«La Seguridad Social debería recetar la risa para curar»

D.C
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Santi Rodríguez, uno de los humoristas más reconocidos de nuestro país, ofrece este viernes en el Lienzo Norte (20,00 h) su última obra, la comedia 'Infarto. No vayas a la luz' en la que cuenta en clave de humor el grave problema de salud que sufrió

«La risa debería ser un remedio que recetase la S. Social

Tumbado en la cama, con el gotero y vistiendo ese peculiar camisón abierto por la espalda a los cuatro vientos que se gastan en los hospitales, Santi Rodríguez se presenta ante el público para contar en clave de comedia unos hechos que a él le acontecieron y que a punto estuvieron de acabar en tragedia, un infarto que sufrió en el año 2017 y del que, tal y como demuestra con creces en el espectáculo ¡Infarto. No vayas a la luz!, salió fortalecido y con unas ganas renovadas de vivir que ha querido y sabido hacer contagiosas. 

Aquella historia felizmente superada llena hoy una divertida y reconstituyente hora y media llena de risas que, y eso es importante, ayudan también a pensar. 

Imagino que es una gran satisfacción, con la que está cayendo, poder subir a escena

«La risa debería ser un remedio que recetase la S. Social«La risa debería ser un remedio que recetase la S. Social"Claro que sí, y además me hace muchísima ilusión venir con mi espectáculo a Ávila, no solamente porque desde el inicio de la pandemia está la cosa muy complicada y actuar siempre es bonito, sino también porque en Ávila ha habido mucho interés en que se reactive la cultura y, además, es un sitio al que le tengo un cariño especial porque es una de las ciudades a las que yo venía a actuar cuando empecé en el mundo de los monólogos; había dos sitios que recuerdo con mucho cariño, que son el Valinor y el Quondam, y además hice allí un increíble amigo de esa época.

Y viene con un espectáculo que cuenta una experiencia propia que podría haber acabado en tragedia pero que usted ha sabido convertir en comedia, algo que tiene mucho mérito.

Bueno, es algo a lo que yo estoy acostumbrado a diario, a ver el lado positivo de las cosas, y cuando uno se acostumbra a eso desde pequeñito pues cuando vienen acontecimientos como éste, más grave de lo normal, aunque lo habitual hubiese sido caer en la lamentación yo no lo hice así; lo que pensé es que tuve una segunda oportunidad, y a partir de ahí hemos empezado un recorrido de ver el lado bueno de todas las cosas y hemos llegado hasta esto. Es decir, que he hecho una comedia en la que cuento en clave de humor todas las desgracias que me han pasado por aquel infarto que sufrí, porque que las he convertido en cosas graciosas, en cosas positivas, y además creo, por lo que me han dicho, que ayudo a mucha gente que ha pasado por algo parecido a lo mío.

¿Podríamos definir entonces el espectáculo como un canto a la vida que se hace contagioso?

Me parece una definición perfecta, porque además las personas actuamos incomprensiblemente dejando pasar días y días a los que no damos importancia porque para nosotros son nada más que un día tras otro, pero cuando pasa algo de esa gravedad nos damos cuenta de la cantidad de días maravillosos que hemos desperdiciado. Y todos los días tienen cosas maravillosas, todos los días tienen cosas que merecen la pena, y a partir de que te pasa algo así te das cuenta, plenamente, de que la vida hay que aprovecharla al máximo.

¿Y no hacer el tonto?

Correcto, porque es como los buenos amigos, que como los tienes ahí no les das importancia, y cuando te faltan es cuando los echas de menos; y esto es igual, cuando estás mal en un hospital dices: «lo que daría yo por un día chungo en mi casa». Por eso cuando sales del hospital te cambia la vida en muchos aspectos.

Y en su caso para mejor, saliendo reforzado y con más ganas de vivir que antes.

