En la historia real del Derecho Constitucional, como la de nuestra casa nacional, la lealtad constitucional exige cumplir con las cláusulas de reforma y revisión que la misma Ley fundamental establece, como ley de leyes. Somos ciudadanos reales, que pagamos impuestos y tenemos el derecho y la libertad para ser ciudadanos con los plenos poderes que hacen valer nuestra ciudadanía, en todo nuestro territorio nacional.
En la historia real, hemos puesto en marcha la lección de la Universidad de la experiencia de las sociedades que hemos acordado hacer realidad el cumplimiento de las reglas de la  acción política sana, las que iluminan el camino de las mayorías necesarias con la lealtad constitucional, sin olvidar el capítulo de las fases revolucionarias que siempre están presentes. El derecho que nos entregamos para hacer nuestra voluntad política por la convivencia, que sigue vivo y escrito en la Constitución, dispone que la lealtad constitucional es esencial para que las cosas de la política sensata funcionen en una sociedad democrática. No podemos caer en el error de las fases autoritarias de las malas historias, utilizando la legislación en afanes revolucionarios, cambiando las reglas del juego de las libertades para imponer andamiajes inseguros en las estructuras políticas, económicas y sociales: cualquier manual de Derecho Constitucional nos avisa de este problemón autoritario, y que sólo la fuerza de la voluntad popular puede evitar, en defensa de los derechos y deberes fundamentales, cuando asoma la cosa.
Cuando las opciones ideológicas consideran que procede conseguir una identificación rápida con su programa político, sin contar con las condiciones que piden los tiempos sociales y la realidad sociológica (la ciencia que trata de la estructura y funcionamiento de las sociedades humanas), no podemos olvidar que hemos conseguido ser ciudadanos con todos los derechos y libertades, como parte real, y como miembros reales y no virtuales, de las sociedades avanzadas de Europa, a) entre las que nos encontramos; además, b) hemos decidido mayoritariamente hacer de nuestra gran historia nacional española que sea parte de las naciones occidentales, europeas y democráticas, porque mayoritariamente hemos decido caminar bajo la luz del Estado Social y Democrático de Derecho, cumpliendo con las reglas de la convivencia que inicia el consenso constituyente; c) aporten su respetable opinión…
En la historia real y reciente se han hecho presentes la fuerzas sociales serias y decentes, mayoritariamente, que de todo hay en la viña, en la concurrencia de opciones políticas de la transición, aquella de la cosecha política del 1978; inolvidable para los de nuestra quinta, con sus frutos del encuentro en la historia real y sin que nadie recibiera autorización para cambiarla, ni ocultarla, ni manipularla. La voluntad mayoría se comprometió y firmó, por los representantes validados por Ley,  el documento social y político para que la lealtad con el compromiso por los derechos, libertades y obligaciones que reclama la justicia social, presentes en la Constitución, en la clara y libre visión de la realidad de las condiciones políticas necesarias para que nunca se debilite la convivencia entre españoles. 
En la vida de la verdad y realidad que los historiadores sensatos analizarán, se estudiarán las etapas de convivencia en democracia, en crónicas, esperanza y presencia de la historia en que tantos protagonistas asumieron con la lealtad a la Constitución, con la responsabilidad social por el encuentro, en la historia real, con la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado español. El acuerdo se firmó, el pacto por el respeto social se siguió por la mayoría, en la proclamación de que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan tocos los poderes del Estado. Tantos no se equivocaron; ni por los mayores, ni por la juventud; en voto mayoritario respetable, sin que nadie lo pueda cuestionar, ni poner en duda, ni por intereses desmemoriados a nada que lea un poco, y hasta vea noticiarios que nadie puede borrar.