Fernando R. Piñero

Blanco sobre blanco

Fernando R. Piñero


El polizón del Ulises

10/06/2023

Con el advenimiento de junio, llega también un mes tradicionalmente muy literario, como lo es asimismo el verano en toda su extensión. Al calor producido por el sol en su menor distancia con respecto al orbe, la búsqueda de sombra se une a la frescura irremediable de una lectura en la orilla de una playa, bajo un árbol vigoroso o sobre un césped o una hierba refrescada en la mañana. Junio es un mes en el que la feria del libro del Retiro provoca un aluvión de amores compartidos por la lectura, en forma de colas interminables a la vera de una caseta donde aguarda el anhelado creador, con su bolígrafo desgastado de tanto adornar con su firma las primeras páginas de sus embriones. El recientemente desaparecido Antonio Gala, inclasificable, llegó a admitir que hacía tiempo que había redactado una suerte de manual para agilizar aquello de las firmas. Todavía esperamos esas colas en algunas de nuestras plazas.En Ávila, la feria del libro tuvo lugar en abril, coincidiendo con la celebración del día 23. Varias casetas fueron ocupadas por diferentes librerías, que trasladaron sus respectivas ofertas al Mercado Grande, al igual que tuvieron lugar diferentes actividades que sirvieron para completar la celebración. Aunque sin colas ni presencias de autores en busca de sus lectores. Los libros adquiridos en esos días envidian a sus semejantes, a los que estos días en Madrid se les infunde vida a través de la tinta. A lo anterior se sumó la feria del libro antiguo, que ha conseguido situarse como una de las ediciones más exitosas de los últimos años en palabras de los propios libreros. En los anaqueles de las casetas, el polvo de obras maestras de ediciones remotas se unía a la rugosidad de las portadas, algunas remarcadas por el dorado de sus títulos antiguos pero imperecederos. Obras firmadas por sus autores, dedicadas a personajes anónimos, pero que consiguen aumentar el valor de los libros, convertidos en verdaderos objetos de culto para aquellos que deciden apostar por la fe efectiva en las palabras. Todo ello se dejó ver en la ciudad.Y es que la ciudad es un escenario literario en sí mismo. Desde el lirismo místico de los cantos de Teresa y de Juan de Yepes, hasta las obras más contemporáneas que retratan un paisaje de sombras reflejadas en el adarve de unos muros de piedra: la gloria de don Ramiro o la infancia del huérfano Pedro bajo las enseñanzas de Mateo Lesmes y la sombra de un ciprés, en una ciudad no protegida por sus murallas sino encerrada por ellas, en las propias palabras de Delibes. Todo ello hasta llegar a la poesía humanista de un poeta, Goytisolo, que dedicó un canto de nocturnidad a la ciudad fría del pasado, con gallardetes en sus muros. Y a la brillantez de un joven Lorca que vivió, aunque solo fuera por unos días, entre las gentes de una Ávila lejana pero tangible en la frescura de sus noches, la robustez de sus palacios y las impresiones de los rincones teresianos.La lectura es un pilar fundamental para el desarrollo de la sociedad y por eso debemos cuidarla y fomentarla. La principal oferta literaria de la ciudad, la biblioteca pública, debe complementarse con la realización y consolidación de eventos como los ya mencionados, que favorezcan la percepción de que la literatura es salud en una época en la que la falta de pensamiento crítico se ha convertido en una terrible patología. Es posible que en los libros no se hallen todas las respuestas que buscamos, pero sí encontramos la oportunidad de abordar los problemas desde otro punto de vista menos cruel que al que nos condena la realidad. No hay nada más plenamente humano que la imaginación. Cualidad que, como el buen vino, hay que convertirla en una gran reserva, aunque en este caso de recursos y creatividad, para hacer la vida más agradable. En El polizón del Ulises, Ana María Matute resume la esencia de la fantasía, personificada en la cabeza de un niño que consigue que un barco que él mismo ha construido en el desván de su casa navegue hasta mundos desconocidos. Es ese ansia de libertad de la niñez la que se refleja en el placer de una buena lectura al calor de la chimenea en el invierno o a la sombra en una tarde calurosa de verano. Hagamos el esfuerzo de viajar sentados. La lectura, como la vida, lo merece.