«Pablo VI tuvo la valentía de dar el paso al frente»

J.M.M.
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El subdirector del CITeS, Rómulo Cuartas, disertó sobre «un tema original» abordando los caminos de santidad de la 'Santa andariega' y del «gran humanista del siglo XX», que fue quien la proclamó doctora de la Iglesia en 1970

«Pablo VI tuvo la valentía de dar el paso al frente» - Foto: Isabel García

Bajo el título ‘Santa Teresa de Jesús y San Pablo VI. Dos modelos de Santidad’, el subdirector del Centro Internacional Teresiano Sanjuanista (CITeS) – Universidad de la Mística, Rómulo Cuartas, disertó sobre «un tema original y novedoso» en la segunda jornada del Congreso Internacional ‘Mujer Excepcional. Cincuentas años del Doctorado de Santa Teresa de Jesús’, organizado por el Obispado de Ávila, los Carmelitas Descalzos y la Universidad Católica de Ávila (UCAV), con la colaboración de la Universidad Católica Eichstätt-Ingolstadt. 

Cuartas recordó que «Pablo VI quedó muy emparentado con Santa Teresa porque él fue el que decidió promover y ejecutar la declaración de Santa Teresa como doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970». Yrecalcó que el motivo de abordar este tema en este congreso vino propiciado porque el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, «tenía interés especial en resaltar la figura de Pablo VI, no solamente porque acaba de ser canonizado, sino porque todo lo que significa y ha significado el doctorado de Santa Teresa en la Iglesia y en todos los movimientos de humanismo, de feminismo, de mística, de espiritualidad que se han sentido potenciados con este nombramiento de doctora».

En su ponencia, Cuartas presentó en primer lugar una «breve» semblanza del camino de santidad de Santa Teresa, «porque está muy conocido y muy estudiado». A continuación, dedicó una buena parte de su intervención a San Pablo VI, una figura santa que «falta mucho por estudiar y por profundizar». En la parte final de su intervención, expuso que «Santa Teresa es una santa que realmente se le atrasó mucho el nombramiento de doctora pero se le adelantó mucho el de santa, porque antes de morir todo el mundo antes de morir la reconocía como La Santa». Y, tomando como base las palabras que el Papa Francisco dedicó en su carta con motivo de la conmemoración de este 50 aniversario del doctorado, señaló que «Santa Teresa se trajo el cielo a la tierra, lo vivió ella y nos enseñó a todos a vivirlo, de tal manera que ya es un concepto de santidad que no apunta al más allá, sino que hace todo lo posible para que lo vivamos y lo celebremos en el más acá». 

Y en cuanto a San Pablo VI, Cuartas  lo presentó como «el gran humanista del siglo XX, que se presentó ante la ONU proclamando  que la Iglesia es experta en humanidad, manifestando  de esta manera su profundo amor por el hombre y por la humanidad. Y desde esa convicción tan profunda naturalmente tuvo oportunidad para mostrarnos su gran amor a Cristo, su disponibilidad y docilidad al Espíritu Santo, y al mismo tiempo una vida ejemplar que a todos nos admira y nos llena de entusiasmo».

Por lo que se refiere a los motivos que llevaron a San Pablo VI a promover el doctorado de Santa Teresa de Jesús, el subdirector de la Universidad de la Mística precisó que «muchas veces estuvo a punto de ser nombrada doctora porque ya en la percepción popular se la percibía que estaba presentando una ciencia muy singular, que lo llaman «ciencia divina», precisamente por la penetración en los misterios de Dios, de Cristo y de la Iglesia». De hecho, en la década de los años 20 del pasado siglo se adelantó todo un proceso pero el Papa Pío XI terminó diciendo: «Todo está listo, pero se opone el sexo», porque «dentro de la tradición nunca se había nombrado una mujer doctora. Había 30 doctores en la Iglesia y todos eran hombres. De tal forma que no cabía en la sensibilidad de las estructuras eclesiales que una mujer fuera doctora».

Cuartas siguió explicando que después del Concilio Vaticano II, «con todas las declaraciones que se hicieron en favor de la mujer y la reivindicación de su papel en la Iglesia, Pablo VI tuvo la valentía de dar el paso al frente y decir: «Corroboremos todo cuanto estamos enseñando dando ejemplo». Y fue cuando proclamó a Santa Teresa doctora de la Iglesia. Y no encontró ninguna oposición, sino como mucho aplauso, como un alivio de poder reparar una especie de silencio misterioso que había en torno a ese tema». 

Y se abrió un camino, que siguió con Santa Catalina de Siena y Santa Teresa de Lisieux. En ese sentido, terminó diciendo, «tenemos un grande horizonte para presentar otra dimensión de la ciencia espiritual y también otra dimensión y espacio para la mujer en la Iglesia».