Le piden quince años de prisión por abusar de su nieta de 13

E.Carretero
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La pequeña denunció haber sufrido muchas agresiones sexuales, algunas en una vivienda familiar en Sotillo de la Adrada, entre los 13 y los 15 años por parte del padre de su padre que solo reconoció un episodio que, dijo, fue "consentido»

Le piden quince años de prisión por abusar de su nieta de 13 - Foto: David Castro

«Se me fue la pinza». Así reconocía  C. P. A este miércoles en la Audiencia Provincial de Ávila haber agredido sexualmente a su nieta, P. P. K, cuando esta tenía 13 años en la cocina de la casa de los padres de la menor en la localidad madrileña de Parla. Aunque el procesado solo reconoció haberlo hecho esta vez lo cierto es que se sentaba en el banquillo acusado de un delito continuado de agresión sexual ya que la niña cuando denunció habló de varias situaciones similares, con y sin penetración, no solo en su casa de Parla sino también en las viviendas que sus abuelos paternos tienen en la localidad alicantina de Torrevieja y en la abulense de Sotillo de la Adrada, donde la menor solía acudir tanto sola como con su madre cuando tenía entre 13 y los 15 años, que es cuando afirma tuvieron lugar los hechos denunciados.  

Aunque la niña se refirió a varias agresiones de este tipo  tanto en las declaraciones que realizó tras su denuncia como en la valoración a la que se sometió por parte del equipo pericial judicial, durante el juicio su abuelo solo reconoció haber tenido relaciones sexuales completas con la pequeña y «con consentimiento» de la menor en una ocasión en la que acudió a recogerla al instituto tras ser ésta expulsada por una disputa con una profesora y previa petición de la madre de la niña, que no podía ir a buscarla, y para llevarla a la casa de sus padres. «Le di un restregón con la minga en el chumino», respondió el procesado para reconocer que en aquella ocasión hubo penetración vaginal. Sin embargo, y aunque en el juicio el acusado solo se refirió a aquel episodio, negando que esta situación se hubiera repetido en más ocasiones como asegura la pequeña, en la entrevista psicológica que en su día le realizó el equipo pericial judicial el abuelo también reconoció expresamente haber tenido relaciones sexuales completas con la pequeña en su casa de Torrevieja y de forma implícita haberlo hecho también en la vivienda de Sotillo de la Adrada, en este caso en el sótano, llegando a asegurar que no usaba preservativo «porque lo echaba fuera». 

  Además de su propia confesión, también se tuvo en cuenta en este juicio una grabación telefónica de una conversación entre el acusado y su mujer, que en diciembre de 2019 tras presentar la pequeña una denuncia se trasladó durante unos meses a vivir con su hijo. En esa conversación, grabada por la madre de la niña, la abuela le recriminaba lo ocurrido a su marido que llegó a reconocer que tuvo sexo con la pequeña «pero que no fue violación porque fue consentido». Esta grabación fue objeto de enfrentamiento entre las partes ya que cinco meses después la abuela regresó con su marido, el acusado, y en el juicio negó que su nuera le advirtiera de que la conversación estaba siendo grabada, contradiciendo la versión de la madre de la pequeña.  

«Si ella me hubiera dicho que no, pues no», aseguró el acusado al hablar de estos hechos por los que el fiscal pedía inicialmente 15 años de prisión que este miércoles rebajó a 14 tras haber abonado el procesado la cuantía fijada por la Fiscalía como responsabilidad civil. No varió su petición de pena la acusación particular, que pide 15 años de prisión para el acusado al que también reclama una indemnización de 241.190 euros por las secuelas que debido a estos hechos sufre la niña que tiene un grado de discapacidad del 65 por ciento ya que sufre «ansiedad, miedos e inseguridad» y hasta en dos ocasiones ha estado a punto de suicidarse, como reconoció su madre. Este fue otro de los puntos que generó más enfrentamiento entre las partes teniendo en cuenta que antes de que ocurrieran los hechos la niña ya tenía problemas psicológicos que en cualquier caso «se agravaron» después de las agresiones sexuales que sufrió por parte de su abuelo.

«Es una niña especialmente vulnerable por su situación personal previa», reconocieron las psicólogas del equipo pericial judicial que sin embargo apuntaron que las agresiones sufridas por la pequeña a manos de su abuelo le tienen que haber dejado «secuelas psicológicas con seguridad, y más cuando esto se da en el ámbito familiar y por parte de una persona que te tiene que proteger»

La defensa sí aportó un informe de las secuelas que sufre la pequeña y que se ha tomado de base para establecer la cuantía de la indemnización y que concluye, como apuntaron las trabajadoras sociales encargadas de realizar el mismo, que de las doce actividades diarias que debe realizara una persona la niña «tiene afectadas nueve». «Tiene secuelas que son irreversibles, no son lesiones sociales», dijeron también al hablar de la situación de la menor que ha abandonado los estudios y que «no va a poder vivir de forma independiente y va a necesitar ayuda de una tercera persona toda su vida». «Se ha roto la relación con sus iguales, sufre una distorsión de la sexualidad totalmente destructiva y también de su propia identidad sexual y conductas agresivas», fueron otras de las secuelas que según este informe sufre la pequeña a raíz de los abusos sexuales. 

Aparte de por la propia confesión del acusado, como prueba de la autoría de estos hechos,  el fiscal defendió la «coherencia» del testimonio de la niña (que no declaró en este juicio en el que se usó la declaración previa de la pequeña), entre otras cosas porque la menor no pensaba denunciar después de contarle a su madre lo que ocurría cuando estaba a solas con su abuelo y fue la psiquiatra de la pequeña la que al ser consultada por este tema le dijo a los padres que tenían que presentar una denuncia. 

«Alguna vez la noté nerviosa, pero no imaginaba nada», afirmó la madre de la pequeña al contar cómo se enteró de lo que había pasado durante los últimos años. Fue la noche del 26 de diciembre de 2019, después de que sus abuelos que habían pasado la Navidad con ellos se marcharan. «La penetraba en el suelo de baldosas, la tiraba al suelo, la pegaba si no quería...», contó la madre entre lágrimas recordando lo que su hija le contó aquel día. «Donde ella estaba sola, él aparecía», dijo también la madre al hablar de las «muchas veces» en las que, le contó su hija, habían ocurrido estas agresiones. 

«disculpas». «Me pidió disculpas por teléfono y me dijo que sentía mucho lo que había hecho», declaró por su parte el padre de la pequeña al hablar de una de las últimas conversaciones que tuvo con su padre con el que ya no tiene ninguna relación. «Se masturbaba delante de ella, le tocaba los pechos y el culo, le cogía la mano para que se la metiera dentro del pantalón...», recordó también el padre alguna de las cosas que de aquellas agresiones le había contado su hija a la que, aseguró el progenitor, su abuelo obligaba a estar callada con amenazas  tales como «si dices algo, se lo digo a la abuela y la mato».  

La defensa pidió para el procesado la libre absolución y que en caso de ser condenado lo sea a una pena máxima de cinco años de prisión y para ello se tengan en cuenta los atenuantes de confesión, al reconocer que en uno de los hechos de los que se le acusaban si ocurrió;reparación del daño, tras haber abonado la cuantía de responsabilidad civil, y dilaciones indebidas en el proceso, en este caso atribuidas a los retrasos que en materia judicial ocasionó la pandemia de covid.