Francisco I. Pérez de Pablo

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Francisco I. Pérez de Pablo


Perros

25/04/2023

En el transcurso de apenas dos semanas dos perros me han atacado. No ha sido en campo abierto, sino en zonas urbanas con aceras, donde suelo disfrutar haciendo running. En uno de los casos, incluso el animal estaba con correa, pero eso no fue óbice para que el canino se diera la vuelta y a mi paso tirarse. Seguro que algún defensor o adiestrador de canes lo interpretará como una defensa, un mero acercamiento o incluso un intento de jugar del animal, pero cuando vas corriendo esa súbita reacción irracional del animal es todo menos pacífica. 
Las mascotas disminuyen los niveles de cortisol –estrés– y reducen la soledad aumentando el estado de ánimo. En Ávila hay un perro cada 5-6 residentes o, lo es lo mismo, casi diez mil. Tantos como menores de 18 años empadronados. Se ha reformado el Código Civil para que no sean embargados o en caso de crisis matrimonial se regula su custodia, llegando a ser incluso compartida.
El poseedor de un animal está obligado a evitar cualquier tipo de incomodidad o molestia a los demás vecinos. Así lo dispone la ordenanza municipal de animales de compañía del Ayuntamiento de Ávila que pretende que la convivencia que de por si entraña riesgos (medioambientales, de seguridad y tranquilidad) se evite por parte de los dueños de estos. A ello se suma tanto la normativa sobre tenencia de animales peligrosos y más recientemente la discutida ley de bienestar animal publicada el mes pasado y que entrará en vigor a finales de septiembre. 
En su art. 26 c) el nuevo texto dispone como obligación de los dueños de animales de compañía el adoptar las medidas necesarias para evitar que su tenencia o circulación ocasione molestias, peligros, amenazas o daños a las personas, otros animales o a las cosas. Por su parte el art. 25 establece como prohibición general dejar animales sueltos o en condiciones de causar daños en lugares públicos o privados de acceso público. Hay perros muy pequeños, pequeños, grandes y muy grandes y ninguno de sus dueños está libre de esas obligaciones y prohibiciones, ni tampoco, como dice la norma municipal, de que estén sujetos por correa y colocado bozal para impedir mordeduras. También la tenencia de estos animales en pisos y terrazas obliga a que respeten a los vecinos de ladridos, olores, etc.
El Ayuntamiento de Ávila ha creado en los diversos barrios zonas para perros, pero aun así es más que habitual ver perros sueltos sin bozal en múltiples zonas de la ciudad (zonas verdes, de carril bici o espacios semiurbanos como Jardines de Sefarad, Fuentes Claras, Santi Espíritu, Soto o Hervencias altas) donde los vecinos pasean, corren, montan en bicicleta, etc. Los dueños en estos casos suelen decir «si no hace nada». Caminantes, corredores o ciclistas no tienen que variar su marcha o cambiar de rutas y menos aún obligación ni de saber, ni de conocer cuál va a ser la reacción de un animal suelto al que el dueño debe controlar y no a distancia.
 Cumplir la norma y hacer que se cumpla es competencia de los agentes de la Policía Local –trabajo que como otros cometidos es más importante que tararear con mariachis– pues en su mayor parte mantienen, en esto, una actitud excesivamente laxa, no sé si por temor a los perros o a algunos dueños. Quien haya leído hasta aquí podrá pensar que esta columna es un alegato contra de los perros o que no sé lo que es tener uno. En ambos casos se equivocan. Tuve perro –cocker spaniel– y me constan sus beneficios. Todo en sus justos términos.