En la escuela con Kirka

M.M.G.
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Isidro, usuario de la ONCE, ha dado la bienvenida estos días su tercer perro guía. La situación causada por la covid ha hecho que reciba en casa de manera excepcional las lecciones necesarias para formar equipo con ella.

En la escuela con Kirka

En muy poco tiempo Isidro y Kirka serán inseparables. Amigos del alma. Formarán un equipo especial que permitirá al primero llevar la vida que siempre ha llevado. Pero para conseguirlo, primero hay que ir ‘al cole’. 

Pero, ¿quiénes son Isidro y Kirka? Pues el primero es un usuario de la ONCE, ciego desde hace 30 años. Y la segunda, la que desde esta misma semana es su nueva perro guía. 

Es la tercera que Isidro tiene. Y está emocionado de poder contar con ella. En marzo perdió a Kiran después de once años de compañía y ha pasado ocho meses «perdido», al no contar con la ayuda de alguno de estos bellos e inteligentes animales.

Pero como decíamos, para que Kirka e Isidro lleguen a ser como uña y carne, hay que trabajarlo. Y para ello los dos cuentan con la ayuda de Ricardo Vicente, instructor de movilidad de perros guía de la ONCE que, de manera excepcional, se ha trasladado esta semana a casa de Isidro, en Padiernos, para impartir las lecciones necesarias para lograr el emparejamiento perfecto. «Los cursos domiciliarios son mínimos», comienza a explicarnos Ricardo, «porque lo habitual es que se realicen en Boadilla del Monte, donde tenemos la escuela, con varios perros a la vez».

Pero la pandemia, siempre la pandemia, ha hecho que eso ahora no sea posible. Por lo que Kirka y Ricardo se trasladaron el lunes a Padiernos para empezar la última fase de una formación que, en realidad, empezó mucho antes y de la que también hablaremos en estas líneas.

De momento, vamos adelantando que lo que en principio podría ser una contrariedad (el hecho de no impartir el curso en la escuela) para Isidro y Kirka ha resultado toda una suerte. «La ventaja es que esto nos permite un trabajo más centrado en las necesidades específicas de las personas», apunta Ricardo. Eso les da la posibilidad, de entrada, de impartir en una semana los conocimientos que en otro caso les hubiera llevado tres. Pero también, y lo que es más importante para Isidro y Kirka, que la formación se realice en el mismo entorno en el que este equipo se moverá a partir de ahora.

Un entorno rural, en este caso. Algo poco común para los perros guía, con los que se trabaja en un entorno urbano y que en su mayoría terminan viviendo en ciudades. Así que Kirka ha tenido que aprender estos días a moverse por un pueblo con pocas aceras, por ejemplo («y para estos perros la acera es una referencia básica», apostilla el instructor). O a controlar al máximo sus instintos cazadores, al caminar por el campo, por donde también transitan libremente conejos o jabalíes.

«Tiene que usar mucho su iniciativa y su capacidad de adaptación», continúa hablando Ricardo que, en cualquier caso, deja claro que para que el equipo sea un éxito la responsabilidad debe dividirse al 50 por ciento. «No todo es responsabilidad del perro», asegura el instructor que se muestra tranquilo en este sentido, dada la gran experiencia de Isidro en el manejo de perros guía y al que se le ha entregado una perra acorde a su edad, forma física y carácter.

la formación previa. Pero, como avanzábamos antes, para llegar al punto en el que Kirka, Isidro yRicardo han estado durante la semana que ahora termina, ha sido necesario un gran trabajo previo, sobre todo, con la perra.

Su formación empieza en primer lugar con la familia que la cría durante sus primeros meses de vida. Hogares voluntarios en los que estos perros se socializan y aprenden normas de convivencia.

Es a los doce meses cuando se comienza a trabajar con ellos de forma más directa. Primero, con un entrenamiento temprano a cargo de un entrenador. Segundo, con un entrenamiento avanzado y ya a cargo de un instructor concreto. Y por último, con un adiestramiento específico de unas cinco o seis semanas en las que el instructor ya trabaja pensando de manera concreta en la labor que va a tener que realizar el perro en el futuro.

La última fase sería el trabajo con la persona ciega que, con anterioridad, también ha tenido que formarse para ello. En el caso de Isidro, su trabajo se centró únicamente en el uso del bastón, con el fin de refrescar conocimientos.

El pasado lunes, Isidro conoció a Kirka. Ese día se limitaron a hacerse el uno con el otro y a que la perra conociera su nueva casa y su entorno.

Los demás días de la semana Kirka, Isidro y Ricardo se han movido mucho. Han caminado horas y horas por el campo. «Es lo que más me gusta hacer», nos confiesa Isidro, que nos descubre también lo mal que lo ha pasado los últimos meses sin ayuda de un perro guía.

Podría parecer mucho tiempo de espera. Pero en realidad no lo es tanto. «Los que ya han sido usuarios de perros guía tienen preferencia a la hora de que se les entregue otro, porque ya tienen esa dependencia», nos explica Ricardo, que desvela que en la actualidad hay 400 personas en España en lista de espera para recibir un perro guía.

A algunas de ellas les llegará un perro instruido en Rochester, Estados Unidos, donde existe una escuela con la que trabaja la ONCE. Pero la gran mayoría llegarán desde la escuela que la ONCEtiene en Boadilla del Monte, en Madrid. «Allí estamos diez instructores», comenta Ricardo, «cada uno con seis perros, por lo que siempre suele haber unos 60 perros en formación».