Los retos inmediatos: vacunación y elecciones catalanas

Pilar Cernuda
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Los políticos se juegan su credibilidad, y los votos, con el cumplimiento del calendario para que la profilaxis llegue antesde verano a la mayoría de la población, con unos comicios en medio que influirán en el modelo de convivencia catalán

Los retos inmediatos: vacunación y elecciones catalanas - Foto: GIUSEPPE LAMI

Para los políticos la prioridad es siempre la política. No es una perogrullada, sino una realidad siempre confirmada por los hechos. En la España actual, la vacunación contra la COVID-19 es el reto más importante para los dirigentes de cualquier signo, tenga o no responsabilidades de Gobierno. No por una preocupación exacerbada por las cuestiones sociales, que seguramente la tienen, sino porque sus carreras políticas, tanto nacionales como autonómicas y municipales, dependerán en parte de esa operación que para los españoles se ha convertido en símbolo de supervivencia.

El segundo reto, ya sin tanto tinte social aunque influye profundamente a la convivencia en Cataluña, está en las elecciones autonómicas, previstas para el 14-F, pero que podrían retrasarse si no cede la intensidad de la pandemia, como ocurrió con las vascas y gallegas en la pasada primavera.

La eficacia en la vacunación masiva y cumplir con el calendario que se había prometido, todos los españoles vacunados antes del verano, puede potenciar o derrumbar biografías. Isabel Díaz Ayuso, siempre cuestionada porque la izquierda la ha convertido en la diana de sus dardos, no ha cumplido las expectativas que se esperaban de una presidenta autonómica que fue puntera en muchas decisiones que adoptaron luego otros gobernantes, pero sin embargo se encuentra en la cola de las regiones con mejores cifras de vacunación. Cree que cambiará la situación a partir del lunes, pero le costará remontar la imagen actual de no haber estado a la altura. 

Feijóo una vez más sale reforzado por las cifras de vacunados, aunque es el asturiano Barbón el que mejor ha hecho los deberes. El resto de los gobiernos regionales se han movido en un terreno muy similar, con unos primeros días en los que han tenido que ir adaptándose a las circunstancias de recibir unas vacunas que debían ser almacenadas con medidas específicas y poco habituales.

Los laboratorios Pfizer y Moderna han cumplido sus compromisos, los profesionales sanitarios elaborado sus cuadros de vacunación con el personal disponible, y por tanto una vez más se exige a los políticos que asuman sus responsabilidades, que es responder a las necesidades de los expertos. De no hacerlo, los ciudadanos recordarán el trabajo bien o mal hecho a la hora de acudir a las urnas, tanto en elecciones generales como autonómicas, porque las consecuencias de esta pandemia no se van a olvidar en años.

 

Golpe a Puigdemont

En las elecciones de Cataluña no se decide solo una fórmula de Gobierno de coalición, sino un modelo de convivencia para el futuro.

La peripecia independentista ha sido tan desastrosa que los sondeos coinciden en que esos partidos se encuentran en franco declive y en caso de no conseguir escaños suficientes para volver a la fórmula independentista sumando Junts y PDeCat, tendrían que contar con otros para mantenerse en el gobierno. El que más les tienta es En Comú Podem, el más próximo a sus tesis aunque afirma no buscar la secesión de España, pero se encuentra en una clara situación descendente. Sin embargo lo que más caracteriza actualmente al independentismo es la rivalidad exacerbada entre Junts y el PDeCat, que acaba de recibir un toque de la Junta Electoral que puede afectar al resultado.

PDeCat y Convergencia Democrática de Cataluña concurrieron a las elecciones últimas bajo las siglas Junts per Cataluña. La huida de Puigdemont, el proceso a los responsables del referéndum ilegal del 1 de octubre y sobre todo tensiones personales de imposible arreglo, provocaron que Puigdemont se quedara con las siglas de JxC, que mantiene una postura de ruptura total con PDeCat y, al mismo tiempo, mantiene también la rivalidad con ERC. La Junta Electoral Catalana ha determinado que las siglas JxC no se presentaron como tal en las últimas elecciones, CDC no se presenta ahora y por tanto solo PdeCat puede tener los privilegios de los partidos con representación parlamentaria, participación en debates en los medios de comunicación públicos, espacios propios en esos medios y fondos para la campaña. Todo un torpedo en la línea de flotación de Junts.

En esas aguas revueltas esperan los socialistas pescar algún voto. Pretenden contar con escaños suficientes para formar con ERC y En Comú un tripartito, copiando así la fórmula del gobierno central. Cree el PSC que incluso podrían presidir ese Gobierno, de ahí que haya designado a Salvador Illa como candidato. El todavía ministro se mueve en un difícil equilibro. Se juega mucho si la campaña de vacunación no sale bien, aunque desde su Cartera y, sobre todo, desde Moncloa tratan de llevar la atención a los gobiernos regionales. Tiene también una polémica que se agranda: que continúa como ministro cuando ya es candidato. No quiere renunciar al cargo, entre otras razones porque teme que si se retrasan las elecciones quedaría varios meses en tierra de nadie, mientras si se mantiene como ministro de Sanidad no habrá día en el que no sea noticia.

 

Trump y las urnas

PP y Ciudadanos han protagonizado carambolas electorales. Alejandro Fernández, candidato del PP, ha fichado para el partido a Lorena Roldán, figura destacada de Cs, que acumulaba agravios por parte del que ya es su ex partido, pues no fue confirmada como candidata a la Generalitat a pesar de haber ganado las primarias. Cs ha respondido defendiendo a su candidato, Carlos Carrizosa, y colocando de número dos a la periodista Anna Grau, que había pedido la militancia un año atrás. Una jugada inteligente: Arrimadas no ha querido acudir a un fichaje externo: lo tenía en casa. Pero, además, Grau se ha convertido en el símbolo de los catalanes no independentistas que sufren amenazas y boicot profesional por denunciar la situación de quienes mantienen con orgullo su españolidad.

En ese escenario, Vox reivindica la derecha derecha. Sin complejos. A su candidato, Garriga, se le dio un empujón de conocimiento social cuando Abascal decidió que fuera el diputado que defendiera su moción de censura contra Pedro Sánchez. El objetivo de Vox es superar en votos al PP, y algunos sondeos recogen que eso podría suceder. Pero un elemento exterior puede perjudicarles: el asalto al Capitolio de los seguidores de Trump. El golpismo provoca rechazo en los votantes, incluso en los extremistas. Y Vox apoya abiertamente a Trump.