Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Desinterés

17/10/2023

Ha pasado más desapercibido de lo que merecía un estudio de 'Political Watch' que aporta detalles interesantes sobre las relaciones entre la clase política y los ciudadanos del mundo rural. Apenas se ha oído hablar de este informe y menos, claro, entre los afectados, que, dicho sea de paso, no salen muy bien parados. El resumen es que el Parlamento ignora una de cada cuatro demandas principales de los pueblos. No llegan ni al Congreso ni al Senado; no se habla de ellas; no existen; ningún parlamentario las expone ni se preocupa de ellas aunque se refieran a un problema tan básico y universal como el sanitario. 'Political Watch' alerta de la ausencia de cuestiones como garantizar el derecho a la teleasistencia, favorecer el acceso a especialistas, mejorar el servicio de transporte público para facilitar la movilidad de los pacientes y aumentar el número de dotaciones hospitalarias. Como se ve, minucias, nimiedades, cuatro quisicosas que no alteran la visión que tiene la Junta de Castilla y León de su gestión sanitaria. Aquí todo va bien; aquí no pasa nada. Y si pasa, se le saluda o, si se tercia, se le inaugura y se repite que estamos mejor, por encima de la media. El estudio citado, que abarca desde el 2016 al 2023, parece decir lo contrario, pero siempre habrá alguien ajeno a quien echarle la culpa. Y destaca un aspecto llamativo: la falta de diálogo participativo entre los habitantes de la España rural y los representantes políticos. Es decir, muchas de las peticiones y quejas de los pueblos no llegan al Parlamento porque los elegidos en las urnas para ser portavoces de esos asuntos no se enteran, o no quieren enterarse o, si se enteran, no dicen ni pío no sea que se enfade el jefe y les deje sin sitio en las listas. Y así le va al medio rural, cada vez más empobrecido y despoblado, pese a que a todo el mundo se le llena la boca con lo de la España vacía o vaciada. Por palabras que no quede, pero, a la hora de la verdad, hay bastante desinterés por solucionar los problemas cotidianos y estructurales de los pueblos. Desinterés, o desdén, o desprecio, o llámenlo como quieran. Y así, llevamos años y años; toda la vida.