José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Seis honestos servidores

05/05/2023

Quieren azar y calendario que esta tarde se sucedan en el palacio de los Serrano dos eventos. El primero de ellos es la charla inaugural de la segunda edición del curso de astronomía «Ávila siente las estrellas», organizado por el Grupo de Observadores Astronómicos de Ávila, GOAA, la Fundación Ávila y el proyecto Stellarium de la Diputación y a la que han tenido la descabellada idea de invitarme como ponente. Luego, en el mismo escenario, los candidatos a la alcaldía de la capital en las elecciones debatirán sobre economía y empresa en el foro propuesto por CEOE de Ávila. Los conozco lo bastante, estimados tres lectores, para saber que asistirán y disfrutarán de ambas propuestas, inquietas mentes las suyas por igual ante los secretos del universo y los retos de la gestión ciudadana.
Cuando hablo del espacio —en este caso concreto Euclid, una misión cosmológica, difícil rama de la astronomía— me planteo cómo enfocar la charla y trasmitir lo escaso de mi saber. Un truco que suelo usar es citar el famoso poema de Rudyard Kipling en el relato «El pequeño elefante», donde cuenta cómo todo lo que sabe lo ha aprendido de seis fieles servidores: Cuándo, Cómo, Dónde, Qué, Quién y Por Qué, a los que manda por el mundo a hacer su trabajo. En este caso, Por Qué nos ayuda a explicar que, además de para profundizar en el conocimiento puro, invertimos en espacio como aliciente económico, revulsivo industrial o reto tecnológico. Atender luego a los otros servidores para que retornen satisfechos es tarea en la que se centra la ciencia, sin éxito, ya que ninguna persona o proyecto será nunca capaz de responderlos. En el conocimiento todo son peldaños en escaleras de las que no se vislumbra el final, sino nuevas escaleras. Poco a poco comprendemos que Quién es circunstancial, que Cómo es importante, pero que en el fondo hay muchos, que hay que conocer bien a Qué, acertar con Dónde, y que Cuándo llegará, pero que nunca tiene que ser el que marque los tiempos. A veces los sirvientes se van con respuestas incorrectas y, aun así, contentos de saber algo más.
Tengo la esperanza de que, tras mi aburrida charla, los servidores sigan pululando por la sala en el debate político-empresarial y que sean atendidos como merecen, escuchando a Cómo antes que a su compañero Qué, tan socorrido a veces. Evitando el protagonismo exagerado que a veces muestra Quién, sin arrojarse unos a otros a Dónde y sin estar preocupados porque Cuándo ocurra cuando convenga; lo hará cuando deba. Y, sobre todo, a estos fieles y honestos servidores les gusta que los hablen en el lenguaje llano, claro, conciso, ajeno a retóricas, lugares comunes y frases vacías. Prefieren un «sí» o un «no» a las tonalidades de grises que, siendo a veces necesarias, las más son excusas para evitar tratar con ellos.
Seguro que será una tarde entretenida. Y no olvidemos en ambos eventos que el padre de Mowgli nos dejó también otras recomendaciones, tan necesarias en el mundo de las estrellas como en el de los plenos municipales: que soñemos, pero no nos convertiríamos en esclavos de los sueños; pensemos, pero no convirtamos en objetivos nuestros pensamientos y que podamos siempre hablar con la gente y mantener la virtud.