"El brazo no quedará para ser ciclista profesional"

Alberto Sánchez
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Se cumple un año de la caída de Diego Rubio en el Tour de Estonia. Desde entonces, dos operaciones y una larga rehabilitación. «Estoy haciendo lo imposible, pero a día de hoy no lo veo posible»

Diego Rubio, en una de las sesiones de rehabilitación a las que se somete a diario en Ávila.

Un año ha pasado ya, un año en el que la vida de Diego Rubio ha  cambiado  de manera radical. «Joder, de un año para acá...»  recuerda el ciclista de Navaluenga. Un año desde aquella caída en el Tour de Estonia en la que se rompió el cúbito y el radio, un año desde aquella chapuza de operación de la que aún intenta recuperarse. Porque desde entonces nada ha vuelto a ser lo mismo. Ni siquiera ha podido volver a ser ciclista y quién sabe si podrá volver a serlo. «Estoy haciendo lo imposible» confiesa el ciclista de Navaluenga en una pelea contra el tiempo y la razón. Porque «a día de hoy veo imposible volver a competir. Estoy preparado para lo que tenga que ser».Si llega ese día lo tendrá asumido, pero mañana será otro día y quiere exprimir sus opciones hasta el último momento. «Que no sea porque no lo he intentado».Y lo está intentando. Desde hace un año no para de intentarlo.

El 2022 fue un año que marcó la vida de Diego Rubio. Si primero fue una grave caída en la Challenge de Mallorca que le obligó a pasar por el quirófano con una rotura en la cabeza del fémur, a su vuelta a la competición –Tour de Estonia– sufría otro revés.Nueva caída y fractura abierta de cúbito y radio. La operación, una chapuza.  La fractura no sólo no consiguió soldar, sino que el brazo le quedó torcido casi 40 grados.De nuevo –octubre de 2022–  tuvo que pasar por el quirófano para arreglar los 'desperfectos'.  Y de todo aquello, trata de recuperarse.

En este tiempo «lo único que he avanzado, que no es poco, es que el hueso al final ha conseguido soldar.Está totalmente consolidado, pero no he conseguido ganar la movilidad que había perdido.Nada. En eso sigo igual» explica Diego Rubio tras un año de quirófanos, médicos y rehabilitaciones. «El hueso ha conseguido soldar pero al injertarme hueso de la cadera la anatomía del brazo ha cambiado y no consigo hacer el giro necesario.  No he ganado movilidad y no puedo forzar porque me duele. No puedo aguantar la posición del manillar de la bicicleta» explica Diego Rubio, que sigue sin poder subirse a una bicicleta.

Sin equipo –se le acabó el contrato con el Burgos BH al final de la temporada– desde el pasado mes de diciembre,  reconoce que «en la situación en la que estaba no podía renovar porque no había nadie que dijera que me podía recuperar pronto. Ni siquiera me aseguraban que me pudiera llegar a recuperar.Todo lo contrario».

Por desgracia «se está cumpliendo lo que la mayoría de los médicos me decían y era que el brazo no me iba a quedar como para ser ciclista profesional». Una afirmación rotunda. «Ya tengo en mis manos algunos informes de traumatólogos –especialistas en ciclismo– que dicen que el brazo no se va a recuperar. Incluso el médico de la mutua que me operó empieza a reconocer que es posible o probable que la movilidad actual –o mejor dicho, la poca que tiene– sea permanente». Es su realidad diaria.

Confiesa Diego Rubio estar viviendo una situación complicada. «Ha pasado mucho tiempo y sigo sin poder montarme en una bicicleta». Una situación ante la que no se esconde. «Hay que ser realista. Psicológicamente me ha costado mucho, he pasado malos ratos, pero ya ha pasado un año y no puedes estar torturándote. Tienes que intentar asimilar las cosas como vengan. Es duro pero creo que estoy preparado para lo que tenga que ser y es verdad que cada vez lo veo más difícil. Lo cierto es que ahora mismo veo imposible poder volver a competir por las sensaciones».

Ha pasado un año desde la caída, más de seis meses desde la última operación y lo está poniendo todo de su parte, pero no hay forma. «Estoy intentando ganar masa muscular, hago esfuerzos para ganar músculo pero todo lo que hago, lo hago con dolor. No puedo soportar el manillar y aún menos podría hacerlo en competición. Hay veces que si fuerzo tengo que soltar  porque me duele mucho. Sigo haciendo todo lo posible para recuperarme, sigo yendo todos los días a rehabilitación pero la verdad es que lo veo muy difícil, casi imposible porque no mejora nada y la verdad es que empieza a ser ya mucho tiempo».

