El sonido del Miserere rasga la noche de Ávila

J.M.M.
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Las imágenes de Santa María Magdalena y el Santísimo Cristo de los Ajusticiados volvieron a encontrar en la noche del Martes al Miércoles Santo acompañados del canto del Misesere

El sonido del Miserere rasga la noche de Ávila - Foto: Isabel García

Cae la noche del Martes Santo. Cuando aún resuenan los últimos compases de la Procesión de Medinaceli que acaba su recorrido penitencial en la Catedral de Ávila, el Ilustre Patronato de la Purísima Concepción, Santa María Magdalena y Ánimas del Purgatorio se dispone a vivir su estación, la que viven desde el año 1993 recuperando aquellas que se organizaban en torno a 1540, la Procesión del Miserere. El paso de Santa María Magdalena, talla anónima del siglo XVI, perfectamente engalanado para la ocasión, se dispone a salir de su morada, la iglesia de la Magdalena, allí donde es custodiado por las hermanas concepcionistas. Todo está preparado. Es medianoche. Los hermanos cofrades del Patronato, pertrechados con su túnica blanca con puños y fajín azules, y capa y verdugo negros, salen del templo camino de la plaza de Santa Teresa en dirección al Arco del Alcázar. El sonido de la noche del Miserere se adueña de Ávila. Cientos de abulenses y visitantes acuden a ver esa salida, en un silencio respetuoso sólo roto por el roce de las cadenas, el golpeteo de las baquetas con el tambor, el ritmo que imponen las varas mientras avanza la estampa de la Magdalena que se adentra en la ciudad amurallada. Toma la calle de la Cruz Vieja, copada por cientos de fieles, devotos, que se prestan a vivir uno de los momentos más sobrecogedores de esta estación penitencial, en uno de los rincones más singulares de esta Ávila, ciudad Patrimonio de la Humanidad. Las cadenas que portan dos de los penitentes con los pies descalzos rasgan el adoquín granítico. Suena una campanilla, antes lo que ha hecho una carraca, también lo hacen esas baquetas que impactan contra la madera del tambor, en un sonido hueco, frío, que hace grande en la noche. El paso de la Magdalena se alza en una calle perfectamente iluminada, presidida por esa Cruz vieja también recuperada. 24 anderos le llevan, doce de ellos marcan el compás con sus varas que impactan con el suelo, al unísono, en un ritmo sin pausa. La noche, fría, sin viento, acogedora bajo el abrigo. Y llega a la plaza de la Catedral para continuar avanzando hacia el encuentro con el Santísimo Cristo de los Ajusticiados.

Prácticamente en ese momento, en la ermita del Humilladero, los cofrades del Real e Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz se preparan para salir a recibirles. El silencio de la noche fluye, únicamente roto por el sonido del impacto de la madera del tambor. Recorren el camino desde su ermita hasta situarse delante de la Puerta de San Vicente, dejando a un lado a la basílica de San Vicente, que luce hermosa como testigo de ese momento, y tras haber superado la glorieta que lleva el nombre de este Patronato. El encuentro se produce junto al arco. Una cálida y fraternal acogida entre los miembros de los dos Patronatos para caminar ahora juntos guiando a la Magdalena para postrarse a los pies del Santísimo Cristo de los Ajusticiados. Emoción contenida en ese avanzar firme de la estampa de la Magdalena, aproximándose rítmicamente, rodeada por la mirada de cientos de fieles que aguardan con expectación el momento de ese encuentro, en el que las dos tallas quedan una frente a la otra en completo silencio.

Entonces la coral Amicus Meus entona el Misesere: "Miserere mei, Deus Secundum magnam misericordiam tuam…" ("Ten piede de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia…" Un relato sobrecogedor en la noche despejada de Ávila, presidida por una luna que avanza hacia su plenitud. El canto se vive con respeto, acompañando a la oración y a la reflexión que cada uno lleva por dentro. Tras su entonación, una breve reflexión del sacerdote sobre la verdad y la integridad con la que debemos hacer frente a la vida da paso a esa despedida hasta el próximo año de ambas tallas históricas de la Pasión abulense. La Magdalena sale de la ermita y se dispone a ascender por la escalinata que la rodea. De nuevo momentos impactantes para contemplar cómo esa pesada carga es transportada en vilo salvando el obstáculo de los peldaños para ascender hasta la avenida de Portugal y proseguir su regreso a su morada.

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El sonido del Miserere rasga la noche de Ávila - Foto: Isabel García
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El sonido del Miserere rasga la noche de Ávila - Foto: Isabel García

Un año más se ha rubricado ese encuentro fraternal entre el Ilustre Patronato de la Purísima Concepción, Santa María Magdalena y Ánimas del Purgatorio y el Real e Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz, desagraviando esos enfrentamientos del pasado que pasaron a mejor vida. Y que desde 1993 permiten vivir uno de los momentos más intensos, sobrecogedores e impactantes de la Semana Santa de Ávila.