El Padre Marcos, un místico con los pies en la tierra

Reyes Mate
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Obituario

El Padre Marcos, un místico con los pies en la tierra

Si hay que medir la grandeza de una persona por el vacío que deja cuando se va, la de este dominico navarro que había hecho de Ávila su patria de adopción es excepcional. Sus estudios en Toulouse, Dublín, Salamanca y Ávila le prepararon para el ejercicio de su ministerio como pastor de almas. Había una libertad en su relación con lo sagrado que sólo podía provenir de quien se conocía bien el terreno y, al tiempo, lo vivía. La experiencia existencial y el conocimiento de los misteriosos significados que envolvían su ministerio, le permitía innovar en catequesis  y hasta transgredir límites rituales. Eso hacía del Padre Marcos un religioso singular e inclasificable que atraía particularmente a quienes se situaban lejos de la religión y del culto.

Esa libertad de espíritu se complementaba con una generosa entrega a los demás. No tenía nada propio pero se preocupaba de que quien no tuviera lo necesario, no se fuera de vacío. Era como una oficina de servicios para necesitados abierta las 24 horas. Su carisma en asunto de generosidad era tan manifiesto que la gente pudiente le daba sin preguntar. Sabía que sus ayudas tendrían justificado destino. En él se hacía verdad el supuesto de que el don hace feliz en primer lugar al que da. Y él se encargaba de que el recibidor estuviera a la altura.

Bajo su apariencia un poco despistada se escondía un emprendedor muy osado. Armado de su bondad innata emprendió obras que un empresario convencional hubiera declinado. En los años setenta le tiraron en paracaídas en una zona del Madrid más pobre, el barrio Simancas, para que ejerciera de párroco. Empezó por crear un complejo parroquial, con notables servicios para el barrio, con los recursos que conseguía con una afabilidad proverbial. Nadie resistía a colaborar si se lo pedía el Padre Marcos. Creó una comunidad tan integrada en el barrio que sería imposible escribir la historia de esa gente, sus luchas, reivindicaciones, celebraciones y duelos, sin la referencia a la parroquia de Jesús Divino Obrero que así la llamó el obispo de Madrid.

Al llegar al Monasterio de Santo Tomás de Ávila, como prior, en el año 2000, se encontró con un complejo histórico que necesitaba urgentes trabajos de restauración para evitar la ruina. El nuevo superior concitó la colaboración  de las administraciones local, autonómica y nacional, cuyos resultados a la vista están, como esa asombrosa Capilla del Cristo de Santa Teresa que ningún visitante de la ciudad debería perderse. Quería abrir el convento a la ciudad, como bien recordará Áureo Martín, a la sazón concejal de Cultura; quería que Ávila recuperara sus mejores momentos como la historia de los frailes que en 1510 salieron de Ávila hacia La Española  y se convirtieron en hito de los derechos humanos. A la entrada de la iglesia de Santo Tomás colocó un monolito con las palabras de  Antón Montesinos –«¿acaso estos no son hombres»- que recogió Bartolomé de las Casas.

El Padre Marcos era capaz de pasar sin solución de continuidad de la meditación yoga a la organización de talleres de empleo porque en sí mismo aunaba la vita contemplativa con la vita activa. Si el lema dominicano dice «llevad a los demás lo que habéis contemplado», él lo completaba llevando a la contemplación lo que los demás necesitaban.

En Ávila se empleó a fondo. Quería rescatar el espíritu intelectual que tuvo Santo Tomás cuando fue universidad. Fundó y dirigió, con la complicidad del Ayuntamiento de Ávila, la Cátedra Santo Tomás, que nació con dos  objetivos: convertir en diálogo la memoria de las tres culturas que en un momento conformaron la vida abulense y, también, organizar cursos y congresos sobre el alcance público de la religión, en torno a una obra de teatro. Contaba para ello con el concurso de Juan Mayorga que creó para la ocasión algunas de sus obras más celebradas, como La Lengua en pedazos o Primeras noticias de la catástrofe. Por la Cátedra desfilaron notables personalidades  y se pasó revista a temas tan actuales como la tolerancia en una sociedad moderna,  el sentido del perdón y de la culpa, el posterrorismo, la responsabilidad histórica, etc.

En el año 2016, en pleno curso de verano dedicado al tema «Dios en la ciudad secular», sufrió un severo derrame cerebral que afectó gravemente a su capacidad emocional y volitiva. Tuvo que dejar Ávila y de eso ya no se repuso aunque dejó dicho que quería volver. Volverán sus cenizas para reposar en una tierra que tanto amó y donde le esperan tantos amigos que colaboraron con él, que le admiraron y que le lloran.

(*) Reyes Mate, quien, con el dominico Felicísimo Martínez, compartió la organización de la Cátedra Santo Tomás