Ismael del Peso Jiménez

Los hollines de las llares

Ismael del Peso Jiménez


Las culebras que maman, culebras con pelos y otras leyendas

08/05/2023

Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por esto que has hecho, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo" (Génesis 3:14-24).
La morfología de los ofidios tan diferente a las aves y los mamíferos siempre ha suscitado temor en el ser humano. Temor ante aquello que se desconoce. Pero no es exclusivo del ser humano la fobia congénita a estos reptiles. La primera reacción de los animales cazadores ante la aparición súbdita de la culebra es un paso atrás e incluso un salto de sorpresa y pavor. Las culebras son las criaturas cazadoras más eficaces del reino animal. La aversión, el miedo y el desconocimiento ancestral han desatado un verdadero pánico y un temor atávico en el medio rural hacia los ofidios. La interpretación de las Sagradas Escrituras, el vínculo bíblico de la serpiente y Satanás, el pecado original, la tentación, la astucia… El mal personificado en forma de culebra no han hecho sino intensificar los mitos y leyendas negras de estos animales.
1. CULEBRAS QUE MAMAN.  En todos los pueblos de España se conocen las leyendas de grandes culebras que maman leche materna, metiendo la punta de su cola en la boca del bebé para que este no llore y no despierte a la nodriza. Cuando no disponen de mujeres lactantes también se nutren de las hembras del ganado. Su mamar es una caricia tan suave y delicada que hasta resulta placentera para la madre. Mucho más que la de su propia cría e incluso les relaja tanto que caen sumidas en un profundo sueño casi hipnótico. ¿Quién no ha escuchado alguna vez alguna de las múltiples versiones de esta leyenda? Para empezar para que un animal pueda mamar es imprescindible reunir varias cualidades biológicas. La primera las hembras de esa especie han de estar provistas de mamás y de glándulas mamarias (la culebra no las tiene). Además, ha de tener labios que posibiliten la succión junto a una dentición que no lastime los pezones. Las culebras no tienen labios ni dentición "de leche". Son reptiles no mamíferos. Por lo tanto, no maman. Es más, hay que añadir a lo descrito que para la correcta digestión de la leche se necesitan encimas que procesen adecuadamente la lactosa. Las culebras también carecen de ellas. No son sino símbolos y parábolas mal interpretadas. Es un mito muy extendido en toda la península la afición de las culebras a la leche y muchos dichos, sentencias y refranes populares lo atestiguan. "Como las culebras a la leche". Existen incluso multitud de recetas para librarse de las culebras mediante un tazón de leche envenenada como atrayente. Incluso considerando como culebras las tenias intestinales hay referencias de numerosas técnicas con la leche como ingrediente esencial para expulsar el parásito que se habría colado como huésped okupa y sin invitación, encubierto en una manzana (de nuevo simbología religiosa) o simplemente se colaba por la boca o la nariz mientras duermes. Nuestro acervo cultural está lleno de leyendas al respecto. En ellas se narra cómo se utilizan diferentes amuletos para disuadir a las culebras que huelen la leche materna. Desde la cabeza del reptil previamente desecada, rezos, oraciones... Lagartos vivos que avisan de su presencia, envolver al bebé con una camisa de culebra... La riqueza de las tradiciones es inagotable.
 "Una culebra llegó y de mil pechos mamó,
pero la Virgen María mamando la sorprendió.
 Por beber de aquesta leche yo te condeno
 que por el día y en la noche andes arrastra por el terreno.
 Y para que así ande toda su vida 
recemos a Nuestro Dios un Padre Nuestro y un Ave María".
Ese halo de misterio, miedo atávico y simbología religiosa que envuelve a las culebras les ha empapado a lo largo de la historia de propiedades medicinales y curativas. Su carne, muy apreciada en el seno de la llamada "España Profunda" no sólo era consumida por sus propiedades culinarias. Se le atribuyen tanto a la carne como a las camisas de las mudas de su piel la capacidad de curar el acné, desinfectar y cicatrizar las mordeduras de alimañas en bestias y personas y la recuperación de enfermos anémicos. El herpes zóster (popularmente "la culebrilla") se trataba también con agua de culebra. Las culebras, limpias y evisceradas se dejaban secar en adobo como la matanza para su utilización cuando fuera necesario. También se conservaban ahumadas y maceradas en alcohol de romero y aguardiente.
El sebo, previamente deshidratado con azúcar y sal se conservaba para desinfectar heridas, extraer espinas y estillas clavadas y en el tratamiento de diviesos y procesos gripales. 
La 'culebrilla' se contagiaba, según la creencia popular, cuando un reptil pasaba por encima de la ropa tendida al aire libre y esas prendas se empataban del mal y al contacto con la piel (ropa íntima, toallas o sábanas) se manifestaba el herpes. Si la prenda que rozó la culebra fue el mandil la primera afectada por la culebrilla sería la usuaria de la prenda sobre todo si coincidía que estaba menstruando, en cuyo caso serían contagiados todos los miembros del hogar. El "mal" de la culebrilla iría en aumento en el clan familiar con cada nueva menstruación de la usuaria del delantal que agravaría el padecimiento. Así, se iría gestando año tras año hasta que, en la senectud, en un momento de debilidad sería evidente su despertar... 
