Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Una casualidad

14/05/2024

Mi inseparable diccionario dice de casualidad: Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar Y busco otra palabra, logia: Asociación o Asamblea de masones, o lugar donde se reúnen. 
Suelo escribir mis artículos con muchos días de anticipación a la fecha de publicación, cada dos martes, que luego releo con regodeo o con pesar, por alguna tontería o por omisiones, cuando lo veo impreso. En mi anterior artículo, publicado el treinta de abril, sobre el tema irresoluto de nuestros trenes, decía que venía de Madrid, de "una reunión de mi logia", …y no se porque lo dije ¿por casualidad? Y el pasado domingo, cinco de mayo, en la pág. 59 de este periódico, se desarrollaba un tema, tal vez por casualidad, titulado Mas allá de los mitos de la Masonería, como una organización discreta, que no secreta. La Asamblea a la que había asistido era de HNA (Hermandad Nacional de Arquitectos, Arquitectos Técnicos y Químicos) sobre temas materiales, que podríamos encuadrar, simbólicamente, que quede claro, dentro de cualquier masonería operativa, pero que, por casualidad, algo tiene que ver con la primitiva masonería secreta y cristiana, durante los siglos de la Edad Media; o tal vez más antiguo (la mención a la masonería se extiende a más de 6.000 años, nada parecido a la organización actual, fundada en el s. XVII, en Inglaterra y en Francia, que dicen fue influyente, sobre todo durante la Revolución Francesa. Aquí en España, estuvo perseguida por el franquismo; baste recordar la repetida frase franquista "la conspiración judeo-masónica". tal vez porque Franco no fue admitido en la misma y por dos veces. La iglesia católica y también los mahometanos y otras religiones, no la aceptan e incluso a sus miembros se les amenaza con la excomunión. Hablar de sus principios, de su lenguaje, de sus reuniones, de los grados existentes en la misma, no es objeto de este artículo, ni siquiera hablar de personajes célebres que fueron masones, como Manuel Azaña, Ramon Gómez de la Serna, Vicente Blasco Ibáñez, Ortega y Gasset, Antonio Machado, Mozart, Voltaire, Churchill, Oscar Wilde, Rudyard Kipling, José Bonaparte, rey de España, hermano de Napoleón, y muchos más, solamente entre los conocidos. Actualmente hay unos seis millones de masones en el mundo, y en España, unos 4.000, siendo la mayor sociedad "secreta" existente.
 Pero volviendo al origen de la palabra masón, que viene del francés "maçon" o del alemán "makon", como albañil, constructor, también de ahí "maison", casa, y tal vez su condición secreta se deba a los grandes constructores de catedrales, que guardaban y trasmitían sus secretos constructivos, con resultados de esos bellos edificios medievales. Y mucho tienen que ver algunos símbolos de la actual masonería, que aquellos utilizaban, ¿otra casualidad?, como son, el compás, abierto 45 grados, en forma de A, principio de todas las cosas; la escuadra y el mazo de mango corto, o el mandil, también corto, ahora profusamente bordado en ricas telas, reminiscencia de los mandiles que usaban albañiles y canteros, sobre todo estos últimos, que era de cuero, para no estropear su vestimenta.   
Y en Avila se ven estos símbolos en algunos escudos nobiliarios, pertenecientes a la familia de los Bracamonte, especialmente en la iglesia de Mosén Rubí de Bracamonte, que bastantes investigadores, especialmente del s. XIX, y en el diccionario Espasa y en el Británico, han manifestado que es un templo o logia masónica, por la cantidad de simbología masónica o franc-masona que contiene, construido en el s. XVI, cuando la masonería organizada proviene del s. XVII. El templo es hermoso y bastante desconocido, habiendo estado enterrado allí temporalmente Adolfo Suarez, con un extraño trazado, de planta de cruz griega con capilla pentagonal y una bóveda nervada preciosa de un gótico tardío, así como la bóveda que sostiene el coro, casi plana, que comunica con la entrada renacentista. Se han vito signos masónicos en las vidrieras de Nicolas de Holanda, que trabajaba en la catedral junto a su padre, como en los escudos de armas sobre los contrafuertes de la capilla, con compases y mazos, pertenecientes a los Bracamontes, de origen francés, los Braquemont, de Normandía, que iban y venían a/de Francia, hasta que se asentaron definitivamente en Avila, castellanizando el apellido, pero manteniendo los símbolos heráldicos de compás y mazo. ¿es simplemente heráldica o hay algo más? ¿solo es casualidad? ¿No podían haber elegido otros símbolos?
La insignia de los arquitectos actuales es un emblema circular formado con la mitad izquierda de rama de roble, y la derecha de laurel; rematado por una corona, y en el interior un compás abierto sobre una rosa, todo con su simbología. ¿es mera casualidad?  Alguien ha dicho que la casualidad no existe. Si la causalidad.