Con un recuerdo especial a los pastores de la zona, que fueron verdaderos «hacedores» de la tradición musical que ahora las rondas de la zona del Tiétar se encargan de conservar y dar a conocer, Gavilanes acogió este fin de semana un encuentro de música folclórica que contó con la participación de cuatro grupos, entre ellos la Ronda de Gavilanes, anfitriona y organizadora de esta actividad junto con el Ayuntamiento. 

A este encuentro de guitarreros, que es el nombre que se le daba antiguamente a quienes hacían música por estos pueblos, acudió también el grupo de música tradicional Algazara de Candeleda, así como la Rondalla de Villarejo del Valle e integrantes de La Abantera de Lanzahíta. Todos ellos se dieron cita en Gavilanes para entonar aquellas jotas, seguidillas, romances o rondeñas compuestas por los antiguos pastores de esta zona y en las que cantaban al amor, al desamor, a los prados o a las cosechas. 

El encuentro, que se celebró el pasado sábado y que atrajo a numerosos vecinos de municipios de la zona y también de la cercana comarca de La Vera, nace con intención de continuidad, tal y como explica Antonio González, de la Ronda de Gavilanes, que apunta que el objetivo de este tipo de jornadas es dar a conocer la música popular de con la intención de compartirla para que no se pierda ya que estas composiciones, que no tienen partituras, pasan de generación y en generación por lo que es importante preservar su legado. 

Además de poder disfrutar de la música y el baile de cada una de estas formaciones, que actuaron en distintas calles y plazas de Gavilanes y también formando pasacalles que recorrieron el pueblo, durante este encuentro también se homenajeó a dos personas muy vinculadas al folclore musical de la zona, en este caso a Manuela 'la del almirez',  vecina de Madrigal de la Vera, y al nonagenario Antonio Piris, folclórico de Casavieja vinculado durante toda su vida a la música tradicional. También hubo un recuerdo para Santos y Lorenzos, dos vecinos de Gavilanes ya fallecidos que contribuyeron de forma importante a que estas composiciones con origen pastoril no se hayan perdido y hayan llegado hasta nuestros días acompañadas de la música de guitarras, laudes o bandurrias o de la percusión de morteros, castañuelas o triángulos.