Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Paprika

14/07/2023

No deja de ser infantil, dejemos la moral a un lado, la tendencia de criticar a los demás para elevar el concepto de uno mismo. Cualquier decisión que se tome es imperfecta a posteriori, ya sea por concepto, por ejecución, suerte o imprevistos. Esta idea llevada al extremo, tanto si se es comunista o nacionalista, tolera las consecuencias negativas porque en algún momento histórico se habrá superado la dificultad. Si estudiamos el paso de la peste negra por Europa, es obvio que con tiempo y una caña todo se pasa.

La crisis del 2008, no es fácil determinar cuándo empezó o si ha acabado, ha sido considerada por muchos un ejemplo empírico de la imperfección del capitalismo; otros hablarían más bien sobre la codicia al socializar las pérdidas, mientras individualizaban los beneficios. De ahí que muchos se sientan moralmente reforzados en defender ideologías o soluciones que se consideraban hasta hace poco falsas o contraproducentes.

Este despiste justificable y generalizado se ha extendido incluso a individuos que deberían poseer un poso intelectual inmune a las felices ideas. Lo primero que hay que tener claro es que la economía no es una ciencia exacta, no voy a disertar si es ni siquiera ciencia, porque sus elementos de análisis son personas. La segunda idea importante es que no existe una receta milagrosa para el crecimiento perpetuo; incluso temporalmente, se producen retrocesos económicos que algunos llaman recesión y si es muy fuerte depresión.

Nadie quiere experimentarlas y los japoneses, que tontos no son, llevan más de una década luchando contra su enfermedad que ha pasado a ser crónica. Tan desesperados están los nipones que hasta han acudido a economistas americanos progres y solo son escuchados en países netamente pobres.

No vivimos en el Paraíso. Las sociedades se enfrentan a problemas, retos y dificultades. Tampoco somos exitosos a la primera y algunos de los males sociales requieren plazos de solución superiores a nuestro lapso vital; esto último es irritante pero cierto.

Occidente ha convivido con tres cosas que a corto plazo son económicamente beneficiosas. Primero se ha endeudado para crecer; los avances sanitarios han aumentado la esperanza de vida; la reducción de la natalidad ha facilitado una distribución de recursos hacia los mayores como nunca. Ninguna de estas tres circunstancias es inmediatamente perjudicial. Pero algún día, hay que devolver el préstamo, descubrimos que los avances generan efectos no esperados o al hundirse la población nos quedaremos sin dinamismo económico.

ARCHIVADO EN: Ciencia, Recesión, Economía