Álvaro Mateos

El Valtravieso

Álvaro Mateos


Felices fiestas, sí…Fiestas de Navidad

28/12/2021

Con esta nueva costumbre de celebrar un porqué en cada jornada del calendario, además del santoral, descubro que ayer se celebraba el Día Internacional de la Preparación ante las Epidemias. Una conmemoración que arrancó impulsada por la ONU en 2020, con motivo de lo que supuso el pasado año en torno al covid. A partir de ese momento, celebraremos esta efeméride recordando su origen, esta pandemia; como en otros tiempos se sufrieron otras.
Hace precisamente un año, las portadas del día se presentaban triunfalistas ante el virus, con la vacunación de las primeras personas que, en las residencias de ancianos, mostraban orgullosas sus brazos recibiendo las primeras dosis. Nada nos hacía pensar que un año más tarde íbamos a estar con una incidencia superior a los 1000 casos por 100.000 habitantes, como tenemos en Ávila. Entonces, en pleno estado de alarma, seguíamos encerrados en nuestras respectivas comunidades autónomas, con el ligero permiso de allegados y demás que nos permitió pasar unos días con nuestras familias. 
Este año han cambiado las cosas: tenemos hasta tres vacunas puestas y podemos viajar libremente a compartir estas fechas con los nuestros, pero el virus sigue campando a sus anchas y contagiando más que nunca.
Me había prometido no escribir esta última columna del año con tono pesimista. Es más, plenamente imbuido de espíritu navideño, pretendo ofrecer una mirada de esperanza. Primero de todo, porque estamos en Navidad: esto es, conmemoramos el acontecimiento más grande de la Religión en la Historia.  Como escribe Olegario González de Cardedal y estaría bien que tuvieran claro en todos los ámbitos de la Comisión Europea, «Jesús de Nazaret es un hecho histórico y un acontecimiento trascendental, que ha cambiado el curso de la historia humana y seguimos contando el tiempo a partir de su nacimiento, como los romanos lo contaban a partir de la fundación de Roma».
Eso es: celebramos la Navidad, felicitamos la Navidad, engalanamos las calles y las iluminamos por la Navidad. Colocamos en el centro de nuestras calles y en nuestras casas árboles de Navidad, misterios del Nacimiento de Cristo en el portal de Belén, cantamos villancicos y nos hacemos regalos, al tiempo que recibimos los que nos llegan de mano de las tradiciones de Santa Claus o de los Magos de Oriente.
De unos años a esta parte, ante ese ánimo imperante de borrar todo lo religioso de la sociedad, recalco y acentúo en todos los saludos de estos días el deseo de una FELIZ NAVIDAD, y quien tenga oídos que oiga.  
Por esta razón, como escribía hace unos días Fernando Romera en estas páginas, no dejaré nunca de mandar felicitaciones postales deseando a los míos una feliz Navidad y, pese al covid, como también señalaba Antonio Herráiz, y aunque sea necesario portar dos o más mascarillas, cantaré villancicos con mi familia y amigos: la ocasión lo merece. No nos dejemos arrebatar las fiestas que marcan el calendario, como hace tiempo señalaron la forma de vida y las cosechas: Navidad es Navidad, cantaba José Luis Perales; celebremos en estos días la vida, el nacimiento, la humildad y la sencillez con los nuestros y con todos. Hasta el próximo año, queridos lectores.