobleza y el clero) y lo condenaban a seguir en el pasado.

El conjunto de grabados se divide en dos tipos de obras; en una primera parte, que abre con un autorretrato, realiza la crítica desde la razón, y en la segunda lo hace con mayor peso del absurdo, creando unos grabados fantásticos. Es en esa segunda parte donde se sirve de recursos de la caricatura italiana para deformar las facciones de boldsus retratados, exagerándolas y en algunos casos añadiéndolas rasgos animales para resaltar los vicios y las torpezas humanas que son evitables.

La serie estuvo a la venta solamente dos semanas, ya que al perder el poder Godoy y el grupo de ilustrados Goya temió que la Inquisición tomase medidas contra él por la crueldad con la que trataba a la sociedad en general y al clero en particular. Entonces decidió retirar las obras del mercado y poco después, en 1803, ofrece las planchas y los 240 ejemplares disponibles al rey, con destino a la Real Calcografía, a cambio de una pensión vitalicia de 12.000 reales anuales para su hijo Javier. La primera reimpresión se editó entre 1821 y 1836, y la última de la que se tiene noticia fue en 1937.