Mariano de la Puente

Percepciones

Mariano de la Puente


La Unión Europea a contrarreloj

21/05/2023

Percibíamos que el mundo estaba cambiando. Hemos escrito muchas veces que se veía venir un cambio de paradigma, esas teorías que se aceptaban sin rechistar y que eran modelo del orden. Sí, pero no esperábamos un cambio a esta velocidad. 
El mundo ya no se debate entre pertenecer a uno de las dos clásicas potencias: Estados Unidos y Rusia. China entró en el juego ya hace tiempo y parece que otros gigantes mundiales como la India o Brasil están llamando a la puerta.
Mao, ya citado en estas columnas, tenía la teoría de los tres mundos, el tercero de ellos, por entonces de menor cuantía, lo componían países tanto desarrollados como subdesarrollados de Asia, América Latina y África.
Aquel orden murió, la India y Brasil han llegado. África llama a la puerta, su riqueza, petróleo, tierras raras, por citar alguna muy necesarias a la economía y tecnología de hoy, que son avariciadas por todos. 
China se ha metido de hoz y coz en África comprando grandes extensiones, facilitando créditos al desarrollo, mientras los antiguos colonizadores europeos siguen recreándose en sus viejos libros de historia, como hacen los ancianos en esos casinos provincianos, nostálgicos de sus batallitas, mientras la calle, el mundo, está a otra cosa ¿Y qué decir de América del Sur, el patio trasero de EEUU, decían? Llevaban a gala, los norteamericanos, que las democracias del continente del sur no evolucionaran ¿Y qué ha pasado? que los antagonistas de la potencia americana del norte se han puesto a saltar los patios traseros y corrales y están siendo bienvenidos, sin más. ¿Qué, si no, ha hecho el brasileño Lula visitando China, y mostrándose equidistante ante la invasión rusa de Ucrania?
A todo esto, China pasea sus barquitos por el Pacífico y exhibe poderío cortejada por el ahora su bufón, Rusia, que se queda atrás en el nuevo orden mundial. Los chinos se han enseñoreado de aquel océano que ha dejado de ser campo de dominio occidental. La incertidumbre y la amenaza está servida: Taiwán; las Kuriles -vieja disputa entre China, Japón y Rusia-; una Corea del Norte en manos de un personaje siniestro y monomaníaco. En definitiva, se ha cumplido el principio de Lavoisier nada se destruye, todo se transforma, el protagonismo cambia de manos. 
Cuando parece que el mundo está en paz, brevísimos periodos de la historia, siempre hay quien resucita de manera recurrente esos viejos conflictos porque le conviene y porque sus espacios han dejado de ser lugares de confort. Los nostálgicos y rasputines sólo son capaces de vivir en la mierda de el caos 
¿Y la Unión Europea?, o sea, nosotros: quejumbrosos por no haber enseñado a pescar a quienes dominamos en tiempos pasados, ocupados como estábamos en esquilmar su riqueza y tratarles como inferiores y siervos. 
Los en un tiempo maltratados cuando han visto otra luz han corrido hacia ella, se están yendo. La única esperanza que a nosotros nos queda es que se den cuenta de quiénes pretenden ser sus guías, qué intereses tienen sus nuevos alumbradores. Debimos enseñarles y transferir conocimiento para que entendiesen cuan importante es la vida, y la defensa de esta, pero igual de importante o más es el derecho a una forma, un estilo, de vida. La emigración hacia nuestro continente es una señal de que los valores de la Unión Europea valen la pena, además de que es atractiva por la seguridad jurídica que ofrece, las posibilidades económicas y la libertad con la que se convive. Tenemos un papel que ofrecer al mundo y ese es el mayor valor.
Setenta y cinco años después el último sátrapa ruso provoca otra guerra, además de la nostalgia imperialista de los zares y del pasado soviético tiene pavor a que los ciudadanos rusos reclamen la forma de vida europea, la democracia y la libertad.
Europa, en continua transformación, se ha asentado sobre actitudes pacíficas en general, pero también la variedad de culturas e intereses genera a veces desavenencias internas. Puede ser la política fiscal; la incapacidad de darnos una Constitución; también esa incorporación tardía de países con serios déficit democráticos por sus orígenes, nostálgicos de sus nacionalismos e incapaces de ceder poder a un ente supranacional. 
Podría parecer que la fortaleza de la Unión Europea se debilita ante las otras dos potencias Estados Unidos y China, la una porque cree que debe seguir protegiéndonos – lo que ha sido muy cómodo  para nosotros hasta ahora- y la otra porque nos ve inferiores por esa dependencia, en lo militar y en otras cuestiones y recursos, como ha evidenciado la pandemia.   
La Unión Europea tiene recursos  suficientes, inteligencia y capacidad para dar un paso decidido y no ser dependientes de nadie. Hay que dejar de mirar al primo de Zumosol que, lógicamente, intenta manejar las riendas pues también nos necesita.
Ahora,  la teoría de los tres mundos de Mao queda obsoleta. Está naciendo un nuevo paradigma. El mundo es multilateral, las potencias se temen, hay nuevos protagonistas que buscan su papel y lugar, como la India o Brasil, en un previsible nuevo orden mundial. China dejó de ser tercermundista. Rusia dejó de ser la otra potencia frente a EEUU, que a su vez ha dejado de ser el gendarme mundial por excelencia. Y la Unión Europea sigue mirando a su alrededor indecisa no sabiendo como conseguir su autonomía estratégica. 
Mientras no sea capaz de dotarse de la capacidad disuasoria suficiente ante los otros actores no habrá solución, y cuanto más tarde, y ya va a contrarreloj, en decidir qué papel quiere jugar en un mundo nuevo, peor será la posición que ocupe.