«El Ecce Homo del Museo es del maestro flamenco Albert Bouts

D.C
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Juan Antonio Sánchez presentó ayer esa tabla defendiendo que su autor es un artista flamenco en cuyo taller se especializaron en esa representación de Cristo ensangrentado

Albert Bouts, un maestro de la pintura flamenca natural de la localidad belga de Lovaina, que vivió a caballo de los siglos XV y XVI y cuya obra ha sido internacionalmente reconocida por su elevada calidad, es, en opinión del experto en arte Juan Antonio Sánchez, el autor del Ecce Homo que guarda y expone el Museo de Ávila, dependiente de la Junta de Castilla y León, una pintura sobre tabla que ha sido elegida como Pieza de Primavera y que fue presentada por el mencionado investigador abulense.

Esa pintura, comentó Juan Antonio Sánchez, es «una pieza singular, bien puede decirse que única en nuestra provincia», a pesar de lo cual «ha estado muy olvidada siempre, quizás porque en el Museo ha sido situada al lado de un tríptico flamenco también de mucho valor» que quizás la ha eclipsado. Y tanta ha sido «esa desatención», añadió, que los especialistas apenas han hablado de ella a pesar de su singularidad y belleza, aparte de unas pocas palabras de Gómez Moreno y unas pocas más de Post.

En su argumentación a la hora de atribuir esa obra a Bouts durante la charla que ofreció ayer –presencial en el Museo, con aforo reducido, y de forma virtual, por el Canal Cultura de Castilla y León en YouTube, y que además estará en las redes sociales del Museo–, Juan Antonio Sánchez defendió su teoría basándose, tras «un largo estudio», en «similitudes estilísticas y en detalles que he podido ver comparando esta pintura con otras que se sabía ya que eran de ese mismo artista, entre ellas un Ecce Homo que se conserva en el Museo del Prado y que tiene muchas coincidencias».

También la pintura de Ávila está llena de coincidencias con otras tres que de ese mismo artista se encuentran en la ciudad de Toledo, una de las cuales, destacó el ponente, «es un regalo que santa Teresa de Jesús hizo al convento carmelita de aquella ciudad».

Entre esas características que definen el Ecce Homo del Museo de Ávila, siguió explicando, está el hecho de «encontrarnos frente a un Cristo diferente a cómo se le representaba hasta muy poco antes, un Jesús en diálogo con el ser humano, que sufre y se sacrifica por el hombre, no displicente como se le representaba antes», renovación iconográfica que es fruto del nacimiento en los Países Bajos de «una nueva espiritualidad, una devotio moderna que revisa el cristianismo y lo hace más íntimo, más personal, más volcado a la meditación», movimiento que conoció un gran auge en toda Europa y al que se sumaron, entre otros, Erasmo de Rotterdam o Ignacio de Loyola.

Esta tabla flamenca, que perteneció al Hospital de Dios Padre y pasó luego a la Diputación, que la donó al Museo en 1988, fue creada en el taller especializado en la producción de ‘ecce homo’ que la familia Boats tenía en la localidad belga de Lovaina, donde también el padre de Albert destacó por su calidad. Actualmente se conserva muy bien no sólo porque haya sido restaurada sino también porque «los materiales con los que se creó eran de primera calidad, aquellos pintores sabían muy bien los productos que tenían que usar para que su trabajo perdurara».

En opinión de Juan Antonio Sánchez, «es una gran suerte para el Museo de Ávila, y para los abulenses, contar con esta tabla flamenca, que tiene valor en primer lugar por sí misma, porque es una pieza de mucha calidad y belleza, y en segundo lugar por ser obra, según mi teoría, de un destacado pintor flamenco del siglo XV».

Este Ecce Homo, siguió explicando el experto en arte, fue seguramente «una donación de alguna persona pudiente», y seguramente «tenga que ver con el peso específico que tenía Ávila entonces en España debido a que la aristocracia abulense tenía mucho que decir en la Corte, sin olvidar la importancia de que la reina Isabel I hubiese nacido en nuestra provincia».

óleo sobre tabla. La pieza, explican desde el Museo de Ávila, es un óleo sobre tabla de 68x59 centímetros que representa a Cristo con los símbolos del escarnio al que fue sometido antes de ser crucificado y que la caracterizan –corona de espinas, manto púrpura y soga–. 

En esta obra singular, la conocida iconografía del Ecce Homo –Aquí (tenéis) al Hombre, que es  la frase la pidaria con la que Poncio Pilatos devuelve a Jesús, en los primeros pasos de la Pasión, escarnecido como rey–, coronado de espinas, con manto púrpura y, en el cuello, un cabo de la soga que lo inmovilizó en la columna para ser azotado, se ve reforzada por la leyenda gótica que recorre la parte superior del marco, también del siglo XV, donde se reproducen dos versículos del Cantar de los Cantares casi completos (111, 11) en latín: «[Salid y] ved [oh hijas de Sión] al rey Salomón/ con la diadema con que lo coronó su madre [el día de su boda]».