Editorial

Ávila tiene futuro ferroviario si se dan los pasos correctos

DAV
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Los abonos gratuitos que implantó el Gobierno a finales de 2022, con motivo de la crisis energética, para evitar el uso del transporte privado en favor del colectivo, ha propiciado que más de un millón de viajeros –en concreto 1.014.900– hayan subido o bajado de trenes durante 2023 en la estación de Ávila. Una cifra que llama la atención si tomamos en cuenta algunas consideraciones: En 2022, el número de viajeros que hicieron lo mismo fue de 636.000, y en 2007, 755.420 viajeros, justo antes de la crisis financiera, cuando se empezaron a aplicar restricciones en los servicios ferroviarios de Ávila, especialmente de larga distancia, que coincidió con la puesta en marcha del AVE Madrid-Segovia-Valladolid en diciembre de 2007.

Esta confluencia de datos invita a sacar algunas conclusiones, y la más relevante es que los abulenses están dispuestos a utilizar este servicio público de transporte colectivo, pero que éste tiene que dar respuesta a necesidades. Por lo tanto, que no vengan con la cantinela de que se trata de un servicio deficitario o que apenas lo utilizan viajeros. La sociedad abulense está demostrando que necesita y le urge un servicio ferroviario competitivo. Bien porque tenga un precio adaptado a las necesidades, bien porque ofrezca unas frecuencias razonables, bien porque ofrezca un tiempo de viaje sensato.

Estos datos han de hacer reflexionar a todas las instituciones y colectivos que defienden el ferrocarril para esta provincia, y deberían suponer un punto de inflexión en las reclamaciones abulenses, que no han de decaer, porque cerca de 3.000 personas de promedio están partiendo o llegando a la estación de Ávila si damos por buenos los datos que ha facilitado Renfe de 2023. ¿Qué lugar de la provincia concentra este flujo de personas diario?

Sorprende el dato también porque confirma, de alguna manera, ese mantra que se ha instalado en la sociedad abulense de que se está ahogando el servicio ferroviario de Ávila poco a poco para dejarlo en una situación de debilidad extrema hasta que solo esté a merced de una decisión la claudicación definitiva. Se está produciendo una situación análoga al refrán «entre todos la mataron y ella sola se murió». Y todos fueron, son y serán responsables. Cuando se ha consentido una vía de oxígeno al paciente –en este caso el precio–, éste se ha agarrado a la vida. Y así hay que seguir defendiéndolo. 

La única manera será hacer del servicio ferroviario de Ávila una opción competitiva, y las claves están sobre la mesa, ahora solo hay que tomar decisiones, que han de ser valientes, pero no tanto arriesgadas, porque el final de la historia, tras este experimento de la gratuidad, parece estar escrito: Ávila tiene futuro ferroviario.