Ávila, a ojos de un turista

M.M.G.
-

¿Qué sensaciones tienen los visitantes cuando acuden a Ávila? ¿Con qué imagen regresan a casa? Charlamos con algunos de ellos para que nos cuenten qué opinión les merece, como turista, nuestra ciudad

Ávila, a ojos de un turista - Foto: David Castro

Forman parte de la estampa típica veraniega abulense. Protegidos por gorras, gafas de sol e incluso (cada vez más) sombrillas, mapa en mano y siempre con el móvil preparado para captar la belleza de nuestra ciudad, los turistas se multiplican estos días por nuestras calles.

Acuden desde todos los lugares del país y del mundo atraídos por los múltiples encantos de una ciudad que saben Patrimonio de la Humanidad y cuna del misticismo.

Visitar la Muralla y la Catedral, pasear con calma por el casco histórico, descubrir los lugares por los que caminó Santa Teresa o disfrutar de la gastronomía de las tierras abulenses están en las listas de 'cosas que hay que hacer en Ávila' de prácticamente todos ellos.

Pero aunque todos se muevan en el mismo escenario (el que ofrece desde hace siglos la imponente ciudad de Ávila) lo cierto es que cada uno regresa a casa con una percepción distinta de la misma. Porque hay tantas Ávilas como ojos que la miran. 

Diario de Ávila ha querido conocer esas sensaciones. Y ha salido a la calle para preguntar a los pies de la Muralla o de la Catedral de ElSalvador, qué es lo mejor y lo peor de la ciudad para aquellos que acuden a visitarla, ya sea en una excursión de un único día o, en el caso de los más afortunados, en un viaje algo más extenso.

Y en general, podemos asegurar que la impresión que los turistas se llevan de Ávila es buena. La monumentalidad de la localidad y su belleza serán lo que más recuerden aquellos con los que hemos podido hablar que, por supuesto, nos mencionan otros muchos aspectos positivos de Ávila, y cómo no, también alguno negativo.

En nuestro paseo por el centro de la ciudad hablamos, por ejemplo, con Raquel y Manuel, un matrimonio de Madrid que visitaba Ávila acompañado por sus hijas Emma e Irene y por la abuela, Paz, una abulense de cuna que en cierta medida hacía de anfitriona.

«Encontramos una ciudad muy chula y muy cuidada», nos decían justo al acabar su visita a la Muralla. «La verdad es que es grandiosa», comentaba Raquel todavía con la experiencia muy reciente. Al igual que sus hijas que, eso sí, apuntaban que el tamaño de sus escalones (grande y en algunos casos, variable) les había hecho algo complicado el recorrido.

«Ayer», apuntaba por su parte Manuel, «estuvimos por el Mercado Grande y alrededores, y por poner un pero, encontramos muy pocos sitios 'pet friendly», se refería Manuel a los establecimientos en los que se puede acceder con mascotas. De hecho, confesaba que habían tenido que dejar a su perro en casa porque vieron que no iba a poder entrar con él a muchos locales.

«Nos ha parecido buena idea la escalera mecánica», comentaba tambiénRaquel, cuyas hijas, medio en broma medio en serio, sugerían al Ayuntamiento la posibilidad de instalar un tobogán para bajar por la Cuesta Antigua.

Dos niñas muy despiertas que en su valoración destacaban como muy positivos los pinchos de Ávila. Mientras que su abuela, a su lado, lamentaba el tener que haber tenido que pagar por subir a la Muralla pese a ser de Ávila.El domicilio de su DNI dice lo contrario y tuvo que abonar la entrada.

En la calle de los Reyes Católicos y tratando de localizar la judería abulense encontramos a Manuela y Jairo.Recién llegados de La Bañeza, en León, estos turistas no conseguían encontrar la que fuera sinagoga abulense. «A parte de esto, nuestra visita está yendo muy bien», aseguraban los leoneses, que ya caminaban con el plano de la ciudad que habían recibido en elCentro de Recepción de Visitantes y que decían haber encontrado una ciudad «limpia y con aire medieval».

No estaba en cambio de acuerdo con ellos José María y su familia, un grupo de turistas llegados desde SanSebastián. «Me parece increíble que en una ciudad Patrimonio de la Humanidad los contenedores de basura estén tan a la vista», y nos señalaba un grupo de cubos en la calle San Segundo, pegados a la Muralla y aunque, medio escondidos detrás de unos muros de granito gris, aún eran visibles para el paseante. «Y la plaza del Mercado Grande estaba llena de suciedad», se refería en este sentido a los muchos restos que los clientes de las terrazas y comercios del corazón de Ávila arrojan al suelo con impunidad.

«Por lo demás», quería José María también poner algo bueno en su balanza, «la ciudad es preciosa. Bien merece una visita».

Casi de la otra punta del país, de Alicante, habían llegado Lidia y Javier. Ellos habían encontrado el primer aspecto positivo de la ciudad nada más aparcar: al sorprenderse por lo «barata» que era la ORA en la zona verde. «Estamos alucinados, con un euro tenemos para todo el día», decían, acostumbrados a los precios de las grandes ciudades.

Además de la belleza la ciudad, los alicantinos apuntaban en su lista de cosas positivas el hecho de que habían encontrado muchos servicios dentro de la zona amurallada. «Incluso un supermercado», apuntaban.

El precio del hotel, «mucho más barato que el acabamos de dejar en Toledo», nos decía, también estaría entre su lista de pluses de Ávila. ¿Y en la de cosas negativas?, les preguntamos. «La verdad es que todavía no hemos encontrado nada», reconocían dispuestos a pasar unos muy buenos días en Ávila.

Sí tenían algo por lo que quejarse en cambio Mario y Marisol, de Madrid.«El precio de la Catedral nos ha parecido muy elevado», hacían constar, «sobre todo si lo comparamos, por ejemplo, con el de Segovia oToledo». Lamentaban la cantidad de obras que se habían encontrado y echaban también de menos un «sistema que nos permitiera entrar con un precio único a todos los monumentos de la ciudad», como, decían, sí habían encontrado en otros destinos turísticos. «En el CRV nos han atendido estupendamente», querían añadir un aspecto positivo a su charla.

Nuestras conversaciones con turistas finalizaron con Mónica y su familia, recién 'aterrizados' de Murcia. «La verdad es que lo mejor que podemos decir de Ávila de momento, además de que es preciosa, es que es una ciudad fresquita. Cuando hemos salido esta madrugada de Murcia hacía más calor que aquí ahora. No sabéis la suerte que tenéis», se reía. Pero, con cariño, la tenemos que contradecir: sí, lo sabemos.