Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


Entre el Dulce y el Salado, Sigüenza

01/11/2023

La ciudad está tensa, nerviosa, muy esperanzada, con múltiples apoyos y dedicada a los trámites para ser declarada Patrimonio de la Humanidad. Y no solo la ciudad del Doncel, por su importantísimo patrimonio histórico, sino de todo un paisaje impoluto y parado en el tiempo, un espacio entre dos ríos: el Salado y el Dulce. Por tanto, no se trata de sabores ni de gastronomía, sino se sensaciones en un entorno geográfico e histórico jalonado por el último románico que nació en ese movimiento hacia el sur de la tierra reconquistada. Dos ríos, dos poblaciones, Sigüenza y Atienza, muchos pequeños pueblos y todo un mundo de paisaje sosegado.
Y si son dos poblaciones que ofrecen un riquísimo patrimonio monumental e histórico, el entorno, el envoltorio pone otro tanto de atractivo, el paisaje de esas montañas que están a caballo entre las estribaciones orientales del sistema central y los inicios del sistema Ibérico, con muchas connotaciones especiales como la microreserva de los cerros volcánicos de La Miñosa, o esos montes entre castilla y León y La Alcarria de Guadalajara, la Castilla del sur, como me decía un camarero… una belleza y un sosiego truncados por esos gigantes metálicos, los molinos de Don Quijote que no lo son, que no se si dan energía limpia dudosamente y abundante ?estos días estaban como locos por los fuertes vientos reinantes, otros días como dormidos sobre las montañas?, pero siempre rompen el paisaje de estos interiores que no están cerca de ninguna parte… 
Nos decía Pilar, la Cronista de Sigüenza con vehemencia, pleno conocimiento y pasión en sus palabras, que nos describían magistralmente el paisaje cuando nos dirigíamos a Atienza. El paisaje, una belleza y un valor añadido a la idea de conjunto. Una visión impoluta en las zonas en que no han aparecido esos gigantes… 
Yo fui hace muchos años, no lo recuerdo muy nítidamente, a esa fiesta de «La Caballada», que no vi muy bien, porque el viaje nos cundió poco, fue largo y lento, y llegamos, como se suele decir, «al humo de las velas»… tampoco entonces había las posibilidades de hoy de visitar esa tres iglesia-museo que son un especial atractivo. Pero descubrí un lugar con encanto en un lugar anclado en el medievo. Luego he vuelto más veces a una y otra ciudad y villa, y siempre recuerdo el impacto de las imágenes, que no las fechas, como cuando vi por primera vez, entre otras muchas cosas, el famoso Doncel, una imagen que aparecía en un libro del bachillerato y era una meta futura para conocerle. Si la primera vez me impactó, la imagen y todo lo que le rodea, con la catedral toda, el enigma de una figura tendida leyendo, de una finura y exquisitez máxima. La he vuelto a ver con pasión, aunque pueda parecer un tópico, y he descubierto un nuevo secreto de la escultura mausoleo. Siempre se dijo que estaba leyendo, pero me incliné para comprobar que esa escultura lectora está en un momento de meditación, con la vista baja y la línea de mirada fuera del libro. Es como un momento de vista perdida y recapacitando… ¡Que belleza!
Algo parecido me pasó con aquel castillo en ruinas que escudriñe en la clandestinidad admirando aquellas ruinas enormes, ruinas románticas. Poco después ya como parador, hice algunas visitas más, la típica de tomar un café en su cafetería, para fisgar… todo ya reformado y recuperado para el turismo y la hostelería. Ahora ha sido nuestro alojamiento de largos pasillos entre almenas y torres, rodeando el enorme patio de armas. El gran salón de doña Blanca de Borbón, que en eso tenemos conexión, Sigüenza, Arévalo y sus castillos, que fueron prisión de tan desafortunada reina que conmovió al pueblo arevalense en sus desgracias. Compartimos la tristeza de ser prisión de una reina que no fue por intereses, apartada y marginada.
Esos salones, uno la antigua iglesia de Santiago, en recuperación como sede del románico saguntino. Y el del Pósito hoy salón de actos, lugar de las comunicaciones. Y el salón del castillo, doña Blanca, sede de la apertura del congreso, de comidas de hermandad y de la música del grupo saguntino  Amuse, música de todos los tiempos a veces coreada… 
Después del bache de la pandemia, la supresión, ya es un hecho la recuperación de este foro de los Cronistas de España. Próximo año, en la bimilenaria Mérida.