La infertilidad afecta a una de cada seis personas en el mundo

Agencias
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La OMS insta a hacer más accesibles los tratamientos contra la esterilidad en el planeta ante un problema sin causas concretas y que no hace distinciones entre países, sexo o nivel de riqueza

El organismo denuncia que la culpa suele recaer en las mujeres - Foto: E.P.

La esterilidad es un problema más común de lo que se piensa y afecta prácticamente a una de cada seis personas a nivel global, sin diferencias significativas entre regiones del mundo ni desigualdades dictadas por el nivel de riqueza. Así se desprende del informe dado a conocer ayer por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que reclamó a los gobiernos aumentar el «acceso a servicios de fertilidad asequibles y de alta calidad para quienes los requieren».

En concreto, los datos evidencian, tras analizar 133 estudios entre 1990 y 2021, que el 17,5 por ciento de la población adulta ha experimentado alguna vez en su vida infertilidad, consistente en la incapacidad de lograr un embarazo tras 12 meses o más de relaciones sexuales regulares sin protección.

Sin embargo, el organismo de Naciones Unidas señaló que, a día de hoy, no existe una causa determinante, pero de manera general influyen el estilo de vida, la edad, los antecedentes de enfermedades infecciosas o patologías relacionadas con el aparato reproductor. Según los expertos de la OMS, entender la dimensión de este problema es muy importante porque puede generar trastornos mentales como la depresión, estigmatización social, dificultades económicas y generar violencia doméstica.

«La esterilidad es un problema extendido de salud pública y en algunos países puede provocar la impresión de una mujer o de una pareja fracasada», comentó desde Ginebra la directora de salud sexual y reproductiva del organismo de Naciones Unidas, Pascale Allotey.

No obstante, las nuevas estimaciones no precisan si la fertilidad está aumentado en el mundo o si las mujeres -conforme a la percepción generalizada- son más susceptibles de sufrirla que los hombres. Esto se debe a que de los 133 estudios de distintos países que se analizaron, solo algo más de 80 incluían cifras que los hacían comparables entre sí al incluir edades y causas probables, lo que es una condición para que los científicos puedan sacar conclusiones firmes.

Ante esta «persistente falta de información en muchos países», los expertos de la OMS reclaman «una mayor disponibilidad de datos nacionales desglosados por edad y por causa para ayudar a cuantificar la infertilidad, así como para saber quién necesita atención y cómo se pueden reducir los riesgos». «No es una cuestión de mujeres. Es posible y muy común que ambos sexos, hombres y mujeres, contribuyan al problema de la infertilidad. Y también sabemos que en general se culpa a las mujeres. De hecho, yo diría que se las culpa desproporcionadamente de no concebir en las parejas», afeó el doctor Gitau Mburu, que instó a la sociedad a no discriminar por sexos.

Además, el estudio señala que las tasas son comparables en los países de ingresos altos, medios y bajos, lo que indica que se trata de «un importante reto sanitario» a escala mundial. En concreto, la prevalencia es del 17,8 por ciento en los territorios con una población más enriquecida y del 16,5 por ciento en el resto.

«El informe revela una verdad importante: la infertilidad no discrimina», sentenció el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. En su opinión, la enorme proporción de afectados «pone de manifiesto la necesidad de ampliar el acceso a la atención de la fertilidad y de garantizar que esta cuestión deje de quedar al margen de la investigación y las políticas sanitarias».

Falta de financiación

El informe alerta de que, a pesar de la magnitud del problema, las soluciones para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la infertilidad, incluida la tecnología de reproducción asistida, como la fecundación in vitro, «siguen estando infrafinanciadas y son inaccesibles para muchos debido a los elevados costes, el estigma social y la limitada disponibilidad».

De hecho, la OMS apuntó que en la mayoría de las naciones los tratamientos se pagan en gran medida con fondos propios, lo que «a menudo se traduce en costes devastadores». «Los habitantes de los países más pobres gastan una mayor proporción de sus ingresos en tratamientos de fertilidad que los de los más ricos. Con frecuencia, los elevados costes impiden a las personas acceder a tratamientos o, por el contrario, pueden catapultarlas a la pobreza», lamentó.