Editorial

La exigencia de análisis ante la falta de mano de obra en distintos sectores

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A pesar de que la cifra de desempleados de la provincia de Ávila se aproxima a las 9.000 personas, exactamente 8.788 según los últimos datos registrados por el Servicio Público de Empleo correspondientes al mes de mayo, el dato más bajo de este mes desde 2008, hay un buen número de sectores en los que encontrar mano de obra está siendo una tarea muy complicada. Esta situación ha traído consigo que se abra una oportunidad para ciudadanos extranjeros, que acuden a nuestro país para buscar un medio de vida que les permita subsistir en mejores condiciones que las que encuentran en su nación de origen. Y esa parece ser la causa de que, ante la falta de mano de obra en distintos sectores, se haya propiciado que al cierre del año 2022 se hayan registrado 264 autorizaciones de trabajo a personas extranjeras en la provincia de Ávila, el nivel más alto de la última década, y es que desde el año 2015 no se habían superado los 200 permisos.

Esas cifras demuestran, en primer lugar, una reactivación de la economía, con sectores que durante año parecían languidecer, y ahora buscan un impulso. Al mismo tiempo, estamos hablando de trabajadores que, fundamentalmente, cubren puestos en sectores como la hostelería, la ganadería, la agricultura, la construcción o los servicios domésticos. Empleos que no exigen una formación académica muy elevada, pero sí que precisan de una alta exigencia (física, mental…) y una gran predisposición. A ello se une también que las condiciones laborales no son las más favorables, con salarios que no son elevados y con jornadas de trabajo que precisan un alto desempeño, circunstancias que no se deben pasar por alto a la hora de encontrar los motivos por los que existen dificultades para cubrir esos empleos.

Empleos que sí que están dispuestos a asumir personas que buscan en este país un medio de orientar su vida, y las de sus familias, ante las dificultades que encuentran en sus países de origen. Es por ello que esta mano de obra, y esto no es una novedad de estos tiempos, es imprescindible y obliga a formales convenientemente para que puedan desempeñar su actividad laboral con las mejores prestaciones. Y ahí hay que reconocer la labor que están desarrollando algunas organizaciones para facilitar la integración social de estas personas.

Y también obliga a repensar la educación que se está impartiendo en nuestro sistema educativo, que está conduciendo a que se saturen algunos estudios en los que no hay salidas profesionales, mientras que, por otra parte, hay nichos de empleo que se están descuidando, y que son fundamentales para el desarrollo de nuestra sociedad, quedándose sin mano de obra cualificada.

Y seguramente también habría que analizar profundamente qué circunstancias laborales rodean a esos empleos sin mano de obra y son las que están llevando a que se produzca esa situación. Una difícil ecuación cuya solución debe partir de fomentar la configuración de una sociedad que tenga ganas de trabajar, y que lo pueda realizar en aquello que más desee, y que es un hecho que, desgraciadamente, en un porcentaje mínimo se consigue.