Despedida de un puesto para servir a los centros

B.M
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El director provincial de Educación, Santiago Rodríguez, llega a su jubilación tras más de once años en este cargo, un tiempo con mucha «satisfacción» pero también con «frustraciones»

Despedida de un puesto para servir a los centros - Foto: Lola Ortiz

Llegó el momento de la jubilación tras más de once años como director provincial de Educación. Santiago Rodríguez se despide de un puesto en el que para él ha sido «fundamental» estar al «servicio de los centros educativos». Ahora se abre una etapa en la que se dedicará a la familia, se permitirá viajar un poco más y se embarcará «en cosas que no son obligación, dejar que las cosas vengan a mi».

Dejarse llevar más que planificar también ha sido un poco seña de identidad de su vida profesional, pero siempre dispuesto a aportar todo lo posible en los puestos de trabajo en los que ha estado. Es cierto que ahora, en realidad desde el 15 de abril (una fecha rara porque fue sábado y él hubiera querido que hubiera sido un poco antes), se despide como director provincial de Educación, donde comenzó el 1 de marzo de 2012, pero también de toda una carrera dedicada a la enseñanza. 

Santiago estudió Químicas y empezó como profesor de Física y Química en el Instituto Politécnico. En realidad él no era de los que siempre supo que quería ser profesor pero sí que «quería estudiar y hacer algo después». «Casi nunca han sido cosas que he buscado pero siempre he atacado lo mejor posible en lo que me ocupaba», insiste.

Cuando acabó su carrera universitaria fue el momento de buscar un trabajo. Lo primero fue buscar una empresa, pero no «mucho» tiempo y la idea de ser profesor también estaba. Fue además un momento en el que iba a quedarse en la Facultad de Químicas pero el comienzo se retrasó y se presentó «de rebote» a las oposiciones, las aprobó y pudo elegir Ávila. También su novia y se quedaron.

Más allá de cómo llegara a ser profesor, para él es «una profesión muy bonita, me gusta, es muy gratificante», aunque con el tiempo lo fuera dejando atrás y pasara a ocupar otros puestos.

Empezó, por tanto, en el Instituto Politécnico, con oposición y plaza, aunque al principio (también su mujer con plaza) se plantearon ir a Salamanca. Fue una idea porque poco a poco se fueron asentando y adquiriendo otras responsabilidades. Entre ellas, el traslado al Vasco de la Zarza, donde estuvo ocho años, también ocupando el puesto de jefe de estudios.

De allí sería de donde daría el salto a la Dirección Provincial, a la parte de Programas a través de un programa del Ministerio de nuevas tecnologías de información y comunicación. En definitiva, la introducción de la informática a las aulas a través de Atenea. Allí le llamaron en «pleno verano» y se fue. Después se crearía la figura de coordinador provincial de Nuevas Tecnologías y le pidieron que la ocupara. Estuvo un año escaso antes de presentarse al concurso de méritos para ser inspector, donde estuvo cinco años, más otros 16 como inspector jefe.

Desde allí daría el salto definido a director provincial de Educación. Fue cuando su antecesor, José Luis Rivas, pasó a ser subdelegado de Gobierno y la plaza quedó vacante. «Me ofrecieron la posibilidad de asumirlo» y «aunque no lo tenía muy claro» aceptó «por sentido de la responsabilidad y pensando que estaría dos o tres años... pero el tiempo se fue alargando. No es que lo buscara, es que le vino y lo aceptó.

En este tiempo en el cargo ha tenido mucha «satisfacción» pero no ha podido evitar las «frustraciones». El balance general es positivo, de estar «contento, satisfecho» porque ha «disfrutado» sobre todo del hecho «de poder ayudar a la gente», estar encima de las cosas y los centros, ver que había un problema «y hacer lo que podía para que saliera adelante. Y cuando se consigue, hay satisfacción». Por eso, aunque le costó «asumirlo», con el paso del tiempo ha visto que es «gratificante», sobre todo porque es «fundamental estar al servicio de los centros».

Es cierto que muchas veces había «muchos problemas» y se ha tenido que enfrentar a la frustración de que «muchas veces las cosas no dependen de uno».  Es un puesto más de gestión, de hacer cosas por los centros, pero hay que seguir las directrices de la Consejería de Educación y ha tenido que aceptar que muchas veces se intentaba sacar cosas adelante pero hay «impedimentos»  y variables económicas, del momento, o situaciones en otros sitios» y aunque lo quieres sacar adelante quedan muchas frustraciones «porque los medios son también limitados». Pero la valoración, insiste, es de satisfacción.

Por eso, después del trabajo de tantos años ahora va a «vivir el momento, sin complicaciones en exceso». Va a seguir «viviendo sin las obligaciones sin estar pendiente constantemente», de que «los directores tuvieran mi número para poder llamarme en cualquier momento». Ahora es una etapa diferente, quizá de dedicar a su familiar lo que en otras ocasiones no ha podido.