«Oyes el quejido de la tierra, es impresionante»

L.C.S
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Un grupo de abulenses acaba de regresar de la isla de La Palma, en la que han estado la semana pasada en plena erupción del volcán Cumbre Vieja

«Oyes el quejido de la tierra, es impresionante»

Ese rugido que oyes cuando hay una explosión, que es como el quejido de la tierra, es algo que tengo grabado y que creo que tardaré en olvidar. Es impresionante». Habla Hermelina del Pozo, una de los 19 abulenses que acaban de regresar de la isla de la Palma, en donde han estado durante una semana en plena erupción del volcán Cumbre Vieja, del que han estado a 1,5 kilómetros viendo un espectáculo «que te impresiona», pero que también deja «el mal cuerpo de ver el agobio de la gente que vive allí, que está perdiendo sus casas y su forma de vida».

Once vecinos de Las Berlanas y ocho de la capital abulense planearon en el mes de julio un viaje a la isla de La Palma entre el 20 y el 25 de septiembre. Todo lo organizado vuelos, traslados, rutas, excursiones…, estuvo a punto de saltar por los aires con el comienzo de la erupción del volcán el sábado 18 de septiembre. «Llamamos a la agencia de viajes para ver si se podía realizar el viaje o no en las condiciones en las que lo teníamos pensado en un principio, y nos dijeron que sí, que estaba todo correcto, así es que en la madrugada del 19 al 20 salíamos para La Palma, a dónde llegamos sobre las 8 de la mañana», comenta Hermelina del Pozo, que como el resto de viajeros compartió el vuelo con «muchos periodistas de todas las televisiones, que, además, se alojaron en el mismo hotel que nosotros, que estaba a 5 kilómetros de Santa Cruz de la Palma, en el este de la isla, a 25 kilómetros del volcán».

Desde allí «veíamos el humo del volcán», y a pesar de la erupción «pudimos hacer las excursiones y rutas que teníamos preparadas tanto por el este como por el norte y por el sur, las del este se tuvieron que suspender. Pasábamos todos los días por la carretera de El Paso, la principal de la isla, y desde ahí veíamos el volcán todos los días, aunque no nos acercábamos ni parábamos».

La atracción y posibilidad que supone ver una erupción de un volcán hizo que «pidiéramos a la agencia que nos acercara a verlo hasta donde se pudiera, y a las diez de la noche fuimos a verlo. Nos quedamos a un kilómetro y medio, y verlo es impresionante. Por el día no se ve la lava, veíamos solo humo, no las llamas, pero por la noche se veía como salía y es algo tremendo», pero lo que más impresionó al grupo de abulenses fue «el sonido de las explosiones. Es como un bramido, un ruido tremendo, se oye el quejido de la tierra y es impresionante. Es un sonido que se me ha quedado grabado y creo que tardaré en olvidarlo».

La situación se fue complicando en la isla, y «el viernes por la mañana, que fuimos a Fuencaliente, ya vimos mucha ceniza, teníamos que ir cubiertos, con gafas, mascarillas y prendas largas, y ese día por la tarde nos llamaron desde la agencia para decirnos que nos iban a evacuar porque se estaba cerrando el aeropuerto. Nosotros teníamos pensado salir el sábado 25, así es que se adelantó la salida un día antes. Nos tuvieron primero que sacar de la isla en ferri hasta Tenerife, con parada en la Gomera. Salimos a las cuatro de la mañana del viernes al sábado en barco y volamos desde Tenerife a las siete y cuarto de la tarde. Tenemos que decir que Nautalia, que fue la agencia que nos organizó el viaje, se ha portado con nosotros fenomenal, estuvo siempre pendiente y nos evacuó cuando fue necesario».

una experiencia diferente. Se ponía de esta manera punto y final a un viaje que resultó «una experiencia diferente a la que esperábamos, desde luego». Una vez que han llegado a sus domicilios y han seguido la evolución de la erupción, se han dado cuenta de que «lo que vemos desde aquí no tiene nada que ver con lo que se siente allí. El rugido del volcán, los humos, la ceniza, las sirenas, todo es muy diferente a verlo en directo».

Más allá del espectáculo que supone el ver en directo un volcán en erupción, la preocupación de los habitantes de la isla no ha dejado indiferente a este grupo de abulenses, “te vienes con la mala sensación de cómo está la gente de allí, porque muchos lo están perdiendo todo, sus casas, sus trabajos… veías a la gente muy apurada y con mucha tristeza. Una de las guías de senderismo de nuestro grupo se tuvo que ir corriendo al final de una excursión porque le avisaron que en ese momento la lava estaba llegando a su casa, imáginate como nos quedamos… No es agradable lo que veías allí por cómo está afectando a la vida de los habitantes de la isla».