Editorial

La Escuela Nacional de Policía, motor económico de Ávila

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La Escuela Nacional de Policía se ha convertido en uno de los «motores económicos» de la provincia de Ávila. En primer lugar por los cientos de puestos fijos que genera su funcionamiento, no solo con su profesorado, también con el personal que se encarga de hacer que estas infraestructuras estén en perfecto orden, con su mantenimiento, limpieza, servicio de comedor, suministros de todo tipo, proveedores, y un largo etcétera. Y, en segundo término, por la presencia de más de 3.000 alumnos que a lo largo de todo el curso permiten que un amplio tejido comercial y empresarial de la ciudad de Ávila subsista gracias a ellos. Y es que aunque una amplia mayoría habitan en las instalaciones del centro comercial, también se les puede considerar durante el tiempo que permanecen aquí como ciudadanos de Ávila, que compran en establecimientos de alimentación, ropa…, van al gimnasio, a la peluquería, salen de cañas… Y junto a ellos sus familiares, con sus visitas periódicas, y que tiene su punto culminante con esos actos de jura de cargos multitudinarios que suponen todo un acontecimiento para la ENP y para la ciudad. No debe olvidarse tampoco su repercusión en el sector inmobiliario, fundamentalmente en el del alquiler, por parte de aquellos que no duermen en el centro policial.

Aunque no exista estudios recientes que cuantifiquen la repercusión de ese impacto, hace años se habló de que podía llegar a los 36 millones de euros anuales, lo que para una ciudad como Ávila supone un soporte esencial para el mantenimiento de muchas pequeñas empresas y, con ello, de cientos de puestos de trabajo.

Por eso es tan importante que se siga insistiendo en que las pruebas físicas de acceso a la Escala Básica, que antes de la pandemia se centralizaban en las instalaciones de la Escuela Nacional de Policía, se recuperen en su totalidad. Hay que recordar que en aquella etapa pasaban por Ávila a diario entre 800 y 1.000 aspirantes durante más o menos un mes que duraban esas pruebas (en torno a los meses de octubre y noviembre), que contribuían a generar unos interesantes ingresos que venían a reforzar a muchas empresas en unos meses donde la caída de la actividad es sensible. Ahora, al ser sede compartida, esas cifras han disminuido considerablemente, y además sólo se prolongan durante una semana. En definitiva, era flujo de visitantes para la ciudad más que interesante que habría que intentar que retornarse en su totalidad.

No obstante, lo fundamental es que se siga cuidando esa estrecha vinculación histórica que se ha creado entre la ciudad de Ávila y la Escuela Nacional de Policía, y se mantenga intacta, demostrando la misma fortaleza que siempre ha mostrado y se sigan aprovechando las oportunidades que se presentan. Y esa oportunidad llega al convertirse en sede del Centro Universitario de la Policía, que abre una nueva puerta para que esa presencia de alumnos sea cada vez más amplia y contribuya, al mismo tiempo, a que Ávila siga creciendo en ese sello que entre todos se debe construir de convertirla plenamente en una ciudad universitaria, de estudios, y también de seguridad.