Las llamadas culebras "morronas", "morrillas" o "eslabones" serán doblemente mágicas porque nunca les da el sol, viven en absoluta penumbra y por su morfología parecen tener dos cabezas. Todas estas referencias son citas de las culebrillas ciegas y eslizones, siendo estos últimos un capítulo aparte, pues sus cortas patas les hacen únicos y especialmente llamativos (culebras con patas) y serían la encarnación del tránsito de la dolencia hacia la sanación. Serían los eslizones aquellas culebras morronas o eslabones que un día contagiaron un ser humano bien por contacto directo, bien a través de la ropa, que habiendo bebido el enfermo el agua de culebra, el reptil culpable del contagio, conforme sana el enfermo se transforma en lagarto. (De ahí la frase "lagarto lagarto…"). 
 "Si te pica el eslabón coge la pala y el azadón".
Así mismo se atribuyen a su piel propiedades de clarividencia mental y aumento de la sagacidad, astucia e inteligencia sibilina. 
2. EL CANTO DE LAS CULEBRAS. Quién no ha oído alguna vez a nuestros mayores referencias a cómo cantan las culebras... "Parecido al croar de una rana pero más seco", "Las culebras cuando cantan se parece mucho chasquido de la lengua en el paladar al arrear las caballerías ", "El canto de la culebra es igualito al ruido de hacer chocar la lengua entre los dientes y el carrillo para espantar a un perro"… Al igual que para que un animal pueda mamar son necesarias ciertas cualidades biológicas, para que una especie cante, o emita algún sonido gutural, es imprescindible reunir al menos dos condiciones. La primera la capacidad física en su diseño biológico y la segunda el sentido del oído. Las culebras no cantan. No están facultadas para ello porque carecen de laringe fonadora. No pueden emitir más locuciones que los bufidos de intimidación y los silbidos de advertencia. Digamos que son mudas. Mudas y sordas. ¿Qué sentido tiene cantar si los congéneres no pueden oírlo? Las aves se comunican entre sí mediante el canto y los gorjeos. Porque las aves se oyen y se escuchan. Las culebras ni se escuchan ni se oyen. Su canto sólo serviría para delatar su presencia a presas y predadores. Las salamanquesas sí emiten sonidos. A menudo ese croar que describen como cantos de culebra es el rechinar de esos "tira tiros" en sus épocas de celo. Otras veces son anfibios, sobre todo sapos, los autores del concierto. Y en las noches de verano, son los chotacabras los tenores de los chasquidos que atribuyen a las culebras. Malditas, mudas y sordas… Menudo currículum...
3. CULEBRAS CON PELO. Nuevamente los mitos, las leyendas, las historias… ¿Quién no ha oído hablar en los pueblos de enormes culebras con pelo? Culebras muy largas y con grosores descomunales con el dorso cubierto de pelos… Pese a que por definición las culebras tienen la piel cubierta de escamas y no de pelos, no mienten quienes afirmaron que vieron culebras con pelos porque cuentan su verdad. A menudo, meloncillos en el sur de España y musarañas en toda la península han sido los verdaderos protagonistas de estas leyendas. Ambos tienen la costumbre de desplazarse en familia avanzando en fila india, y mordiendo cada individuo la punta de la cola del que tienen delante. La silueta en la lejanía o entre dos luces de estas estampas, es precisamente una culebra con pelos. En ejemplares de avanzada edad y buen tamaño, en el momento de la muda (sobre todo en las bastardas) quedan a veces largas escamas a medio desprender entre el cuello y la cabeza que tienen igualmente aspecto de pelos. Sumemos que la fobia, la imaginación y la superstición son un cóctel muy antojadizo, imaginativo y caprichoso... Y ya tenemos las culebras con pelo. 
4. OTRAS LEYENDAS. Esta que paso a describir no sólo la cuentan personas mayores así, generalizando, sino que la he oído desde muy niño en el seno de mi propia familia. Se decía que si de una bestia de tiro que se agacha para beber cae al agua un pelo con raíz, en ese charco de agua el pelo se convierte por generación espontánea en una culebra. Que sí, que ponen huevos. Que sí, que las víboras paren crías vivas (su reproducción ovovivípara también indujo la creencia que las víboras infantiles se comían a la madre para salir al exterior de su cuerpo y nacer, igual que grandes arañas y arraclanes). Pero además de todo este bagaje reproductivo, las culebras como buenas discípulas y emisarios de Satanás tienen el poder de surgir a partir de un pelo con raíz caído en un charco de agua. En el reino animal existe un orden (nematomorfos) que ciertamente tienen forma de largos pelos y viven en el agua. Aquí tenemos la raíz del pelo y la raíz de las leyendas. Basiliscos, lacuercos, alicantes y quien sabe cuántas otras acepciones en las diferentes zonas rurales de España no son sino un riquísimo acervo cultural al que conviene poner filtros, pero conservar e intentar que no se pierdan nunca. Como colofón, no todo es negativo ni oscuro en las relaciones del hombre con los oficios. El escudo de la Farmacia y la Vara de Esculapio, simbolizan el poder de la curación, el valor del antídoto. El poder de la sabiduría frente a la ignorancia y el proverbio "en la dosis está el veneno".

ARCHIVADO EN: España, Farmacia