En la búsqueda de Julio 'El Caramba' y su esposa María

M.M.G.
-

Francisco solicita ayuda para tratar de averiguar los episodios abulenses de la vida de su tío Julio, casado en algún lugar de la provincia conMaría Fernández y al que la Guerra Civil le empujó a la mendicidad

En la búsqueda de Julio ‘El Caramba’ y su esposa María

La historia que hoy les traemos habla de guerra, de ausencias, de tristeza y soledad. Pero también, y sobre todo, habla de amor, de familia, de tesón y de esperanza.

La protagonizan dos hombres unidos por lazos familiares pero separados por el tiempo y por una vida muy difícil, sobre todo para uno de ellos.

Les presentamos en primer lugar a Francisco Ortega, un hombre de 80 años que vive en un pequeño pueblo navarro, Villa Tuerta, muy cerquita de Estella. Francisco tiene alma de poeta y un objetivo en la vida: rendir homenaje a su tío, Julio Gallardo, al que la Guerra Civil, como a tantos otros, truncó sus sueños e ilusiones. 

Francisco quiere terminar de recomponer los episodios que aún desconoce de la historia de su tío Julio, que un día dejó su pueblo, Peral de Arlanza (en Burgos) para ganarse la vida y que terminó casándose en algún pueblo ganadero abulense y cuyo nombre Francisco desconoce con la abulense María Fernández.

Julio, enamorado, se vio obligado a marchar a la guerra. Y, lo que es el destino, después de jugar con unos compañeros e intercambiarse las chapas que les indentificaban, fallecía el soldado que portaba su medalla.

María, pues, fue informada oficialmente de que su marido había muerto, cosa que, en realidad, no había pasado. Y terminó casándose con otro hombre.

Cuando Julio (herido en el alma por la guerra pero vivo al fin y al cabo) regresó a por María, no pudo soportar el dolor de verla casada de nuevo. Y, nos cuenta Francisco, se echó a las carreteras y los montes, comenzando una vida de pobreza y mendicidad que no abandonó hasta su temprana muerte, en 1954,  cuando fue encontrado tirado en el arcén de una carretera 'A nueve kilómetros' de su pueblo natal.

Entrecomillamos esos 'A nueve kilómetros' porque es el título que Francisco le ha dado a la historia que, cada día, plasma en el papel. Lo hace, nos dice con humildad, para ejercitar su mente por prescripción médica.Pero, también, para rendir ese homenaje a un tío que, reconoce, no conoció mucho pero que «se parecía mucho a mi madre, Rufina, la mejor persona del mundo, un ángel vestida de mujer», se emociona Francisco.

«Los bastones de un mendigo terminan siendo la botella y el cuarterón de tabaco», prosigue Francisco hablando de la vida que emprendió su tíoFrancisco, roto de dolor por lo vivido en la guerra y por su matrimonio perdido.

Una vida de deambular de un sitio a otro. Comiendo lo que le iban dando. Y visitando, en alguna ocasión, su pueblo. «Un día conocí a un hombre que me dio mucho miendo. Iba sucio y estaba envejecido, pero no me hacía daño. Le llamaban 'ElCaramba'», recuerda Francisco con la mente del niño que fue aquel encuentro con su tío ya abandonado a su suerte y por el que, lamenta, no pudieron hacer nada por sacarle de la mendicidad.

«Además, él no pasaba más de dos o tres días en cada pueblo. No quería que la gente le odiara», prosigue Francisco con su relato, «pero yo, cuando comencé a conocerle, comencé a quererle».

Por ese amor infantil, y por seguir «una corazonada» que le dice que es posible encontrar a alguien que le arroje luz sobre la vida que su tío tuvo en Ávila junto a María,Francisco se ha puesto en contacto con Diario de Ávila.

Quiere, nos cuenta, tratar de encontrar a alguien («ganaderos de la zona, jueces de paz, mayores de los pueblos o informáticos altruistas», resume) que pueda ayudarle en su búsqueda. Cualquiera que tenga algún dato puede localizarle en el teléfono 619160465.

«Mi objetivo espiritual es rendirle homenaje, aunque sea tardío», vuelve sobre la idea Francisco, que reflexiona sobre «el cúmulo de fatalidades» que llevaron a su tío «a vivir en una sala de espera de la muerte».