El Santuario de Nuestra Señora de Sonsoles acogió este domingo la fiesta grande de su Patronato. A las 12 horas la ermita se llenó para asistir a la misa solemne oficiada por el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, en la que estuvieron también presentes el alcalde de Ávila, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, el delegado territorial de la Junta, José Francisco Hernández, y el diputado provincial Jesús Martín, así como varios concejales del Ayuntamiento de la capital.

Comenzó el prelado abulense su homilía pidiendo a la Virgen de Sonsoles que intercediera para que acabe la sequía, para después hablar de la alegría de esta fiesta, una alegría “verdadera, que no está en las cosas, sino en ser mejores, personas de ley, que no necesitan más de lo necesario”. “La Virgen nos dio la alegría más grande, tener a Cristo”, señaló Gil Tamayo, quien apuntó que “parece que a algunos les molestan los símbolos religiosos, que son símbolos de alegría y de paz”. Por ello pidió los fieles “manifestar el orgullo de ser cristianos y que la Virgen de Sonsoles ilumine nuestra vida de fe”.

Tras la eucaristía, la imagen de Nuestra Señora de Sonsoles, portada a hombros, hizo el tradicional recorrido procesional por el recinto del santuario arropada por numerosas personas en este día soleado en la ciudad. El repicar de las campanas y las dulzainas y tamboriles del grupo Azor acompañaban el paso de la Virgen, precedido por los estandartes de las cofradías de Nuestra Señora de la Misericordia, Nuestra Señora del Consuelo y La Sierrecilla, y tras ellas las autoridades eclesiásticas y civiles. Así, en ambiente festivo y de hermandad se vivía un año más la celebración del Patronato de Nuestra Señora de Sonsoles.