Así es, sales con muchas ganas de vivir y también con muchas ganas de contárselo a la gente, porque yo he comprobado que les sirve de mucho eso de contarles lo bonita que es la vida y animarles a que la aprovechen... pero sin hacer cosas raras, porque puedes decir que después de un infarto vas a aprovechar la vida haciendo puenting, salto en paracaídas, etc, pero puede ocurrir que no te hayas muerto del infarto y te vayas a matar de esos excesos.

Parece fácil pero no lo es eso de saber sacar lo mejor de cada día.

Por eso yo animo, entre otras cosas, a aprovechar el tiempo para estar más con los tuyos, porque cuando te pasa algo tan grave la escala de prioridades varía muchísimo, y todo eso es lo que viene bien. Yo cuando digo que me ha venido bien el infarto parece que la gente piensa «¡dios mío, qué vida habrás llevado tú para decir eso!», y no es así, es simplemente es que quiero que lo que me quede de vida, y espero que sea mucho, sepa aprovecharlo de la mejor manera posible.

Además, supongo que contar una experiencia propia ayuda a hacerlo sin distanciamiento ninguno, con plena implicación y más libertad.

Así es, pero además puedo contar eso que yo viví sin miedo a ninguna censura, porque alguien podría decir que ese tío está haciendo comedia de un infarto y eso es una falta de respeto, pero yo tengo licencia para hacerlo porque como cuento lo que a mí me ha pasado nadie puede decirme nada, me estoy riendo de lo que me pasó a mí; yo lo que cuento en la obra es nada más que lo que me ha pasado. Tengo un imán para que me pasen las cosas tontas, y quizás Dios me dijo que me iba a fastidiar tres o cuatro días para luego poder tener esta obra de teatro. Afortunadamente puedo contarlo como lo hago porque me ha pasado en realidad, no es algo que me han contado.

Se le ve muy satisfecho con el resultado de este trabajo.

Creo que el resultado es maravilloso, y estoy especialmente contento de cómo lo recibe el público. Hay una máxima que suelo tener muy presente, y es la de que hago todo desde el respeto, siempre hay alguien que se siente ofendido por algo, pero la inmensa mayoría de la gente viene y pasa un rato maravilloso consiguiendo olvidarse de la realidad. Y ofendidos se pueden sentir desde el momento en que me ven con el camisón del hospital y el culito al aire, porque eso muy agradable no es, pero bueno.

También puede decir que así le pone un poco de erotismo al asunto.

(Risas) Según lo veas, porque las personas de las primeras filas suelen pagar más por el espectáculo, y en este caso deberían pagar menos porque tener eso tan cerca… no sé yo, no sé cómo respondería si a mí pasara eso.

¿La risa ayuda a que todo sea más fácil de asimilar, incluso lo más duro?

Claro que sí, y creo que la risa debería ser un remedio más que recetara la Seguridad Social para ayudar a curar muchos males, porque relaja mucho en momentos de tensión entre la gente, viene muy bien a nivel mental, y ese ratito de risas, ahora que tanto hablamos de la distancia de seguridad, es bueno, porque vienes a un teatro en el que se cumplen las medidas de seguridad si no mejor como mínimo igual de bien que en cualquier otro sitio; durante un ratito la gente va a estar en una burbuja olvidándose de los problemas que le rodean. Que ya se están encargado de repetirnos muchas veces al día que lo estamos pasando muy mal, y me parece poco acertado que cada día nos hablen de los miles de muertos que estamos sufriendo, porque han despersonalizado algo tan triste y tan serio.

He dado también ejemplo en eso, mi padre falleció el 21 de octubre y el 29 de octubre yo estaba haciendo una función de teatro precisamente en mi tierra, en el sitio donde él, si no hubiese fallecido de covid, hubiese estado. Por lo tanto, vamos a olvidarnos durante un momento de las personas que han fallecido, que seguro que lo que van a estar es muy contentos de vernos por un rato a gusto y disfrutando de la vida.