Laura García, Premio Internacional de Poesía Álvaro Tejero

D. Casillas
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La poeta abulense se alzó con ese premio, al que se presentaron 214 poemarios de 18 países, por el libro 'Fuga mundi', en el que da testimonio de la pérdida de tiempo que sufrimos en los medios de transporte

Laura García, Premio Internacional de Poesía Álvaro Tejero

La poeta abulense Laura García de Lucas ha ganado la IV edición del Premio Internacional de Poesía Crítica Álvaro Tejero Barrio, una invitación a practicar la lírica "de carácter crítico en cualquiera de sus registros" con el afán no solamente de "mirar críticamente el mundo" sino también para «aspirar a transformarlo», con el poemario titulado Fuga Mundi.

Muy «contenta» por la consecución de este premio, dotado con la edición del libro y 500 euros, Laura García resumió que ese poemario, en coherencia con esa perspectiva crítica que piden las bases del galardón, aborda «un poco la urgencia de los tiempos modernos, esa necesidad de tener que estar continuamente en movimiento y perdiendo el tiempo en ello», pero no «con el tono reivindicativo que podía tener la poesía social de los años 50 y 60, sino más buscando dar testimonio de esa realidad, que creo que a todos nos afecta».

«El punto de fuga» del poemario, añadió, «es que nos pasamos una gran parte de nuestro día a día en los transportes públicos, moviéndonos en el fondo hacia ningún lado, porque vamos, venimos, pero al final del día volvemos al punto de partida sin que ese viaje nos haya aportado nada».

«Me parecía muy interesante abordar esa realidad de que vamos deprisa, en un transporte en el que hay ciertas reglas para con los otros, y donde compartes un tiempo con un desconocido que va sentado a tu lado con el que curiosamente, además de la evidente cercanía física, hay una intimidad muy grande porque estás escuchando lo que dice», apuntó la autora.

Esa visión de prisa y pérdida de tiempo la aborda García de Lucas no como algo neutro, «porque creo que lo neutro no existe porque en el momento en el que tú pones tu mirada sobre ello», sino más como «algo testimonial, un mirar lo que nos ocurre a mucha gente en unos desplazamientos en los que vives mucho tiempo, hacia ti y también influido por ráfagas del exterior». En ese sentido, añadió, Fuga mundi tiene también «algo de implicador, porque creo, o al menos espero, que el lector se sienta identificado de alguna forma, porque aunque sólo sea en ese tiempo que pasamos todos esperando al transporte que nos llevará a casa cuando acaba la jornada laboral nos vamos a sentir muy identificados».

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