Al Barça le esperan de uñas en Kiev. No sólo un Dinamo ágil, muy bien trabajado y realmente peligroso (aún no ha perdido en su Liga, 29 goles a favor y sólo tres en contra: la base de la regenerada selección de Ucrania), sino la crítica futbolística de todo el planeta. Después de la puesta en escena del Barça europeo, un fiasco morrocotudo, el mundo observa con cierto recelo y curiosa expectativa cuál va a ser la reacción del cinco veces conquistador de la Copa de Europa.

Y puede sonar catastrofista, pero el título de esta columna (si hubiera espacio suficiente) iba a ser: «¿Y si la Europa League no fuese algo tan malo?». Es posible que el Barça se rearme futbolística y moralmente con el regreso de Ansu y el de Pedri y la irrupción de Agüero y la explosión de Gavi y más factores de gran peso, pero aún con todo eso no le alcanzaría para ser puntero en Europa. Con el sonido de fondo de la Champions, el Barça sería candidato a pasar como segundo y con muchos apuros, a rezar para evitar un mal cruce en octavos y evitar alguna goleada más en el viejo continente, una dolorosa tradición de las últimas temporadas. Sin más. ¿Es eso mejor (arrastrarse, salvo milagro, en la Champions) que ser cabeza de ratón en la Europa League? Hablamos de una competición en la que su favoritismo aumenta exponencialmente, en la que hay equipos de buen nivel (Lazio, Leicester, Real Sociedad, PSV, Nápoles, Mónaco, OM…) más los terceros de Liga de Campeones y en la que hay más posibilidades ya no sólo de sumar un título, sino de rodar la experiencia de los jóvenes, de avanzar rondas, de salvar la temporada, en definitiva.

El 90% de las opciones de alcanzar los octavos de la Copa de Europa pasan por ganar los dos partidos al Dinamo. Y claro que el Barça saldrá hoy a ganar como sea, pero puede que la 'culerada' no lamente demasiado un empate (o, directamente, una derrota).