El centro autorizado de tratamiento de vehículos fuera de uso de Mapfre, Cesvirecambios, situado en el polígono de Vicolozano, es la primera instalación mundial que contribuye a la economía circular a través del reciclaje de baterías de vehículos eléctricos. Un centro puntero con el mayor grado de automatización que, en los últimos años, ha desmontado más de un millón de piezas de vehículos, permitiendo evitar la emisión de más de 56.000 toneladas de CO2.
El objetivo, según explica el director general de Cesvimap, José María Cancer, es «seguir con ese proceso continuado de respeto del medio ambiente que ha tenido por el vehículo a lo largo de su vida útil, asegurándonos de que cuando se cierra su ciclo de vida, porque va a ser achatarrado, también se mantiene ese respeto por el medi o ambiente».
Así comenzó su andadura este centro hace 20 años, intentando que fuera «un ejemplo de precisión, rendimiento y productividad a través de su automatización y robotización», comenta Cancer, quien indica que a Cesvirecambios «llegan los coches que son siniestro total de Mapfre, se etiquetan, se analizan, se descontaminan perfectamente y en esta instalación que es automatizada, se va desplazando el vehículo de unos puestos de trabajo a otros para primero, extraerle todos los líquidos contaminantes, y luego llevarle a unos puestos donde se etiqueta cada pieza para tener una completa trazabilidad de las que se van a recuperar. Es bueno para el medio ambiente poder reaprovecharlo y darle un segundo ciclo de vida».
Tras su desmontaje, las piezas se etiquetan, se toman fotos, se sube toda esa información a la web y se guardan en un almacén robotizado hasta el momento en que alguien, a través de internet, compra la pieza, se rescata y se lleva a expedición para ser vendido al taller u otro proveedor del mundo de la postventa que lo haya solicitado. De esa manera nos aseguramos de cerrar su ciclo de vida.
Pero además, a raíz de la aparición de los vehículos eléctricos, en Cesvirecambios comenzaron a investigar la segunda vida de las baterías de los vehículos dados de baja, que aglutinan entre el 35 y 50% del valor de los mismos, convirtiéndolas en equipos de almacenamiento energético que puedan servir para reducir la huella de carbono y el impacto medioambiental que tienen en el día a día con el consumo energético del centro.
«Hemos empezado a darles usos progresivos», señala José María Cancer, quien explica que «comenzamos con packs pequeños que sirven como una batería adicional de apoyo para rodar películas o documentales en exteriores, después pasamos a un sistema que va montado en nuestro servicio de asistencia en las calles de las grandes ciudades para poder recargar un coche y darle suficiente autonomía rápidamente para llegar a un punto de recarga en la misma ciudad, y el siguiente paso ha sido dotar a esta instalación de un sistema de acumulación suficientemente potente para que actualmente, en época de mucho sol, más del 40% de la energía que consumimos reciclando piezas sea directamente almacenada en las baterías y la recuperemos de ahí».
Concretamente se trata de una instalación fotovoltaica de 126 placas con una potencia total de 56,7 kWp, con un sistema de almacenamiento formado por las baterías de ocho vehículos eléctricos (hasta 100 kW de potencia total), contectada a la red en modo autoconsumo sin excedentes (inyección cero hacia la red).
«Es como hacemos una economía circular dentro de la economía circular porque utilizamos elementos recuperados de vehículos siniestrados para almacenar energía con la que seguir reciclando y recuperando nuevos vehículos», subraya el director general de Cesvimap, quien añade que «ahora vamos a pasar a tener unos sistemas de acumulación energética que correspondan a un coche siniestrado, de tal manera que cada coche siniestrado pueda potencialmente convertirse en un sistema de acumulación energética para un hogar».
Por otra parte, de las baterías que no se pueden recuperar, se realiza el reciclaje selectivo de los minerales: aluminio, plásticos, hierro. De la misma manera, aquellas baterías que bien por el golpe recibido que las hace inservibles o porque estaban en un estado muy antiguo que no servían para almacenar, se recuperan los minerales del interior. «En eso no trabajamos solos, sino en un proyecto europeo de investigación conjuntamente con casi 20 actores del sector para intentar generar un proceso automatizado y robotizado que recupere más del 90% de los minerales que hay en el interior», apunta José María Cancer.
Recientemente, Cesvimap recibió un premio en la Expo Movility World Congress en Valencia, que reconocía el desarrollo de iniciativas para ayudar a reducir el impacto medioambiental de los clientes.