En estos momentos volver a pensar en él sobre una bicicleta es imposible. No es sólo es el brazo, es también la cadera.Porque no hay que olvidar que el 2022 comenzó para Diego Rubio con una grave caída en la Challenge de Mallorca que le obligó a pasar por el quirófano con una rotura de la cabeza del fémur. Ya entonces «intenté hacer una recuperación casi imposible. De hecho decía que no me dolía porque venía de tener mucho dolor, pero la realidad es que yo seguía entrenando con molestias.Volví   a competir –cuando se subió de nuevo a la bicicleta en Estonia– con molestias y lo daba por bueno» recuerda. Esa cadera le sigue doliendo en su vida diaria, en lo cotidiano.

Lo físico y lo mental. Intenta recuperarse Diego Rubio de lo que se ve, de las secuelas y el dolor físico, pero también de lo que pasa desapercibido a los ojos de todos, el otro dolor, el psicológico.

«Está siendo muy duro. Dejar el deporte profesional siempre es muy complicado» explica el ciclista de Navaluenga. «Llevamos toda la vida intentando ser los mejores en una cosa muy específica. Estamos como en una burbuja y siempre es difícil salir de ahí. Pero si encima tienes que salir por algo así, por una causa traumática, por algo que no has elegido tú, de esta manera tan fea, es aún más difícil».Ya lo decía el pasado verano. «Después de 9 años de profesional no me gustaría acabar así». Lo hacía antes de saber que tendría que pasar una segunda vez por quirófano. Ante algo así toca decirse a sí mismo lo que él ya se dice, «no es mi culpa. Si tiene que ser así, así tendrá que ser.Por mi parte estoy tranquilo.Estoy haciendo todo lo posible».

De momento seguirá adelante intentándolo. «No he dicho que el ciclismo se haya acabado para mi porque en ningún momento es mi intención que sea así, pero si llega que sea porque ya no pueda, no porque no quiera».Lo que tiene claro es que sea por competir o por tener un nivel de vida aceptable –tiene 32 años– «hay que intentar recuperar lo máximo posible». La rehabilitación es por todo.

Su caso –por la chapuza médica y lo que le ha tocado vivir– tuvo una fuerte repercusión mediática a nivel nacional en su momento. Ahora  ha querido dar un paso a un lado, dejar de exponerse. «No quiero poner nada en las redes sociales». Necesitaba salir de ahí.  «No me apetece transmitir noticias negativas». Por él pero también «por lo que ha pasado a mi alrededor». Se acuerda de Sergio Martín (Caja Rural), que tras colisión con un coche durante un entrenamiento ha perdido la movilidad en las dos piernas. «Ante algo así no sé si tengo derecho a quejarme».

Se habla mucho de la salud física y poco a poco se empieza a hablar un poco más, aunque no lo suficiente, de la salud mental. Precisamente esta semana el ciclismo abulense conocía la retirada Inés Cantera a sus 20 años. La joven ciclista abulense confesaba que «después de una profunda reflexión quiero compartir que he sentido que ha llegado el momento de cerrar este capítulo de mi vida como ciclista profesional para explorar nuevos caminos y nutrir nuevas pasiones. El ciclismo me ha dejado de llenar». Un caso significativo.

«La cabeza es muy importante. Me da mucha pena lo de Inés, porque tenía un futuro brillante por delante, pero  si su felicidad pasa por dejarlo, lo ha hecho perfectamente» pone en valor DiegoRubio. «Desde fuera en ocasiones no se aprecia, pero vivimos en una presión constante.No vale lo que has hecho ayer. Es mucha presión. En ocasiones me pregunto si los ciclistas de antes podrían triunfar ahora. Porque son muchos días fuera de casa, de concentraciones, de competiciones... Son cosas de las que me doy cuenta ahora,  pero cuando formas partes de ello lo normalizas».

Su vida es ahora muy distinta. «Antes mi día a día era la bicicleta, entrenar, descansar, comer bien, ir a competir... Ahora es la rehabilitación –más de un año– y completar los estudios». Ya tiene el título de Técnico Superior en Dietética, el de director deportivo... pero le cuesta. «Es una situación que no es sencilla. Me cuesta verme al otro lado».