Enamorarse de la poesía a la primera lectura

D. Casillas
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La salmantina Sheila Blanco ofreció en Ávila el concierto con el que homenajea a las olvidadas poetas de la Generación del 27

Enamorarse de la poesía a la primera lectura - Foto: David Castro

Sheila Blanco, pianista, compositora y cantante salmantina, actuó este miércoles por primera vez en Ávila, estreno en este plaza «ya deseado» que tuvo lugar con la presentación del concierto –en la Biblioteca de la Junta– en el que homenajea a las poetas del 27 poniendo música a sus poemas, con su voz acompañada por la música, también suya, del piano.

Una forma original la suya de fundir poesía y música.

Bueno. Lo que he hecho ha sido musicar poemas de poetas españolas no muy poco sino, por desgracia, nada conocidas, y de hecho ese desconocimiento fue uno de los motivos que me impulsó a musicalizarlas. Yo las descubrí también hace poco tiempo, hace unos seis o siete años, gracias al trabajo realizado curiosamente también por otras mujeres: de antologías de poetas del 27 que reunían a algunos de esos nombres, y también del trabajo de Tania Balló, la directora y escritora de los libros y los documentales de Las sin sombrero.

Entonces empecé a investigarlas y a enamorarme de sus poemarios y a decir que esa gran riqueza había que darla a conocer, la gente tiene que saber que estaban allí, tiene que saber quiénes eran y lo mucho que hicieron; a mi siempre me han gustado mucho los cantautores y los trovadores que han musicalizado poesía, y pensando que a estas mujeres, como no las conocíamos, no las había cantado nadie, pues era un bonito motivo para hacerlo.

¿Podría decirse que lo que ha hecho es un homenaje que tiene algo de reto?

Sí, así es. Yo nunca había musicalizado poesía hasta que he hecho este trabajo, aunque  me gustaba mucho esa labor creativa y soy muy admiradora de Paco Ibáñez y de Amancio Prada…

El también por desgracia olvidado Paco Ibáñez.

Sí, a mi siempre me emocionó mucho Paco Ibáñez, en mi casa sonaba mucho y yo siempre decía que qué bonito era lo que hacía, eso de convertir un poema en canción. Por ejemplo qué preciosa es su canción Palabras para Julia, qué cosa tan bonita… Imagínate, pensando en esos grandísimos referentes nació este proyecto, y además me hace mucha ilusión porque yo soy de Salamanca pero nunca he tocado en Ávila, una ciudad por la que he pasado muchas veces y en la que he estado muchas también.

¿Cuál fue el criterio para elegir esos poemas y no otros?

Cuando las estaba leyendo me decía que tenía que haber un flechazo, un enamoramiento del poema en la primera lectura, y sí que es verdad que ese enamoramiento depende de encontrar esa rítmica, también esa temática que apasione, que te lleguen con fuerza las emociones del poema, y según iban apareciendo los versos y yo pensaba en musicalizarlos ya iba trabajando sobre ellos, sobre una posible estructura, porque yo no quería cambiar nada al poema, quería respetarle totalmente como era de principio a fin, pero de una manera muy natural; me tenía que enganchar desde el principio.

La música que ha puesto a esos versos cómo es, ¿triste, alegre, melancólica…?

Pues hay de todo, porque manda siempre el poema, mandan sus emociones y lo que mí me transmitieran, y creo que hay partes que te transmiten a ti personalmente y otras que creo que son comunes a todos, son universales, y cuando uno lee ese poema llega a todos. Por esa amplitud ha salido muy variado, y esa es una de las cualidades que me pone más contenta ver, porque realmente los poemas son muy diferentes y no tienen por qué salir las músicas iguales.

También hay un poema suyo.

Sí, me he permitido ese lujo de poner ahí un poemita mío, aunque yo no me considero poeta. Lo que ocurre es que tanto leer y tanto estar con ellas me llevó a escribir un poema que tenía mucho que ver con una situación que yo estaba viviendo y que vivo, que son los miedos, los pájaros negros, y yo lo canto y lo cuento porque también creo que puede ayudar a gente a que sepa que tiene que ir hacia sus miedos para superarlos y seguir adelante.