Heridas del alma difíciles de curar

Agencias
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Muchos de los damnificados por la catástrofe natural sufrirán estrés postraumático, una alteración que puede dejar huella muchos años

Un agricultor lleno de cenizas recoge una piña de plátanos de sus tierras antes de que llegue la lava. - Foto: Kike Rincón Europa Press

Que tu vivienda haya sido devorada por la lava de un volcán y con ello tus recuerdos, tus fotos de familia, tus documentos y tus objetos más personales supone un drama personal pero también, advierten expertos en psicología y psiquiatría, genera un estrés postraumático que puede dejar huella durante muchos años.

Lo explica el psicólogo clínico Rafael Santandreu, quien advierte de que las adversidades naturales como tsunamis, terremotos, lluvias torrenciales o erupciones volcánicas como la ocurrida en La Palma, causan estrés postraumático y dejan durante años cuadros de ansiedad, ataques de pánico y depresión secundaria.

Santandreu, exprofesor de la Universidad Ramón Lluch, en Barcelona, detalla que los efectos de una catástrofe natural suelen ser peor que en otros casos, como atracos o incluso conflictos bélicos, ya que arrastra la idea de que el individuo está totalmente indefenso ante cualquier fenómeno natural y genera un estado de alerta permanente y ansiedad ante cuestiones menores. Y advierte de que ese estado de alerta mantenido en el tiempo acaba derivando en depresión y puede llegar a ser muy invalidante.

Santandreu insiste en que los evacuados no deben «guardarse el trauma ni intentar evitarlo» porque hacerlo empeora el trastorno y «crea un fantasma de dimensiones increíbles. Por eso aconseja a los evacuados y afectados por el volcán de La Palma a recurrir a psicólogos. «El susto por un hecho natural es mayor porque atávicamente da un miedo especial, y si la naturaleza te falla genera un terror incontrolado», advierte.

 

Sin consuelo

Desde hace días psicólogos y psiquiatras están atendiendo sobre el terreno a los damnificados como Remedios. Ella vivía en Todoque y su casa fue una de las primeras que se tragó la lava. Ahora pide que no se olviden de los damnificados de la erupción volcánica. Sin poder contener el llanto, Remedios le contó a los Reyes durante su visita a la zona que, de tener una buena casa, en la que residía con sus tres hijos menores y su madre, se ha quedado sin nada.

Remedios recordó que salió de su casa con lo puesto porque al principio de la erupción la lava corría mucho más deprisa y temieron que los alcanzara.

«No sabía si llevarme ropa o los libros de los niños», recuerda esta mujer mientras enseña una foto del que era su hogar. Se trata de una vivienda grande llena de flores y con habitaciones para cada uno de sus hijos, en las que tenían preparado todo el material escolar.

Remedios pide que no se olviden de ellos, «que esto no sea un momento... y ya», y señala que se han comprometido a proporcionarle un acogimiento más digno. En su caso, un particular le ha ofrecido una vivienda de una habitación para acoger a los cinco.

«No me ha quedado ni una foto de mis niños», señala Remedios, que lleva cuatro días durmiendo en el acuartelamiento de El Fuerte.

En La Laguna los vecinos continuaban ayer sobrecogidos. «Esto es una supercatástrofe y no tengo ni palabras para describir lo que estamos pasando», contaba una residente de El Paraíso, barrio arrasado por la colada.

No paran de llorar, se abrazan e intentan pasar un duelo por lo perdido. «Yo siempre he pagado mis impuestos y ahora lo que pido es que las ayudas lleguen lo antes posible», afirma entre lágrimas otra mujer. También Antonio Luis se emociona al recordar las penurias que están atravesando y que no sabe cuándo acabarán.