Una histórica victoria que cambió el rumbo

Santiago González
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Veteranos socialistas de Castilla y León reconocen que había unas circunstancias concretas que hicieron posible un triunfo aplastante el 28-O de 1982

Felipe González, junto al burgalés Juan José Laborda (i), el palentino José Ramón Lagunilla y el vallisoletano Jesús Quijano, en un mitin de la época. - Foto: Ángel Ayala

El 28 de octubre de 1982 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ganó por primera vez unas elecciones generales. Consiguió que más de 10 millones de españoles votasen a su por entonces joven candidato, Felipe González, consiguiendo 202 diputados en el Congreso, algo que todavía nadie ha logrado superar. Ese día, un Alfonso Guerra eufórico prometía: «Vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió». Hoy hace 40 años de aquello.

Castilla y León aportó casi 650.000 votos (18 diputados) a los obtenidos en toda España. Esa enorme victoria también se notó en la Comunidad, que se subió a la 'ola del cambio' y seis meses después le dio la victoria al PSOE en las elecciones autonómicas, aunque sin esa mayoría de Felipe González.

Algunos históricos socialistas castellanos y leoneses recuerdan aquellos meses ilusionantes, aunque no exentos de temores y responsabilidad. Todos ellos coinciden en que se veía venir un triunfo en las elecciones del 28-O, aunque casi nadie podía imaginar la gran mayoría otorgada por los ciudadanos. Jesús Quijano, ya afiliado al PSOE en aquellos años, explica que se dieron tres circunstancias «irrepetibles»:la cercanía del intento del golpe del 23-F, tras el cual «la gente se había dado cuenta de que para afianzar la democracia era necesario un partido diferente»; la situación del centro derecha «desarbolado», con una UCD en descomposición y una Alianza Popular aún en construcción;y la necesidad de estar en Europa, donde en esos momentos predominaban los socialdemócratas.

Precisamente, unos meses antes el PSOE se había alineado con la socialdemocracia tras renunciar al marxismo, algo que se produjo en un congreso con mucha polémica interna. «Hasta tal punto que González amenazó con renunciar a la secretaría general si no se aprobaba», dice Quijano.

Juan José Laborda, entonces portavoz socialista en el Senado y muy cercano a González, Guerra, Solchaga y su entorno, recuerda que había sensaciones contrapuestas. «Una gran alegría porque por primera vez en la historia de España podía haber un Gobierno socialista homogéneo, pero también había una enorme responsabilidad porque las cosas podían salir mal, ya que había profundas dudas sobre el futuro de España, aún un país aislado».

El político burgalés insiste en el «ruido de sables» durante aquellos meses, y explica el momento en que, según él, se disiparon muchas de las dudas existentes. La clave se produjo el 8 de diciembre, cuando Felipe González y Narcís Serra, ministro de Defensa, presidieron un desfile en la base de El Goloso, donde tenían su sede las unidades blindadas, núcleo que podía tumbar la democracia. «Cuando vi que González y Serra agacharon la cabeza al paso de la bandera de España (aún la preconstitucional), me di cuenta de que los militares entendían que los socialistas no éramos el demonio», relata Laborda.

Otro histórico, Demetrio Madrid, diputado constituyente y medio año después presidente de la Junta, afirma de manera tajante que el 28-O fue «el paso de la transición a la democracia» porque supuso un «cambio enorme cultural, social, económico y político». El zamorano recuerda que las paredes de edificios, fincas y corrales tenían pintadas y carteles que decían «cuida las gallinas que viene el PSOE». Existía temor, pero la mayoría aplastante en las urnas  demostró que era «el único que podía hacer el cambio».

El exalcalde palentino Heliodoro Gallego, coordinador de aquella campaña en Palencia aunque no estaba afiliado, destaca que el PSOE llevaba «un programa integrador, de reconstrucción de España, nada revanchista».

El actual secretario autonómico del PSOE, Luis Tudanca, tenía apenas ocho años en 1982, sin embargo afirma que «el gran mérito de aquella victoria fue abrir al mundo un país y darle por primera vez en la historia de España una oportunidad a una generación, la suya». Recordando que este país es otro debido al triunfo socialista, afirma que «esta Comunidad podía haber sido otra también si no le hubieran hecho a Demetrio Madrid lo que le hicieron». «El PSOE no pudo consolidar la construcción y transformación de Castilla y León, tras su victoria seis meses después, por una sucia operación de Aznar. Y de aquellos polvos, seguramente muchos de estos lodos actuales», explica.

«En aquel momento estaba todo por hacer y por construir, tanto en España como en la Comunidad, luego ha sido todo 'más fácil' con todas las complicaciones», concluye.
Aún más pequeño, el soriano Carlos Martínez rememora el optimismo y esperanza que respiraba su familia.