Gaza toca fondo

Joan Mas Autonell (EFE)
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La Franja sufre una crisis económica sin salida por culpa del bloqueo israelí y la falta de recursos del Gobierno de Hamas

Gaza toca fondo - Foto: Joan Mas Autonell

La situación de Gaza es extrema. «Toca fondo» y sufre una crisis económica y energética de la que «no tendrá salida hasta que acabe el bloqueo israelí sobre la Franja», algo agravado este verano por la falta de electricidad y de ingresos del Gobierno del Movimiento de Resistencia Islámica Hamas, según denuncia su portavoz, Hazem Qasem.

«El bloqueo, que dura ya 17 años, generó muchos problemas y los profundizó más», indica Qasem, mientras la luz se corta varias veces por causa de un abastecimiento eléctrico que se redujo a medida que estos meses estivales aumentaron los precios del combustible, el consumo eléctrico y las temperaturas. Esto hizo subir el descontento, las quejas se hicieron virales en redes sociales estas últimas semanas y hace unos días miles de personas salieron a manifestarse en varios puntos de Gaza contra las malas condiciones de vida.

Esto es una muestra de disenso poco usual en la Franja, donde se ha acusado al  grupo islamista de aplicar mano dura en el pasado contra los movimientos de protesta críticos con su gestión.

Las movilizaciones recientes -que se sucedieron de norte a sur del enclave- fueron convocadas virtualmente por la campaña Queremos vivir, mismo nombre del colectivo que impulsó protestas similares en 2019, reprimidas duramente por Hamas. «¿Dónde están la electricidad y el gas?», gritaban los congregados en una de las marchas, finalmente dispersadas por la Policía.

Precariedad

El portavoz de la organización extremista admite que «la gente está cada vez más agotada», y advierte que «la actual crisis podría llevar a una explosión» en Gaza, territorio con más de 2,3 millones de habitantes que depende en gran parte de una sola central eléctrica, y donde las autoridades no pueden pagar ni el sueldo completo a sus empleados.

Actualmente, «los ciudadanos tienen acceso al suministro eléctrico por cinco horas al día o menos», un flujo incluso más bajo que en otros tiempos de escasez, cuando había unas ocho horas de corriente. Esto perjudica más la actividad económica e industrial de Gaza, ya depauperada por el bloqueo, lo que genera una falta de productos básicos que «aumenta los costes de los bienes importados, sobre todo de Egipto», también a causa del encarecimiento global de precios.

Ante esta crisis crónica, un desempleo que afecta casi al 50 por ciento de la población y el 80 por ciento de gazatíes dependiente de ayuda internacional, «la capacidad del Gobierno para recaudar ingresos y cubrir gastos básicos es cada vez menor», asegura Qasem, aunque también hay fuentes en Gaza que denuncian falta de transparencia y sospechas de prácticas corruptas entre las autoridades locales.

Con todo, el problema de raíz de las penurias es el bloqueo impuesto por Israel sobre la Franja en 2007, cuando Hamas arrebató el poder a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que gobierna en partes de Cisjordania y está dominada por el partido secular Al Fatah, con el que el grupo está enfrentado desde entonces. «El pueblo quiere el fin de la división», afirman muchos palestinos, cansados de la rivalidad entre las dos principales formaciones en su territorio.

Reconciliación 

Ante esta situación, la mayoría de facciones palestinas se reunieron en Egipto hace unos días para tratar de nuevo la reconciliación, y entre los presentes estuvieron el presidente de la ANP y líder de Al Fatah, Abu Mazen, y el de Hamas, Ismael Haniyeh. Ambos apelaron al fin de la división y se anunció la creación de una Comisión para culminar la reconciliación, aunque en el pasado hubo varias medidas similares que no llevaron a la unidad.

Sin embargo, según Qasem, ahora hay «una oportunidad de pacto» que se debe aprovechar, especialmente por la existencia de un Gobierno israelí con socios de extrema derecha con una agenda antipalestina, una causa común por encima de diferencias internas.

Ante ello, se debe tomar «una estrategia de resistencia unitaria» con «acción militar» y «herramientas políticas y diplomáticas» de confrontación tanto desde Gaza como Cisjordania, concluye.