«Cuando llegué a casa me cantaron el cumpleaños feliz»

A.S.G.
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Víctor Rodríguez se recupera en casa, en Piedralaves, tras el grave accidente sufrido en el circuito italiano de Vallelunga, donde un piloto le atropelló pasando sobre su cabeza y cuello. «Aún tengo pérdidas de memoria».

Víctor Rodríguez, durante su ingreso en el hospital de Roma. - Foto: @victor_rdr_19

Sabe lo que es caer al duro asfalto pero «esta vez ha sido importante», mucho más serio.Tanto que cuando Víctor Rodríguez volvió a casa,en Piedralaves, «mi familia me cantó el cumpleaños feliz».No es para menos cuando una moto de más de 150 kilos de peso te arrolla sobre el asfalto y te pasa por encima de la cabeza y el cuello. Se puede decir que el joven piloto abulense ha vuelto a nacer y no es exagerado.

No es la primera vez que sufre un accidente, algo que forma parte del motociclismo, pero no de esta magnitud. Ni siquiera puede recordar lo que pasó. «Aún tengo pérdidas de memoria. Me caí el sábado por la tarde pero sólo recuerdo hasta el mediodía.A partir de ahí no recuerdo nada hasta el domingo por la mañana», ya en el hospital de Roma. Lo que ocurrió en el circuito de Vallelunga se lo han tenido que contar y ver en vídeo. «No sé si me tira el piloto de delante o se cae y me arrastra. Lo que sí es que me caigo al suelo a plomo, con mi cabeza delante de la moto que iba detrás de mi.No pudo hacer nada, directamente me pasó por encima de la cabeza y el cuello».

Pudo ser un accidente fatal pero quedó, que no es poco, en un traumatismo craneoencefálico y torácico severo, las dos primeras costillas rotas y un neumotórax como consecuencia de una perforación de pulmón de la que se va recuperando poco a poco. «Ha sido una caída de las buenas, no sólo por el tema del pulmón, que ya es importante, sino porque me pasaron por encima del cuello. Cada día me encuentro mejor, aunque me siento como una persona mayor» comenta con cierta ironía el joven piloto abulense.Aún le cuesta moverse sin que le falte el aire. Hasta hace apenas unos días ni siquiera podía levantar los brazos por encima de la cabeza. «Apenas puedo caminar, porque me ahogo, pero la mejoría es evidente» señala ante las secuelas que aún arrastra del accidente y que le mantendrán lejos del asfalto durante cerca de dos meses.Estar en Mugello, la próxima cita del Campeonato Italiano de Velocidad será imposible. Para este fin de semana tenía una nueva invitación para correr el WorldSPP300, que llega al circuito de Estoril en su tercera prueba del calendario. El objetivo es ya pensar en Missano –«al menos poder probar, subirme a la moto, porque ahora mismo me ahogo»– aunque poco a poco, porque el susto ha sido muy serio.

«En un primer momento, con el susto, me dije a mi mismo que esto se acabó, pero a medida que han ido pasando los días te das cuenta de que no ha sido tu culpa» se dice así mismo Víctor Rodríguez. «Sigo siendo el mismo piloto que ha ganado en Europa.Por mí no es. Me siguen llamando equipos para correr con ellos. Es verdad que están siendo dos años muy complicados, pero creo que está siendo mala suerte, estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. En algún momento acabará y empezará la línea positiva» está convencido. Poco a poco. Es momento de sanar lo físico pero también las posibles secuelas psicológicas tras un accidente tan duro. «Poco a poco tengo ganas de volver a entrenar».El gusanillo lo sigue teniendo ahí.

Son días de recuperación, de ir al fisio para poder volver «lo más rápido posible pero también de la mejor forma». Han sido días de movilidad muy reducida. «El cuello aún lo tengo muy rígido, la espalda me da pinchazos. No es sólo el dolor de las costillas, sino el propio golpe». Lo puede contar gracias a las protecciones que lleva.«Llevo airbag, que incluye una protección en la espalda, llevo una pechera en el pecho que se rompió...» Pero la clave para que todo esto lo pueda estar contando puede estar en su casco, este año un Shark, que en su parte trasera lleva una aleta aerodinámica. «Se puede ver bajo la aleta, que está doblada, donde recibió el mayor impacto el casco. Cuando me atropellaron la aleta absorbió el golpe. Aunque el casco tenga un golpe fuerte, no llegó con tanta fuerza a mi cabeza. Si no hubiera tenido esa aleta, quizás todo el impacto hubiera llegado a la cabeza».