María Ángeles Álvarez

Musgo sobre granito

María Ángeles Álvarez


Toglietemi la vita ancor o cómo sentir nostalgia de la Belleza

25/06/2023

Estaba el otro día en un recital de la mezzosoprano Joyce Didonato en el Teatro Real de Madrid. El nombre de Edén encajaba a la perfección con la orquesta barroca, el coro de niños y la soberbia interpretación de la cantante. Rompiendo todos los moldes de un recital tradicional, la diva norteamericana nos introdujo en un lugar al que sólo con la música podemos llegar si la dejamos explotar en nuestro interior con toda su grandeza y potencia. En un viaje que arrancando del paisaje mas remoto de la humanidad se va poco a poco transformando por la Belleza de lo natural y a la vez se va doliendo por todo el daño que vamos infringiendo con nuestras acciones y omisiones. La música se fundía como si fuera una sola sinfonía con obras que arrancaban desde el Barroco con Giovanni Valentini (1582-1679), Biagio Marini (1594-1663), Francesco Cavalli (1602-1676) o G. Friederich Händel (1685-1759) hasta Aron Coopland (1900-1990), con el Poema de Eight Poems of Emily Dickinson, titulado Nature, the gentlest mother.
De repente sentí que volvía a un estadio perdido que también se dolía. Volvía a la Belleza con mayúsculas, a aquella que es mía y dónde siempre quiero vivir. La naturaleza como madre que nos sostiene no siempre me produce una sensación de paz y de belleza, a veces sufro al ver cómo la machacamos sin piedad: basureros al borde de un camino, urbanizaciones estandarizadas que rompen el paisaje apacible, vertidos putrefactos en las aguas, venenos en convivencia con miles de toneladas de sal. ¿Dónde queda la Belleza del vuelo de las cigüeñas sobre los campos encharcados de las tormentas de un junio desatado?
Estoy leyendo a Raffaele La Capria, Nostalgia de la belleza, uniendo la Sierra de Gredos a los atardeceres de Capri, sintiendo ese aire fresco que provoca lo bello cuando vivimos con él, cuando es parte de nuestra existencia, lejos de teorías de manuales de arte, de las selecciones arbitrarias de los expertos en todo, que opinan sobre la naturaleza, lo artístico o la vida. Y es que como dice esta aria de Alesandro Scarlatti de su ópera «Il Pompeo», Toglietemi la vita ancor , Quitadme la vida cielos crueles, si queréis robarme el corazón, quitadme la vida…
Algo así nos explicó el gran poeta Antonio Colinas en el solemne y bellísimo acto de su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca. El encuentro vital con la Belleza de un niño al que mandaban sus padres a un pueblo de la Bañeza a pasar los veranos y cómo iba viendo como yo ahora mismo, las praderas llenas de cigüeñas y las nubes mordiendo y durmiendo en las cumbres. Algo tan propio, una búsqueda en la que el poeta invierte su vida, buscando palabras y rimas para que sus lectores volvamos con ellas a esos espacios tan reales como efímeros.
La Belleza se compone de mucho mas que lo reunido en un manual. Con la música, la pintura y el pensamiento aparece la naturaleza, los árboles a los que agarrarnos para sobrevivir, las palabras que nos sostienen en los momentos de tristeza y nos aúpan al cielo cuando sentimos que lo que recitamos o escribimos es el verdadero predicado de nuestra vida.
Decía Emily Dickinson en estos versos que Coopland musicalizó y Joyce canta: La naturaleza, la madre mas amable/ vino un viento como una corneja ¿por qué me excluyen del cielo? El mundo se siente polvoriento… Las cigüeñas continúan volando incluso sobre basuras, dolor y suciedad. Las nubes sobre los cuadros de Turner, las arias de Haendel y Scarlatti, el suave terciopelo de una rosa que en junio se llena de rocío cada amanecer. La Belleza a la que a veces puedo atrapar y dónde vivir lo que realmente soy.
La búsqueda de la Belleza nos empuja a lo mas íntimo de nosotros mismos y es el motor para poder sobrevivir a tanto ajetreo y violencia, a la fealdad y la intransigencia. Poder abrir un poemario de Colinas o de Dickinson en medio de una tormenta de finales de la primavera sintiendo que el sonido de las gotas al caer, como la cristalina voz de Joyce la otra tarde, abren ese espacio de paraíso donde reside el verdadero Edén. Y canturreo mientras la vista se pierde mas allá de los alisos en las laderas mordidas de piedras…Toglietemi la vita ancor.