Con la resaca de la cita electoral del domingo, Castilla y León y toda España enfilan una inesperada cuenta atrás con destino a las elecciones generales del próximo 23 de julio. Un adelanto que trastoca los planes de los cuarteles generales de los partidos, que, todavía con la lengua fuera de la carrera hacía el 28-M, ahora se dan cuenta de que falta un último repecho. No hay unas elecciones iguales a otras. Ni de lejos. Mucho menos sus resultados, sometidos a las reglas de cada proceso y a los múltiples factores que movilizan los votos en uno u otro sentido. El kilómetro sentimental también tiene su traslación a las elecciones. Ahora bien, los datos que emanan de cada una de ellas posibilitan jugar a aquello acertadamente llamado 'política-ficción'.
Ejercicio que dibuja una respuesta a una de las grandes preguntas de la jornada: ¿Cómo quedaría la representación de los partidos en el Congreso tras la cita del 23-J, a partir de los resultados de las municipales de este domingo? Indudablemente, el bipartidismo. Extrapolando los resultados del 28-M y pasándolos por el filtro de la Ley D´Hont de las generales dejarían un reparto de los 31 diputados que se eligen en Castilla y León en manos de PP y PSOE, exclusivamente. El holgado triunfo popular –concitó casi el 40 por ciento de los votos– le otorgaría 19 representantes en el Congreso, frente a 12 del PSOE. Los de Alfonso Fernández Mañueco arrasarían en Salamanca, sumado a los triunfos en las provincias de Valladolid, Palencia, Zamora, Segovia y Ávila. Los socialistas solo lograrían forzar empates en Burgos, León y Soria. Ninguna otra formación lograría un asiento en la madrileña Carrera de San Jerónimo.
Hay que tener en cuenta, no obstante, las particularidades que rodean unas elecciones municipales, donde no todos los partidos presentan candidaturas en todos los municipios. Por ejemplo, solo PP y PSOE presentaron en más del 95 por ciento de localidades este 28-M y el resto, muy por debajo del 20%. Junto a ello, la proliferación de candidaturas localistas –inexistentes en autonómicas y generales– también supone un importante matiz que produce una torsión severa de la extrapolación. Por ello, y siguiendo con este ejercicio de política-ficción, qué ocurriría si los votos utilizados en esta proyección fueran los de los comicios autonómicos de febrero del pasado año.
La realidad que se vislumbra es opuesta a la primera. De dos partidos con escaño se pasaría a cinco. De la hegemonía del bipartidismo, a la consagración de Vox como tercera fuerza, además de la entrada de formaciones localistas. Como la noche y el día. Pero es que, como se advertía líneas atrás, las elecciones autonómicas son más similares a las generales que las municipales. Bajo este parámetro, el PP seguiría siendo la formación que más diputados obtendría en Castilla y León, con 11 –ocho menos que con los resultados de las municipales–, logrando solo el doblete en Salamanca y Valladolid. Muy de cerca se situaría el PSOE, con diez –solo dos por debajo– y ninguno de ellos en Soria, que lo perdería en beneficio de Soria Ya. Vox se asienta como el tercer partido de la Comunidad, con ocho diputados, uno por cada provincia con la excepción de Soria. Mientras, UPL lograría el cuarto diputado por León. Política-ficción, que se esfumará cuando se abran las urnas en 54 días.